Ser normal.

Mira a su alrededor. Las familias normales con ninos normales inician la retirada hacia sus normales casas respectivas, igual que las parejas maduras normales y algun anciano normal. ?Ocultaran todos secretos como el suyo, inimaginables imposturas? Tal vez ser normal consiste en aparentar lo que uno no es verdaderamente, parecerse lo mas posible a la multitud de impostores, que unicamente por la noche, en sus dormitorios a oscuras, duermen solos o acompanados, liberan sus verdaderas pulsiones. Podria ser que esas dos senoras que se alejan cogidas del brazo esten conversando, ahora que nadie las oye, para planificar su proxima maldad moral, una mas de su larga lista. Podria ser que esa nina modosita aferrada a la mano de su padre mientras el se despide cordialmente de otro hombre estuviera cargandose de irritacion e incluso odio contra los adultos porque no le dejan quedarse al concierto. Podria ser que el camarero del puesto de perritos calientes, tan simpatico con las tres chicas a las que entrega el cambio, fuera un maltratador que apenas cierre el negocio se disponga a desencadenar el infierno en su hogar una noche mas.

Ser normal. ?Hay escondite mas perfecto para el que la mediocre, aburrida, oscura normalidad? Sigue con la vista a una pareja de mediana edad que camina sin prisas con los dedos distraidamente entrelazados. El hombre, con algun kilo de mas bajo la amplia camisa a cuadros de manga corta, es tan anonimo en su legitima vulgaridad que resulta imposible memorizar sus rasgos, recordarlo dos minutos despues de haberse cruzado con el. Pero lo realmente interesante de la escena no es el hombre, sino la mujer. Es algo mas alta que su companero, lleva el pelo rubio discretamente corto a media altura del cuello y tiene un rostro de rasgos bonitos pero anodinos; si algo en ella llama la atencion es el color rojo de su vestido de domingo por la tarde. Si el tuviera una novia como ella le pediria que usara ropa mas discreta, y tendria entonces un escudo perfecto. Caminar solo es peligroso. Asi es como caminaria un tipo que ha robado a la mafia. La repentina ocurrencia se agarra a el con teson paranoico. Seria mas facil pasar inadvertido con una mujer al lado, una como la chica de rojo. Humberto, que tal vez no tiene demasiada informacion sobre el, busca a un hombre solo. Solo como esta el en ese instante, solo y a tiro de cualquier asesino minimamente eficaz, que podria acuchillarlo o tirotearlo sin que nadie se percatara; solo y a merced de posibles secuestradores que, pistola en mano, lo llevarian hasta el maletero de un coche proximo camino del serrucho y el alfiler. Se pone en pie, urgido por un impulso, y va hacia la carpa justo cuando una voz euforica anuncia el nombre del grupo invitado. Bracea para abrirse paso entre el mar de gente apretada, camino de las primeras filas donde siente que la seguridad sera mayor, como si los decibelios de las guitarras trenzaran en el aire las paredes de una cueva infranqueable para sus enemigos. Huir de la soledad, caminar acompanado… Desde la manana siguiente esa sera su estrategia de camuflaje y su pulso con los verdugos: relacionarse con la gente del barrio, rodearse de ellos, hacer amigos mientras las aguas se van estabilizando, amigarse con una mujer como la de rojo. Una chica buena y discreta que no llame la atencion, sin ambiciones ni excesiva personalidad, eso es lo que necesita. La primera cancion es un canonazo que dispara rock electrificado contra la audiencia expectante. Se erige alrededor de Bastian una muralla de gritos enfervorizados, saltos freneticos y manos ritmicamente alzadas hacia el aire. Sonrie para si, euforico por su astuto hallazgo.

Amigos alrededor, conocidos. Una chica formal del barrio.

Ser normal.

Parecerlo.

19

– ?Este es el libro? ?El libro de Eloy? -pregunta Clara con silabas desalentadas, incapaz de ocultar la decepcion.

Emilia la ha invitado a pasar hasta su vivienda contigua al local del estanco, el piso bajo con salida a la calle donde ha vivido desde que nacio hace mas de setenta anos. Es pequeno, acogedor, convencional en su decoracion de muebles imitacion madera, mesa camilla con mantel de hule y platos de ceramica decorando las paredes. Es pequeno e insignificante, y sin embargo para Clara representa la gran catedral del mundo, porque segun han establecido las dos mujeres rememorando el dia y la hora del accidente, en esta casa paso Eloy los ultimos minutos antes de subirse al coche que conduciria hacia su propia muerte. Emilia fue la ultima persona que lo vio con vida, la ultima con la que hablo. Por eso es unica, insustituible, sagrada. Y por eso Clara permanece callada en esta estancia del piso, mientras absorbe con la mirada las paredes, los huecos, las sombras que podrian contener vestigios de su hijo. La estanquera, comprendiendolo, se ha limitado a permanecer discretamente apartada, en silencio respetuoso, y solo cuando Clara ha lanzado un breve respingo, indicando que su recogimiento ha terminado, se ha acercado ella a la comoda. De su interior ha extraido el libro de Eloy, llevandolo con las dos manos, como una ofrenda, hacia Clara.

