como si esas palabras contuviesen alguna formula secreta de relajacion y alargo a la vez ambas piernas hasta colocarlas sobre los muslos de Sebastian. No brotaron en la mente masculina recelos ni interrogantes sobre la pasion excesiva con que esa mujer mas joven se estaba entregando a el, y si hubieran surgido los habria enterrado bajo tierra. Pero incluso desde su seguridad temeraria, que hoy no dudaria en definir como suicida, quiso saber para que habia venido Vera a Padros, y se lo pregunto. A Bastian, ahora, le irrita rememorar la facilidad con que se dejo embelesar por aquella sonrisa que exhibio ella como prologo de la pregunta con que respondio a su pregunta. «?Por que he venido a Padros o por que he venido hasta ti? No, espera, deja que conteste a las dos», suspiro hondamente Vera durante unos segundos con la mirada clavada al otro lado de la plaza, como si alli se encontrara alguien que pudiera ayudarla, hasta que hablo muy despacio, como si hubiese elegido con rigor absoluto las palabras que pronuncio: «He venido para vengarme de Humberto. Hacerle pagar de una sola vez todas las putadas que me hizo. Voy a robarle un dinero que va a traer a Padros en los proximos dias. Dinero negro, mucho. Esa es la primera respuesta. La segunda es que, aunque no estaba previsto, aunque seguramente seria mejor que no hubiese ocurrido, me he enamorado de ti». Ante esta frase, vertida por Vera con seriedad que parecio afligida de puro intensa, Sebastian sintio como un brutal impacto de alegria le convulsionaba el cuerpo entero. Un canonazo de felicidad que hizo estallar en mil pedazos el fracaso de su vida previa. Incluso sabiendo la verdad como la sabe hoy, debe reconocerlo: si Sebastian hubiera sospechado entonces que todo era mentira, no le habria importado. Pero no lo sospecho. Incluso fue necesario que transcurrieran unos instantes para que bajase de las nubes y recordase que Vera tambien habia hablado de cometer un robo. «Seis millones de euros, amor. Mil y pico de los millones antiguos. Para eso he venido a Padros. Para eso quise alquilar el caseron, sin suponer que iba a pasar entre nosotros lo que ha pasado. Por eso conte el cuento del rodaje de la pelicula. Todo formaba parte de mi plan. De ese plan para el que necesito tu ayuda». Mi ayuda… El pasado y el presente giran alrededor de esa idea que la razon y la logica acumuladas a lo largo de su existencia gris le instaron a rechazar de forma tajante. Sin embargo, peso mas el deseo fiero y pleno que ella habia traido a su vida, y dijo si a todo.

Ha dejado de llover y Bastian avanza hacia el centro de la solitaria plaza. El olor de humedad que sube desde los adoquines mojados le conforta, como un certificado de que ha logrado regresar invicto sobre aquel obsesivo deseo que se empeno en lanzarlo a los brazos de la muerte cuatro anos atras. Hay movimiento en el bar de los espectros aburridos tras el cristal esmerilado. El antebrazo izquierdo que pareja animado por vida propia apura el vaso de vino, deja unas monedas y se pone en pie con el resto del cuerpo oculto por la pared. Bastian identifica el objeto que la mano del antebrazo recoge de la superficie de la mesa. Es un baston, que con su simple presencia pone rostro y nombre a su propietario. ?Habra estado Julian observandole durante todo el tiempo que el ha dedicado a rememorar? ?Debo inquietarme? Un jubilado dificilmente puede resultar amenazador, pero este fue policia; municipal, pero policia. Me reconocio apenas llegue a Padros ayer, seguramente en el mismo bar Pedrin. ?Y que? Reconocio a un viejo vecino del pueblo donde siempre ha vivido.

Julian sale del bar mirandole directamente a los ojos. Sin dudarlo comienza a caminar hacia el muy despacio, para exhibir seguridad y ponerlo nervioso o, tal vez, a causa de la cojera, que impone a sus pasos un insoslayable ritmo de parsimonia. Bastian podria escapar, hacerlo incluso sin evidenciar que se trata de una huida, de otra etapa de la misma fuga sin fin. Bastaria con que caminase sin prisa en la direccion opuesta para poner distancia entre el tullido y el. Pero la resolucion de Julian y su mirada de acero le dicen que esa huida solo retrasaria las cosas, y decide no moverse de donde esta. Bastian lanza una mirada hacia el cierre echado del estanco. Echa de menos la proteccion de las mujeres, seres reales y dolientes, pero ajenos a su obsesivo drama.

