posible lo antes posible, porque el fue buen amigo de mi padre -y creo que tambien amante ocasional de tia Corina- y estaba por agradar. «Gracias, Leo. Ya nos dices algo.» Y mirabamos nuestra casa como si fuese ajena, viendo con los ojos de la memoria lo que ya no estaba disponible para los ojos. «Que desastre», y yo asentia. «Metimos en la cueva a Ali Baba», y yo asentia. «Salimos a robar y nos roban», y lo mismo.
Al dia siguiente baje a comprar el periodico, en un intento de restablecer mis rutinas, y…
Y les cuento.
En ocasiones, los periodicos pueden ser codices en clave, mapas secretos para llegar al nucleo de una realidad hasta entonces insondable. Y ese dia lo fue: una noticia de tantas para los lectores. Una noticia de las muchas que conforman el entramado pintoresco de la voragine del dia anterior y que algunos leen de forma despreocupada para olvidarse de ella a los pocos segundos, por no afectarles a la vida. Pero aquella noticia podia interpretarla yo como un esclarecimiento parcial de mis gatuperios: DESARTICULADA UNA RED INTERNACIONAL DE LADRONES DE RELIQUIAS SAGRADAS, rezaba el titular.
Segun aquello, habian sido detenidas dieciocho personas en distintas ciudades mientras intentaban robar, de forma simultanea, una serie de reliquias, a saber:
– en la localidad francesa de Chalons, uno de los varios cordones umbilicales de Jesucristo que se conservan en el orbe cristiano;
– en Amberes, uno de los varios prepucios que existen de Jesucristo;
– en el Museo de Prehistoria de Roma, el cuchillo empleado para la circuncision de Jesucristo (tambien existen varios);
– en Liria (Valencia), las plumas del arcangel san Gabriel;
– en Coria (Caceres), el mantel de la Ultima Cena;
– en la alemana Maguncia, las plumas y los huevos que puso el Espiritu Santo en su condicion de paloma;
– en el Sancta Santorum del Vaticano, un estornudo embotellado del Espiritu Santo;
– en Vendome, las lagrimas de la Virgen;
– en Lisboa, el craneo de santa Brigida.
Entre los detenidos habia tres conocidos nuestros: Marcos Vidal, de Barcelona, que siempre fue un medio pelo en la profesion, a pesar de contar con apadrinamientos inmejorables; el toscano Aldo Liberto, al que imaginabamos jubilado no solo por su edad, sino tambien por la terquedad de su mala suerte, que jamas le dio respiro, como probaba su nueva detencion, y Maria Lippi da Castro, gitana portuguesa, locuela y quiromantica, que en su juventud trajo por la calle de la amargura a Honza Manethova, que la pretendio en vano, porque ella, contra todo pronostico, entrego su corazon selvatico al difunto Fernando Correa, un placido catedratico de arqueologia que daba la impresion de convivir con aquella mujer como quien se ve obligado a convivir con una pantera en una jaula. De los quince detenidos restantes, algunos nos sonaban y otros muchos no, porque debian de ser debutantes en esto, la mayoria procedentes de paises de la Europa oriental.
A todos les habian echado el guante el domingo al mediodia. El autor de la gacetilla se permitia arriesgar la hipotesis de que aquella detencion en masa hubiese sido posible gracias a la colaboracion de varios miembros de la Interpol infiltrados en una banda delictiva con sede en Luxemburgo, aunque con ramificaciones por medio planeta.
«Esto aclara todo, aunque no aclare nada», sentencio tia Corina. Y era cierto.
…Y no lo era.
Una vez hecho el balance del expolio, nos dedicamos a clasificar y a valorar lo que habia quedado, con el animo pesimo: algunas cajas con restos arqueologicos (incluido el lote egipcio que intente colocarle al argentino Casares), una coleccion compuesta por unas cuarenta bocallaves de fantasia rococo procedentes del palacio portugues de Queluz, un juego de te aleman del XIX en estano, varias carpetas con litografias de poca monta, algunos libros valiosos que tuvieron la suerte de no estar encuadernados en piel… Y cuatro baratijas mas.
«Si logramos vender todo esto a buen precio, tendremos para comer bocadillos durante un mes, aproximadamente, y ya luego podemos comprarnos una cabra, amaestrarla, hacer que gire sobre un podio al son de un pasodoble y pasar la gorra», comento tia Corina.