– Es tuyo -ha subrayado antes de entregarselo con solemnidad, persuadida de estar traspasando un objeto que contiene vida fragil e inmortal-. Sabia que vendrias a por el. Eloy me conto cosas de ti, y sabia que antes o despues vendrias. -Clara ha sostenido la mirada de Emilia sin atreverse a bajar la vista hacia el libro de su hijo muerto. Nada le han dicho el tacto aspero del papel ni de la portada, carton basto o cartulina gruesa, que protege el breve volumen. ?Tan poco escribio Eloy? ?O tanto? Un numero superior de paginas, quinientas o mil, le habria resultado menos desasosegante. En un libro extenso los sentimientos pueden camuflarse, extraviados en el bosque de papel. Sin embargo, un librito como este solo contiene lo esencial, la vida y la muerte sin hueco para adjetivos, anecdotas o elucubraciones. Un libro corto, una de dos: o contiene la verdad o no contiene nada. ?Que dira de mi? ?Y de sus dos anos malos? ?Como contara el horror de su cumpleanos? Todas esas palabras escasas e intensas estan ahi, a su alcance, y constituyen por ello un temible, aunque tambien irrenunciable, salto al vacio. Antes de lanzarse a el, Clara ha buscado en los ojos de Emilia una ultima bocanada de aliento. Y luego, por fin, ha mirado el libro. La sorpresa y el desencanto han desmantelado su vuelo cuando estaba lista para iniciarlo. Es entonces cuando no ha podido evitar preguntarlo:

– ?Este es el libro? ?El libro de Eloy?

El libro que tiene entre las manos es un volumen antiguo, puede que adquirido en alguna libreria de viejo. Se titula Todo el amor y toda la muerte. Ese nombre nada le dice, pero si el de su autor:

– Gabriel Ortueno Gil -repite, casi para si, el nombre de aquel oscuro escritor de principios del siglo veinte al que tanta importancia daba Eloy en su carta. No se trata de un libro que hubiera escrito Eloy para ella, comprende recriminandose su propia ingenuidad. Es solo que Emilia, con toda su buena voluntad, lo ha bautizado asi, «el libro de Eloy», porque debe considerarlo un objeto propiedad de su hijo. ?Por que te obsesionaste tanto por Gabriel? Sin el no habrias venido a Padros. Estarias vivo. Y no puede evitar que una corriente de odio, no del todo involuntario, se transmita desde su corazon hacia el nombre maldito.

– Gabriel Ortueno Gil, si… -asiente Emilia mientras deposita sobre la mesa camilla, al lado de Clara, una bandeja que ha traido de la cocina. De un cazo de aluminio sirve agua hirviendo sobre tazas distintas, una redonda y blanca y otra alargada y verde, con publicidad de un periodico local, y anade luego sendas cucharadas de un preparado casero de hierbas y flores que conserva en un tarro de cristal. No hay protocolo en Emilia, solo naturalidad a la vista y verdad intuida, invitacion a la confianza-. Estas hierbas son muy relajantes, las recojo yo y las mezclo con manzanilla. Bueno, las recogia. Ahora ya no puedo subir hasta el acantilado. Es alli donde crecen. Con estas pobres piernas mias… Es triste hacerse viejo, se tiene mas tiempo para verlo todo peor. Ultimamente me las trae mi sobrina Emilia, cuando sube por alli. A Eloy esta infusion le gusto mucho -concluye la estanquera, y con esa frase da sentido a toda la explicacion previa-. Gabriel Ortueno Gil, si. Murio hace mas de cien anos, al menos eso se penso siempre. Pero ahi esta, dando todavia guerra a los vivos. ?Sabes por que tengo su libro? Son los caprichos que tiene la vida. Abrelo, mira la primera pagina. Ahi, donde viene la fecha.

Clara obedece. El libro tiene unos creditos escuetos, solo la direccion del impresor en Oviedo y la fecha de edicion: 17 de febrero de 1936.

– ?Has visto? Es la misma fecha que viene al final del prologo, que por cierto, lo escribio un periodista de aqui, de Padros. Por esa fecha tengo yo el libro, no por otra cosa. Un dia de hace muchos anos, yo tendria veintitantos, imaginate el tiempo, lo trajo mi pobre padre que en paz descanse. Venia muy ilusionado. Lo habia comprado para mi en la feria del libro de Gijon. En mi casa no comprabamos muchos libros, fue una casualidad que mi padre viera la fecha de este, o que alguien se la mostrara. Resulta que yo naci ese mismo dia, el 17 de febrero de 1936. Aqui, en Padros. ?Que te parece? Cuando pienso que mientras ese senor escribia su prologo en algun sitio del

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