Cuando llegue a casa, tia Corina estaba fortificada entre libros. «?Que tal ha ido todo? ?Mal o muy mal?» Le di el informe melancolico que podia darle y me aseguro que todavia no habia nacido el turista argentino al que lograra colocar nada de aquello. «Mejor que hubieras intentado venderle un traje de torero del siglo XII. Cada cliente es igual que una cerradura y hay que llevar la llave que la abre, no la que la cierra.» Y tenia razon, como siempre.
«?Que lees?» Tia Corina estaba documentandose sobre los Reyes Magos, porque su curiosidad es la cosa mas viva que conozco. Me sume a su tarea, y en aquellos rastreos y pesquisas se nos fue la noche, entretenidos en los meandros de la trama legendaria.
Por si acaso fuese del interes de ustedes, me tomo la libertad de resumirles la informacion que logramos reunir, a veces de fuentes poco fiables por inexactas o por fantasiosas, pues lo mismo consultabamos libros de lumbreras que de embaucadores, de sabios que de sabelotodos:
a) aquellos magos no existieron (algo que los ninos descubren en torno a los ocho anos: dejan de oir esas babuchas sigilosas que se arrastran por el pasillo durante la madrugada del 6 de enero, dejan de oir el frufru rigido de las capas polvorientas);
b) en la Biblia solo se les menciona, muy de pasada, en el evangelio de san Mateo (2, 1-12), donde son presentados como «sabios de Oriente», sin especificar su numero, aunque algunos comentaristas se apresuran a deducir que son tres por ser tres las ofrendas: mirra, incienso y oro, cuya simbologia, por cierto, da pie a complicadas interpretaciones que no vienen al caso;
c) si hemos de creer al pie de la letra -que es una mala forma de creer- lo que se nos cuenta en ese evangelio, aquellos sabios se fueron un poco de la lengua al informar al asustadizo Herodes de que en Belen acababa de nacer el rey de los judios, puesto que su imprudencia los convirtio en causantes involuntarios de la llamada «matanza de los inocentes», que algunos cifran, mediante un calculo del todo descabellado, en ciento cuarenta y cuatro mil recien nacidos degollados por mandato de Herodes;
d) en el protoevangelio de Santiago (XXI, 1-4) se nos ofrece una version casi identica del relato que encontramos en el evangelio de san Mateo, mientras que en el evangelio del pseudo Mateo (XVI, 1-2) se nos asegura que aquellos magos orientales llegaron a Jerusalen dos anos despues del nacimiento de Jesus, de modo que, con arreglo a esto, Herodes debio de ordenar la matanza de ninos de mas o menos dos anos de edad, ya que hubiera sido un derramamiento inutil de sangre el hecho de pasar a cuchillo a los recien nacidos, al no poder hallarse entre ellos el futuro rey de los judios que la profecia de Balaam relacionaba con el advenimiento de una estrella;
e) segun parece, ninguno de los llamados padres de la Iglesia asegura que aquellos tres nomadas fuesen reyes (aunque Tertuliano, azote de herejes, los supone de estirpe real, en lo que coincide con el obispo san Cesario de Arles, defensor de la flagelacion como metodo disciplinar para las monjas traviesas), y hay quien sospecha que la palabra «sabios», en los textos originales, deriva del griego
f) a estas alturas, queda claro que, cuando algo puede ser muchas cosas, lo mas probable es que no sea nada, pero sigamos;
g) parece ser que los magos fueron ascendidos a reyes porque la palabra «mago» tenia connotaciones antipaticas para la Iglesia -en pugna constante con las corrientes mistericas y gnosticas-, sobre todo a causa de sus desavenencias con Simon el Mago, que dio nombre al pecado de simonia y que, al parecer, se elevo sobre el cielo de Roma gracias a las artes del Principe de las Tinieblas, hasta que las oraciones de san Pedro y san Pablo lo hicieron desplomarse, quedando descalabrado y medio muerto, circunstancia en la que algunos quieren ver un ensayo de lo que le sucedera al Anticristo en el caso de que se anime a entrar en accion;
