Prologo de Rufino Matamoros

Al escribir este prologo estoy firmando mi propia sentencia de muerte.

Si. Me matara el Diablo al que me vendi hace muchos anos.

Pero no importa. Es mas, lo merezco. Porque fui traidor a lo mas sagrado.

Traicione una amistad verdadera, viva y unica.

Y de todas formas estoy condenado. Si no me matan las turbulencias politicas que, Dios ampare a Espana, se avecinan tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de ayer, me matara la naturaleza, que es la muerte mas infalible de todas y la unica que no se ha encontrado todavia manera de eludir: tengo ochenta y dos anos, casi ochenta y tres, y la bebida ha sido la unica companera de mi vida; eso si, fiel y siempre a mi lado. Cada dia desde que la conoci.

Por tanto, se muy bien lo que hago cuando me pongo a escribir, que nadie piense lo contrario. Se lo debo a un hombre que tal vez lo lea y tal vez no, un hombre del que ignoro si vive o murio hace anos, puede que decadas. Ignoro si fue bueno y honesto, aunque pienso que si, y porque lo pienso asi, asi lo afirmo, o fue el mas vil asesino, como defienden casi todos. Por razones que solo conocemos el Diablo y yo, debo a ese hombre que tal vez fue bueno este prologo, y quiero pagar mi deuda. Aunque escribiendolo firme mi sentencia de muerte.

Primero hablare como periodista, si merece tal apelativo alguien que hace demasiado tiempo, acorralado por el hambre y la mas rigurosa miseria, accedio por dinero a mentir. Asesine a la verdad, si. Y no es sino ahora, sin duda demasiado tarde, cuando intento remediarlo.

Es igual, ahi va:

Hoy, 17 de febrero de 1936, se cumplen treinta y tres anos, ocho meses y cuatro dias del terrible asesinato que conmociono a los habitantes de la villa de Padros y de todos sus alrededores, alli hasta donde pudieron llegar los incipientes periodicos del principio del siglo XX y tambien las voces, espantadas voces, que lo narraron a todo el que las quisiera escuchar por colmados, casinos y porticos de iglesia. Exactamente el dia 13 de junio del ano 1902 desaparecio sin dejar rastro el hijo, a la sazon un bebe de apenas un ano, del rico industrial y famoso indiano local Tomas Montana y de su esposa, Leonor. Nunca se volvio a saber de el, pero al no hallarse el cuerpo tampoco se pudo probar que se tratara de un secuestro por motivos economicos, o por otros de indole mas aberrante y monstruosa.

No paso mucho hasta que los dedos acusadores comenzaron a senalar al poeta y aventurero Gabriel Ortueno Gil, el autor de este libro. Gabriel, el amigo al que traicione. En 1897 habia regresado de Cuba convertido en heroe de guerra, y hasta la fecha del crimen se dedicaba a recorrer los caminos de esta cornisa cantabrica nuestra, malviviendo del recitado de versos, actividad que, aseguraban las malas lenguas, no constituia sino el umbral mas o menos encubierto para sus amorios con mujeres de la zona, lo que le habria granjeado la logica animadversion, y hasta la hostilidad abierta, de la poblacion masculina de los lugares que frecuentaba, asi como de las autoridades religiosas y civiles. Gabriel Ortueno Gil se hallaba en la zona cuando tuvo lugar la desaparicion del pequeno, y aunque la Guardia Civil lo busco para interrogarlo (es preciso senalar aqui, aunque resulte doloroso por el respeto que a todos nos merece la venerable figura del hoy anciano empresario Tomas Montana, que hubo insistentes rumores sobre la relacion amorosa que Gabriel mantenia por esas fechas con Leonor, esposa del empresario y madre del nino, algo muy verosimil dado el talante y fama del apuesto poeta aventurero) no pudo darse con su paradero, ni con rastro alguno que pudiera conducir a el. La prensa de entonces dio amplia cobertura a todo ello, en realidad de forma tremendista e irresponsable, y en la imaginacion y posterior memoria de todos quedo fijada, sin pruebas, la idea de que el culpable de la muerte nunca probada del infante fue Gabriel Ortueno Gil, el anatematizado desde entonces como «poeta asesino».

Hasta aqui los hechos, como digo nunca demostrados aunque comunmente aceptados como ciertos, que he narrado en mi condicion de periodista.

Ahora hablare como el ser humano que trato a Gabriel a lo largo de meses, durante los que pude considerarme companero de fatigas y hasta amigo del supuesto asesino.

