conllevaria un sacrilegio. De modo que opto por una solucion muy frecuente y socorrida para las conciencias atribuladas por conflictos religiosos: interpretar a su capricho la voluntad divina. Para Benedicto XI, la Tabla de Esmeralda era una muestra del pensamiento destructivo de Dios para consigo mismo, la prueba desasosegante de una especie de crisis de identidad de quien no solo creo el universo, sino que ademas era el universo, desde la bioluminiscencia de una luciernaga hasta el incendio soberbio del astro Sol. Segun se dice, tampoco desecho la posibilidad de que aquello fuese una trampa que Dios ponia a los creyentes a fin de calibrar la solidez de su fe. Fuese por una cosa o por otra, el caso es que Benedicto XI decidio enviar la Tabla de Esmeralda a la catedral de Colonia para que fuese depositada
«Aqui la Tabla Esmeraldina estaba segura y a salvo de ojos curiosos. ?A quien se le iba a ocurrir profanar el relicario de la catedral? ?Quien iba a tener interes en robar los restos de los reyes magos de Oriente? ?Papa Noel?», afirmo mediante interrogaciones Tarmo Dakauskas.
Benedicto XI murio a causa de una ingesta de higos envenenados hay quien asegura que el movil de aquel magnicidio guardaba relacion con la Tabla, a saber: los miembros de una secta milanesa conocidos como «legitimistas de Constantinopla», cuyo objetivo basico consistia en recuperar las reliquias usurpadas por los alemanes (ignorantes, como es logico, de las vicisitudes comicas que padecieron tales reliquias), al enterarse -por la via del rumor, que nada respeta- de que los restos de los magos habian sido profanados con la compania de un objeto presuntamente heretico y de origen sin duda diabolico, se tomaron la justicia por la mano inocente del hortelano de Perusa que abastecia de fruta a Su Santidad, pues un saqueo y una profanacion debio de parecerles a aquellos despistados una afrenta demasiado dificil de tolerar para el orgullo patriotico que les alentaba, ya que su movil era de esencia mas politica que religiosa: recuperar las reliquias y convertir Milan en meta de peregrinos para activar la vida economica de la ciudad, a la sazon alicaida.
«Y ahora le sigo contando», se interrumpio Tarmo Dakauskas. «Por favor, no se mueva de aqui. Vuelvo enseguida.» Se levanto, cogio el maletin, fue hacia su hermano Tito, le dijo algo y entro en los servicios. A Tito parecio faltarle tiempo para acercarse a mi mesa: «?Que le ha contado ese demente? No le haga caso. Es mentiroso de nacimiento. Vayase antes de que vuelva. Se lo digo por su bien. Hechiza a sus victimas antes de matarlas. Vayase ahora mismo».
Hay ocasiones en que el pensamiento funciona como un gas paralizante. Y paralizado me quede durante unos segundos, pensando, hasta que logre decidir que lo mejor era irme cuanto antes, no porque el de Tito fuese un buen consejo, sino porque era el unico consejo posible. Ademas, creo que estaran de acuerdo conmigo en que, cuando alguien comienza a hablarte de los templarios, lo mejor es parar el primer taxi que pase por alli y salir huyendo.
A esas alturas, andaba yo un poco saturado de gente empenada en coger la Historia por el rabo para transformarla en una novela de kiosco. Harto de los Reyes Magos, la verdad. Harto de huesos itinerantes. Harto de desconocidos majaretas. Hastiado de leyendas trastornadas.