h) en cuanto al numero de esos reyes o magos, las cifras enloquecen: la tradicion siria, por ejemplo, dio por bueno que eran doce, ellos sabrian por que (tal vez por ser doce las tribus de Israel); en algunos sectores coptos fueron mas optimistas y elevaron ese numero a sesenta (sobrecoge y abruma el solo hecho de imaginar esa multitud de monarcas, perdidos por desiertos y por valles torridos, vigilando el rumbo de una estrella paranormal en los cielos nocturnos, anhelantes por llegar a un destino ignorado); en el llamado
i) aquellas entelequias itinerantes tuvieron nombres diversos: en griego, Malgalat, Galgalat y Sarathin; en hebreo, Appellius, Amerius y Damascus; en sirio, Larvandad, Hormisdas y Gushnasaph; en armenio, Kagba, Badalima y no se que, etcetera (y con grafias oscilantes, claro esta). En el llamado
j) hay quien marea la hipotesis de que los tres reyes representarian a las tres familias descendientes de Noe, custodio del zoologico flotante;
k) son varias las ciudades que se arrogan el privilegio de haber sido el punto de partida de los magos. (Marco Polo, por ejemplo, cuenta que la expedicion partio de Saba, donde aseguraba haber visto los sepulcros de los Reyes Magos, cuyos cadaveres estaban «todavia enteros, con cabello y barba».) Si, segun el evangelio de san Mateo, los reyes venian «de Oriente», tia Corina y yo, despues de ponderar diversas fuentes documentales, nos arriesgamos a deducir que por fuerza debian de proceder de Persia, Media, Asiria o Babilonia, que eran los unicos reinos orientales en que estaba instituido un sacerdocio de magos en el momento en que nacio Jesucristo; su ruta, por tanto, debio de ser mas o menos la siguiente, si no calculamos mal ni interpretamos mal lo que leimos, que todo puede ser, porque teniamos en el aire demasiadas pelotas de malabarista: cruzaron el desierto de Siria, llegaron a Alepo (tambien llamada Beroea o Halab, segun fuesen sus invasores de turno) o bien a Palmira (la maltratada Palmira, cuyas ruinas describio con asombro sombrio el inquieto conde de Volney), de alli debieron de encaminarse a Damasco, para proseguir rumbo al sur por la actual ruta de la Meca, bordearon por el oeste el mar de Galilea y el rio Jordan, llegaron a Jerico y de alli al pesebre belenita, lo que supone un recorrido de unos mil ochocientos o dos mil kilometros;
l) como resulta facil apreciar, tia Corina y yo, a esas alturas de escudrinamiento, habiamos dado ya corporeidad a ese trio de fantasmas magicos o de fantasmas regios o de fantasmas astrologos, como lo hizo, a su modo, el pseudo Beda, que fue quien los caracterizo con profusion de detalles, incluido el color de los zapatos de cada rey. (En el siglo XIII, el arzobispo genoves Giacopo da Varaggio -conocido en Espana por el nombre imponente de Jacobo de Voragine- se afano tambien en establecer el nombre de los reyes, su origen, la naturaleza de la estrella y el simbolismo de las ofrendas.) Eran ya munecos automaticos para nosotros, pequenas figuras articuladas que avanzaban por tierras asperas y ajenas, con el pelo terroso, a lomos de cabalgaduras sudadas. Aquellos nomadas alunados tenian ya huesos, y un corazon palpitante, y unos ojos fijos en el celaje anochecido;
m) el asunto de la estrella: un topico. Entre los antiguos era una supersticion generalizada el asociar el nacimiento de un dios, de un mesias o de un gran hombre con la aparicion de una estrena insolita. (Fueron los casos de Abraham, de Julio Cesar, de Pitagoras, de Zoroastro y de Krishna, por ejemplo.) (Aparte de eso, en el ano 60 a. de C, el estro de Virgilio dispone que Eneas sea guiado por una estrella en un viaje a Troya, por ejemplo.) Santo Tomas de Aquino quiso ver en la estrella que guio a los magos de Oriente una manifestacion del Espiritu Santo. Las modernas teorias de los modernos ociosos barajan infinitud de conjeturas sobre la estrella en cuestion: ?una conjuncion de Jupiter y Saturno?, ?un cometa?, ?una cambiante