Por eso, ademas de redactar este prologo que me matara, he financiado tambien la exigua tirada de esta humilde edicion de Todo el amor y toda la muerte, la unica novela de Gabriel, cuyo manuscrito me entrego para su custodia el dia que nos vimos por ultima vez, unas semanas antes del fatidico 13 de junio de 1902, y precisamente en este mismo lugar donde ahora he tenido el capricho de escribir mi prologo, sobre la playa de Padros que tantas veces nos acogio sobre su ancha cama de arena sin pedir nada a cambio. Como aquel dia, el mar, «el mar de este acantilado que vive una maldicion de amor», esta encapotado, y desde el oeste nubes oscuras presagian lluvia. Entonces yo era un hombre vencido que pedia clemencia a la vida. Hoy soy un viejo que, por recuperar un poco de la dignidad que vendio, escribe sentado sobre la misma arena, con un paraguas abierto apoyado en la espalda y una hoja blanca de papel entre las piernas. Han pasado treinta y cuatro anos. Pero hoy no pido clemencia. Ni para mi ni para Gabriel.

Ignoro, y no me importa saberlo, si Todo el amor y toda la muerte es una buena o una mala novela. Probablemente no es buena, aunque si en los anos venideros las modas literarias, que van y vienen como las mareas, deciden que los relatos fantasticos o terrorificos como este son dignos de ser leidos y alabados, acaso hallara Gabriel Ortueno Gil hueco para acomodar su nombre en algun Olimpo de nuestras letras. Si quiero senalar algo sobresaliente, incluso excepcional, que distingue a este librito. Gabriel defendio siempre, y en varias ocasiones lo hizo delante de quien esto firma, que por tanto fue testigo de primera linea, que cuanto se cuenta en su novela es rigurosamente cierto, que no hay invencion alguna en la prodigiosa historia de la muchacha transparente. ?Estrategia de escritor para forjarse un aura de misterio y fascinacion? ?O prueba irrefutable de que, como tantas veces oi decir en el pasado, Gabriel Ortueno Gil no era sino un pobre demente cuyo hogar natural debiera de haber sido el hospital provincial de los locos? En todo caso, ?no estamos todos locos, cada uno a su manera?

No leas Todo el amor y toda la muerte, amigo lector, si estas entre quienes, sumisos ante la opinion de la mayoria, aceptan de buen grado que un hombre pueda ser condenado sin juicio, hallado culpable sin pruebas, condenado porque si. Leela solo si te interesa acercarte a la peripecia vital de un ser desgraciado que quiso… ?Bah! ?Acaso importa? Todos somos humanos. Todos tenemos derecho a cometer errores. Y todos merecemos aspirar al perdon, hasta los peores de nosotros.

Yo te traicione hace muchos anos, Gabriel, vendiendote al Diablo en la tierra, el Diablo con nombre y apellidos que amano tu perdicion eterna con mi desgraciada complicidad… Ese mismo Diablo que ahora, solo por haberme atrevido a contar todo esto, acabara conmigo cualquier noche de luna llena, similar a aquella otra en la que, abordandome en un camino desierto, me tento. No me preocupa. Los viejos a los que ya no nos queda nada, ni siquiera tiempo, podemos permitirnos la dignidad ultima de escupir a los malvados. ?Que Pueden hacer en revancha? ?Matarnos?

Este prologo y esta edicion son para ti, Gabriel. Jugarme la vida por tu novela es un acto de lealtad y amor que te debo hace demasiados anos. Te lo debo a ti y me lo debo a mi. Como aquel mensaje en una botella que quisimos enviar a America (?como nos habria ido alli, amigo? ?Cuanta felicidad que nos estaba reservada no fuimos a recoger?), de nada servira. O tal vez si. Tal vez alguien, en alguna parte, lea algun dia Todo el amor y toda la muerte, y crea en tu inocencia.

Y quiero terminar con una frase de un libro que supongo que no llegarias a leer, pues fue escrito en el ano 1900, cuando tu y yo eramos tan pobres que no podiamos comprar libros, solo escribirlos. Se llama Lord Jim, y una de sus frases, cuando mucho despues lo lei, me hizo pensar en ti, y tambien en mi: «Es necesario contemplar una tormenta en alta mar para hacerse una idea de la magnitud del universo, pero ?cuantas tormentas en alta mar son necesarias para describir el sentimiento que atraviesa por un instante el corazon de un hombre?». Un abrazo donde quieras que estes, amigo.

Rufino Matamoros

Padros, 17 de febrero de 1936

– Rufino Matamoros… ?Existe? Quiero decir, ?es un personaje real de Padros? -pregunta Clara.

– Un antiguo periodista de aqui, poco conocido. Lo poco que se de el es por Eloy, que se molesto en seguirle el rastro. En el periodico, en las bibliotecas, preguntando a los mas viejos, no se decirte. Hasta encontro un par de fotos suyas. Matamoros era un tipo corriente, bajo, gordito, con aire simpatico y un poco cara de raton. Eloy me conto que trabajaba en un periodico comarcal desde principios de siglo, y que fue siempre un segundon. Pero hay dos cosas que llamaron la atencion de tu hijo. La primera, que Rufino fue el firmante de casi todos los articulos

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