Julian tarda casi un minuto en llegar y pararse frente a el, cara a cara. La barba de dos o tres dias, descuidada por simple dejadez de viejo desgajado del mundo, es el primer signo de vida que se observa en el rostro petreo, grisaceo y apagado como si llevara anos sin pronunciar una palabra ni dignarse escucharla. La voz rasposa que sale de sus labios casi inmoviles, que hacen pensar a Bastian en la presencia de un ventrilocuo invisible, parece aranar el aire:

– Has tardado cuatro anos en volver.

Bastian siente una inesperada corriente de terror raspandole la columna vertebral.

?Esta voz…!

Nunca, mientras vivio en Padros, cruzo una sola palabra con el policia. Pero ahora ha reconocido su voz. Se mantiene tenso, sin decir nada, aguardando a que el otro vuelva a hablar para verificarlo.

– ?Te tomas un vino conmigo, ahi mismo, en el bar del que acabo de salir? He cruzado la plaza para invitarte.

– ?Por alguna razon especial? -Bastian, a pesar de todo, acierta a recuperar una minima iniciativa. No cabe duda: es la voz del telefono movil, la voz que en los primeros dias de su fuga le llamo incesantemente, la voz que le pregunto por Vera con preocupacion sincera, intensa, dolorosa, la voz con la que se cito en el hotel Palace, a donde nunca acudio nadie. Julian era su perseguidor tenaz, aquel que desaparecio de pronto sin dejar rastro.

– ?Por que? -Julian suelta una risita corta antes de iniciar el camino hacia el bar, convencido de que el otro va a ir tras el-. Porque en esta misma plaza mataste gente y yo fui testigo de ello. Por eso.

La estrategia funciona. Bastian lo sigue resueltamente.

El miedo no importa. Ha llegado el momento de desnudar a la verdad.

18

?Les surgen imprevistos a los asesinos a sueldo? ?Son impuntuales los torturadores?

Bastian se impaciencia ante su cuarto cafe en el hotel Palace. No, se responde a si mismo. Hay demasiado dinero en juego.

Pero ?y si se hubieran matado entre ellos?

Esa esperanza ha ido cobrando verosimilitud a medida que los minutos goteaban uno tras otro sin rastro de los verdugos.

Se habran matado entre ellos, podria ser… Ya empezaron en Padros, al fin y al cabo.

A pesar de haber transcurrido por entero en el marco del horario diurno, con el sol abrasando las calles de Madrid en el exterior del hotel, las horas consumidas esperando a Humberto han conformado para el una suerte de exclusiva noche imaginaria, con su crepusculo angustioso, su travesia en silencio a lo largo de las solitarias horas de oscuridad y, por ultimo, su alba vivificadora gracias a la subita conviccion.

?Se han matado entre ellos, seguro! ?Estoy a salvo!

Y en ese instante, envalentonado por la subita sensacion de libertad, resuelve tomar la iniciativa. En pie de un salto, cruza el amplio vestibulo del hotel hasta la puerta giratoria y sale a la calle. Le golpea el retorno a la realidad encarnado en el bochorno de las siete de la tarde. El grato frescor del interior era ficticio como su repentina euforia. Parado en la esquina, entre turistas afables que entran y salen del hotel, se pregunta cuantas personas en la ciudad querrian cambiar su identidad, desgajarse del pasado, desaparecer y reaparecer en otro lugar. Bastantes, mas de los que crees, se figura que le responde Madrid, aunque lo que realmente abunda es la gente a la que le disgusta su vida pero no puede hacer nada para cambiarla. En ese sentido, le susurra la ciudad, eres un privilegiado, aunque te acosen tipos con un serrucho y un alfiler. Calle arriba, hacia la Puerta del Sol, se cruza con los leones de hierro que vigilan la fachada del Congreso. Una placa explica que fueron fundidos con metal de canones arrebatados al enemigo. Asi que han sido sucesivamente mineral bajo la tierra, y hierro, y canones, y luego otra vez hierro al que se dio forma de leones; pero lo que nunca han sido estos que todo el mundo llama «los leones del congreso» es, precisamente, leones. Toda impostura es posible. Cualquier resurreccion puede abordarse, siempre que sea una resurreccion falsa: la muerte no puede maquillarse de vida, ahi esta el limite.

Decide que el kilometro cero de la Puerta del Sol ha de ser tambien el kilometro cero de Juan Bastian, su cara a cara con el miedo. Y, aun cargando a la espalda el lastre de la ausencia de Vera, logra poner su inteligencia en movimiento. El primer afan es borrar de la mente a los sicarios de Humberto, extirpar las imagenes aterradoras de los serruchos y, sobre todo, del alfiler. No me buscan. No me acechan. No me esperan. Ya

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