Me dolio mucho que el primo Walter hubiese arramblado con el lote que Marcos Travieso me envio desde Camaguey, sobre todo por saber el de sobra que aquello no me pertenecia y que me crearia un conflicto moral - aparte de economico- con aquel viejo amigo, aunque estaba claro que el primo Walter no daba demasiada importancia a los conflictos morales: «Yo, mi pene dorado y yo» parece ser su lema heraldico.
El primo Walter habia entrado en casa como una ruina humana, en fin, y nos habia traido de paso la ruina, que pasa por ser contagiosa.
«?Que es esto, Virgen santisima?», se pregunto Lola con cara de espanto, y no se si le dolio mas el expolio que la inutilidad manifiesta de sus amuletos.
Cada noche, antes de dormirme, mi imaginacion se distraia en torturar al primo Walter mediante procedimientos muy variados y bastante atroces, la verdad, porque una imaginacion enfadada puede ser muy mala cosa, aunque les confieso que mi tortura preferida consistia en castrarlo, pues era ese el tormento que daba yo por hecho que mas le doleria, por esa debilidad suya de andar siempre arrojado a los pies humedos de la lujuria, como un perro, el muy perro.
En esas, recibimos la visita de Lolo Letaud, que tenia ya escritas mas de treinta paginas de su novela sobre los Reyes Magos. («?Que ha pasado aqui?», pero no le dijimos ni siquiera algo proximo a la verdad: que esperabamos a los pintores.) Lolo habia tomado como base de inspiracion la
«Este cura escribe en un latin asqueroso, pero lo que cuenta me viene al pelo.» Tia Corina y yo mirabamos a Lolo como mira el medico al enfermo terminal que, antes de conocer el diagnostico terrible, le comenta que piensa irse de vacaciones a una costa calida para ver si de ese modo se le alivian las molestias. «Este monje tomo el nombre de su ciudad natal, la alemana Hildesheim. Y da la casualidad de que alli estuvo de parroco un tal Rainald von Dassel, que, despues de convertirse en arzobispo y canciller del emperador Barbarroja y de llevarse a Colonia las reliquias milanesas, dono al cabildo de Hildesheim tres dedos de los Reyes Magos. Ahi esta la novela, ?os dais cuenta?» Tia Corina y yo nos quedamos mudos, porque sabiamos que la novela no podia estar en ningun sitio, precisamente porque ya estaba en otro sitio: en todas las librerias de los aeropuertos de medio mundo, compartiendo balda con un aluvion de ficciones centradas en calculos historicos inusitados. «De repente, en mitad de la narracion, sin previo aviso, hago una elipsis sorprendente y traslado a los lectores al siglo XXV, ?de acuerdo?» Y asentimos. «Bien, unos cientificos analizan esos tres dedos y llegan a la conclusion de que no son humanos, a pesar de tener forma humana. Las pruebas de ADN revelan que se trata de organismos extraterrestres, lo que demostraria que en el siglo XII la Iglesia catolica tenia ya evidencias de otras civilizaciones ultragalacticas, ?me seguis?» Y de nuevo asentimos. «Entonces aparece una organizacion de ufologos empenada en robar esos tres dedos y las reliquias de Colonia para demostrar al mundo que todo el tinglado de la Iglesia esta fundamentado en supercherias y que, ademas, hay vida en otros planetas, aunque tambien tengo la posibilidad de convertir a la alta jerarquia eclesiastica en descendientes directos de unos extraterrestres. Al final, cuando los ufologos ya han robado los huesos tanto en Hildesheim como en Colonia, resulta que no son exactamente huesos de extraterrestres, sino lingotes de oro en estado-m, ?entendeis?» Tia Corina le dijo que si, pero yo me vi obligado a decirle que no. «Un metal en estado-m es…» Y asi durante un rato. Al final, fue tia Corina quien decidio asumir el papel de mensajera de catastrofes: «Tenemos que darte una mala noticia, Lolo», y me cedio la palabra con un gesto. «Si, una noticia bastante mala.» Y se la di.
«La novela de ese tal Rollins esta fundamentada precisamente en todo ese lio de los metales en estado-m», le preciso tia Corina. Y Lolo se quedo como era normal que se quedase, rumia que rumia el infortunio. La verdad es que es mala suerte la suya. Mala y terca. «A mi me han echado una maldicion china», susurro, y guardo en una carpeta los folios que habia sacado con la intencion de ofrecernos una lectura del arranque de su nueva fantasia de vuelo libre. Un cadaver literario mas, malogrado en embrion.
Intente animar a Lolo ofreciendole una idea para una novela a partir de la noticia de la detencion de los ladrones de reliquias. «Aqui hay novela de exito», le asegure a la vez que le tendia el periodico, pero no le