apresuradamente lavada por los funcionarios del ayuntamiento.
Enciende el motor con sigilo absurdo, como si temiera que Julian pudiera oirlo desde el otro lado de la plaza y al hacerlo dedujera que el es complice de lo ocurrido. Pero el coche atraviesa la plaza en paz, sin que lo intercepten ululantes coches policiales surgidos de repente de las callejuelas adyacentes, y pronto se encuentra Sebastian acelerando por la carretera general.
?Y si todo, duda de pronto, ha sido o esta siendo un comportamiento paranoico por su parte?
Sin embargo, el hombre que se fue no es el mismo que horas mas tarde, cuando comienza ya a perder intensidad la luz de ese dia interminable, se adentra en el trafico de Madrid. En rigor, piensa, sigue intacta su promesa de no volver, porque el ya no es Sebastian Diaz.
13
– Sebastian… -reclama la voz de Clara.
Bastian traga saliva, sus sentidos se erizan y descuidan un instante la atencion sobre las curvas de la carretera del pueblo. Es la primera vez en cuatro anos que escucha pronunciar su nombre en boca de un ser vivo. Nadie lo hizo despues de Vera, ella fue la ultima, con la mirada fija sobre el, intensisima, y la palma de la mano carinosamente posada sobre su mejilla, eso parecio entonces, como si quisiera quedarse alli para siempre. «Cuando todo haya pasado, dentro de dos horas, tendremos nuestra oportunidad, Sebastian». Se giro y fue hacia el edificio de apartamentos, resuelta a matar a quien se interpusiera entre ella y los seis millones de euros. Nunca volvio a verla. Pero esa fue la ultima palabra que le oyo decir: Sebastian.
La mujer que por primera vez en cuatro anos acaba de pronunciar su nombre verdadero lleva el vestido veraniego azul y las sandalias de tacon tambien azules de la otra mujer que, hace cuatro anos, se dirigio a el por ultima vez con ese nombre verdadero. Las prendas son las mismas. Las mujeres, no. El espectro se asoma inesperadamente a la realidad, como una nina pizpireta que saluda con la mano, al otro extremo del pasillo.
– Dime -responde tras volver a fijar los ojos sobre la carretera.
– ?Sabes cuantos estancos hay en el pueblo?
– No, ni idea, no fumo… -se encoge de hombros Bastian-, ?Por?
– Tengo que encontrar a una chica llamada Emilia. Tiene un estanco. O trabaja en uno. Era amiga de Eloy - explica Clara con naturalidad. Ha resuelto eliminar de sus palabras el tono sombrio al referirse a su hijo, persuadida de que conviene a la indole fuertemente emocional de la tarea que se ha impuesto.
– El centro del pueblo es pequeno, no puede haber muchos estancos, no creo que mas de dos o tres. Preguntamos en el hotel mientras subes a cambiarte -Bastian quiere, antes de nada, llegar al hotel para que Clara se cambie de ropa. El vestido de Vera y sus tacones son una intromision impudica del pasado en el presente, usurpan a sus recuerdos la identidad que les da el tiempo transcurrido.
– ?Sabes bucear? -cambia de tercio inesperadamente Clara.
Ha logrado, o eso piensa, definir por fin el ensimismamiento de Bastian. Hasta ahora lo ha interpretado como timidez extrema.
– Se flotar -responde Bastian amagando una sonrisa escueta, aunque trascendente:
– Yo fui una gran buceadora, hace anos. He buceado por todo el mundo. Ensene a Eloy. Muchas veces nos sumergimos juntos. Hasta que lo deje, hace tres anos. Ya no sentia la misma seguridad bajo el agua, tuve un problema de corazon y no he vuelto a sumergirme…
– Mmm -asiente vagamente Bastian, preguntandose adonde quiere ir Clara con esa conversacion.
– Eloy me dijo que buceo aqui, en la bahia de Padros. Dime algo, cuando me encontraste en la playa… ?Imaginaste por que me habia desmayado?
– Pues le di varias vueltas, no creas. Podia ser que quisieras suicidarte, pero parecia una forma un poco estupida, y lo descarte. Luego pense tambien que eras alguna melancolica empedernida, un poco chiflada, que te habias desmayado por algun exceso de amor. Tambien -y aqui se vuelve Bastian un instante- pense que eras una mujer de mi pasado. Una muerta que volvia. Pero eso no, ya veo que no lo eres, ya veo que estas bien viva -opta por terminar con cierto tono de broma.
Clara sonrie brevemente y deja transcurrir una minima pausa. Luego da su explicacion tajante:
– Me desmaye de impotencia.
– ?Impotencia?
– Por comprender que tenia mucho miedo a sumergirme de nuevo, por lo del corazon.
– Pero nada te obligaba a sumergirte, ?no?
– ?Como que no? He venido a Padros para bucear en este mar, a los pies del acantilado. Eloy lo hizo, supongo que por puro placer, buceaba en cuanto habia medio metro de agua. Pero aqui vio una cosa extrana bajo el agua. Algo increible que me gustaria comprobar con mis propios ojos, pero…
– ?Una cosa extrana bajo el agua?
– No lo creerias. Ya te he dicho, es increible -remata Clara en tono frivolo. No quiere contar lo del hombre y el bebe sumergidos, porque Bastian pensara que esta loca-. Oye, tu que has vivido aqui tantos anos… ?Has oido hablar de Gabriel Ortueno Gil, un poeta de principios de siglo?
Bastian desvia un instante la mirada, por primera vez recelosa mas alla de la simple sorpresa, hacia Clara.
– Crei que habias venido a Padros por tu hijo.
– Y asi es.
Bastian sigue desviando la mirada desde las curvas de la carretera hacia Clara, intermitentemente. La mujer ha respondido con absoluta naturalidad, pero el dejo hace mucho de creer en las casualidades, y le parece bastante curioso que fe haya preguntado por Gabriel Ortueno Gil.
– El poeta asesino -deja caer con suavidad, y observa de reojo la reaccion de Clara.
– Justo. Eloy estaba investigando sobre el. Para su tesis. ?Que sabes de el?