(?Que tal una novela, me pregunto, en la que se desarrollase la hipotesis de que el Nino Jesus no fue calentado en el pesebre por el vaho de un buey y de una mula, sino por el temido dragon asiatico llamado Uranbad, voraz y destructivo, y por Arion, caballo magico nacido del apareamiento de Poseidon y Demeter, y que fueron esos animales prodigiosos los que le insuflaron una condicion semidivina, convirtiendolo en un taumaturgo demente, obsesionado con aniquilar a la humanidad en pleno, al que tuvieron secuestrado los apostoles, que eran en realidad unos magos asirios que acabaron denunciandolo a las autoridades romanas cuando el poder de aquel falso mesias les supuso un obstaculo para sus planes de fundar una Iglesia rentable y que luego tergiversaron la vida y milagros de Cristo en los evangelios, haciendolo pasar por redentor de la hueste humana, cuando en realidad se proponia echar abajo este mundo con la fuerza de su magia repugnante? ?Que tal si el unico que se opuso a aquella denuncia fuese Judas, al que los demas apostoles difaman por ponerse de parte de Cristo? ?O que tal si escribiesemos una historia en la que al final se desvelase que el verdadero mesias era Judas, cuyo suicidio simulo el irascible y ambicioso san Pedro?) (Porque el metodo es el que sigue a pies juntillas Lolo Letaud: hacer ver como verde lo blanco, lo blanco como azul, a los francmasones como herederos de los hierofantes y a Tales de Mileto como un extraterrestre enviado a este planeta para sembrar en el la semilla desasosegante de la filosofia, por ejemplo.) (Oh nauseabunda imaginacion, con tu falso prestigio.) (La imaginacion: el ojo del alma, segun Joseph Joubert.) (El ojo del culo, segun otros.) (Y alli estaba yo: en el corazon mismo de la subliteratura.)
Sali del bar rezando para que pasase algun taxi. Pero, cuando los necesitas, los taxis son tan dificiles de ver como los unicornios, asi que eche a andar sin saber por donde andaba, con la esperanza de que los hermanos Dakauskas no decidieran seguirme para darme mareo con sus conflictos compartidos de identidad y con sus desprejuiciadas peroratas historicas.
Tras errar durante un rato por calles desiertas (mi secreto temblor, mi miedo porque si), logre orientarme y puse rumbo a mi hotel.
Tia Corina estaba sentada en el hall en compania de un caballero magro y canoso. Hablaban en ruso. «Mira, te presento a Tarmo Dakauskas», y aquel nuevo Tarmo Dakauskas me tendio la mano. Se la estreche como quien palpa a un fantasma reflejado en varios espejos. «Sientese y le explico», me dijo en frances aquel supuesto Tarmo Dakauskas, que debia de andar por la cincuentena y que llevaba un traje azul, una corbata verdosa, un reloj dorado y un anillo de ostentacion obispal. Y me sente, como es logico, a la espera de la explicacion prometida, que enseguida les relato.
18
«Usted se preguntara como es posible que existan tantos Tarmo Dakauskas. La respuesta es sencilla: porque solo existe un Tarmo Dakauskas, y tiene que repartirse.» Aquello me sono un poco a enigma de la Esfinge, monstruo parlante nacido de la union de Equidna y de Orto. Intente leer en los ojos de tia Corina, pero solo vi en ellos ausencia, porque debia de estar cansada, y ademas habia bebido. Y yo, que, como acabo de confesarles, andaba bastante harto de impostores y de aventuras sin fundamento, me puse en pie en actitud de «hasta aqui hemos llegado», le dije a tia Corina que nos ibamos a dormir y le di las buenas noches a aquel sujeto, fuese quien fuese. Pero aquel sujeto, fuese quien fuese, tenia una opinion distinta. «Deberiamos hablar. Me disgusta robarle unos minutos de sueno, pero creo que deberiamos hablar», y senalo la butaca de la que acababa de incorporarme: «Por favor…». Tia Corina anuncio que se iba a dormir asi se abriera el mundo en dos mitades, porque estaba rendida, y su retirada me alivio, pues sabia yo que nada de cuanto me contase aquel Tarmo Dakauskas III seria tranquilizador ni amable.
«?Por donde empezamos?» Y le di la respuesta que me parecia mas logica: «Por el principio». Movio la cabeza con gesto de pesadumbre ironica: «El principio… ?Que es el principio? ?Cual es el principio de algo? Muchas cosas no empiezan nunca, o empiezan por el final…». Y les confieso que me irrite. «Si usted no tiene claro cual es el principio de todo esto, yo si. Pero me conformo con el presente: ?que hago yo aqui?», le pregunte. «Todo es un juego. Solo eso. Un juego.» La palabra «juego» puede resultar muy ofensiva segun que circunstancias, y, dadas las circunstancias, aquella palabra aumento mi irritacion. «Un juego que ha costado vidas.