paso hace mas de cien anos! Y se supone que la verdad es una y unica, y que el tiempo no la cambia. ?O si? Yo espero demostrar que puede retorcerse sobre si misma, distorsionarse, mutar hasta volverse otra. Voy a demostrar que la verdad se mueve, igual que se mecia la silueta humana que descubri con mis propios ojos, sentada en el fondo de esta bahia que, visto lo visto, debe de estar ciertamente embrujada. Debes creerme. A nadie he hablado aun de esa silueta, de esa figura que no se como denominar. ?Me atrevo a llamarla persona? Pensaras que es imposible. Tambien yo lo pense, pero como comprenderas se convirtio, de la forma mas inesperada, en mi principal hallazgo, el nuevo interes de mi investigacion, aunque no este relacionada con Ortueno Gil. Pero ?y si lo estuviera?

Te describo los detalles. Era esbelta, no se si alta o baja, porque estaba sentada sobre una roca del fondo, como el pensador de Rodin, no sabria decir si hombre o mujer; sin rostro, o al menos sin rostro en el que tuviera yo tiempo de fijarme, porque lo que ante todo llamo mi atencion fue el bulto que mantenia junto al pecho, en la postura tipica de quien arrulla a un bebe, y con esa imagen decidi quedarme: un adulto, hombre o mujer, eso no lo se, sosteniendo en brazos a un nino pequeno, a un bebe… Ascendi a toda velocidad hacia la superficie, notando los martillazos de la presion en el pecho, y sobre todo aterrorizado por la intuicion, ya se que absurda y disparatada, pero te juro que tambien inexplicablemente verosimil, de que el bebe era el mismo al que cien anos atras asesino Ortueno Gil… No me preguntes como, simplemente lo supe, lo se con certeza. Y la unica duda que restaba era la identidad del adulto: ?podria ser el asesino, o su espiritu en pena, la noche fatidica en que rapto al pequeno? Pero entonces, ?por que mi retina, durante la brevisima vision, habia percibido que el abrazo buscaba otorgar al cuerpo infantil una proteccion infinita?

Eres la primera a quien cuento todo esto; bueno, la segunda. Hable con Emilia tambien. Pero aparte de vosotras nadie mas iba a creerme, aunque en este instante, al leer mis palabras, seguro que estaras suponiendo que alucine. Seguro que temes que he recaido en mis delirios, o peor aun, en todo lo demas tan terrible. Pero no te inquietes ni sufras, y creeme. Vi lo que vi. Estoy seguro. Y lo demostrare. Te traere hasta este lugar, tomare tu mano para bajar a la playa desierta y juntos nos adentraremos en el mar y bucearemos en busca de la sombra patetica que arrulla al bebe muerto.

Contigo se que lograre demostrarlo, y por eso te lo pido:

Cree en mi. Ayudame.

5

De aqui hui hace cuatro anos, millonario y muerto.

Bastian inspira hondo ante el caseron del acantilado donde vivio tantos anos de su existencia anterior, y cuando termina de liberar el aire con lentitud premeditada le parece que se ha volteado el tiempo en un retorno incontrolado hacia el pasado. ?Que pasaria si, como una caridad del azar que dirige y domina a los humanos, existiera la posibilidad de enmendar hechos preteritos? ?Que pasaria si todo volviera a empezar? Y de nuevo es incapaz de evitar que la imagen de la ciega del restaurante tome por asalto su mente desguarnecida.

El jardin que rodea la casa esta descuidado y sucio. El cesped ya no brilla en su alegre verde de los tiempos pasados. Se ha transformado en una selva de hierbajos y grenas marrones, en fango donde crepitara la lluvia cuando las nubes descarguen de nuevo, pero aun asi Bastian percibe un aire de posible, solo posible, redencion, una esperanza indefinida surgida de la simple contemplacion de la fachada principal. He vuelto. No pudieron atraparme, ni torturarme, ni asesinarme. La quietud parece asentir, y Bastian siente como se le humedecen los ojos por un sentimiento primitivo de nino desasido de la mano materna. Lo deja fluir, se deja fluir. Hace mucho que nada lo conmueve, mucho que sus sentidos viven dia y noche sometidos a dos brutales verdugos: su huida permanente, siempre inacabada, y la claustrofobica impostura de novio a punto de casarse en la que se metio para anadir solidez a su identidad falsa; pero es justo ahora, solo ahora, ante lo que fue su hogar, cuando tiene por primera vez plena consciencia de ello. El silencio, que podria ser de paz pero tambien de cripta, le estremece y a la vez le llama a dar el siguiente paso. Otra vez en guardia, empieza a rodear la casa vigilandola como si se tratara de un enemigo listo para el ataque, atento a esquivarla si se decidiese a saltar desde sus cimientos moribundos para engullirlo. Un frescor humedo asciende a pesar de todo desde la tierra cubierta de hierba muerta, y por encima de los demas recuerdos asociados a ese olor huele a Vera, al lejano dia de tormenta y lluvia torrida en que, desnuda y frivolamente sadica, lo abandono a la intemperie en la hora numero treinta y uno de las ciento ochenta y siete, moribundo de deseo bajo el brutal aluvion de millones de gruesas gotas que vinieron a reventar sobre el bochorno asfixiante de las horas previas, cuando ella, a salvo en el caseron mientras el permanecia encerrado afuera con los relampagos, comenzo a masturbarse frente a una de las ventanas de la planta baja sin haberle especificado previamente cual, ahi radicaba el juego por el que hubo el frenetico amante de localizarla correteando alrededor de la casa como perro rabioso. Aqui, hora tras hora de aquellos pocos dias infinitos que parecieron uno solo dolorosamente corto, reinaron con mano dura las inmisericordes humedades de Vera, sus ocurrencias obscenas e irresistibles. Cuando por fin, cubierto por el manto implacable de la lluvia, la encontro tumbada sobre la mesa del salon, comenzo a aporrear el cristal para llamar su atencion. Ella, calmosa, le dedico una sonrisa amplia con los labios de la boca y del sexo, y como premio a su teson sumiso le permitio contemplar como culminaba el orgasmo. Luego se levanto, camino hasta la ventana al otro lado de la cual aguardaba el y cerro los postigos de madera abandonandolo bajo la lluvia, desconcertado y ansioso. Abrio a los pocos segundos la puerta, salio, lo tomo de la mano y en vez de refugiarse del aguacero como pretendia el, grotescamente encorvado, camino airosa hasta el centro del jardin, con una sonrisa de poderio en el rostro capaz de ahuyentar a la mismisima lluvia. Terminaba la hora treinta y uno, y para rememorar el extasis devastador que vivio a continuacion no precisa recurrir al guion de sus recuerdos. Bastan y sobran, como han bastado y sobrado siempre, las evocaciones de la piel y hasta de la razon, que incluso en los momentos de odio mas meditado y algido de estos cuatro anos le han excitado traicioneramente, para empujarlo sin remedio a conceder una tregua a sus crispaciones y masturbarse reproduciendo en la pantalla de la memoria aquel climax que estallo para ambos, o eso creyo el entonces, cuando entraban ya en su hora treinta y dos, bajo la lluvia mas gloriosa de toda su existencia. Vera le hizo creer la mentira de que la felicidad de ambos era infinita y seria eterna. Y el la creyo. Queria creerla. «Seremos para siempre», sentencio otro amanecer soleado, de silencio tan impecable y transparente que creyeron haber muerto mientras dormian abrazados y felices, fusionadas a traves de la piel las serenidades de ambos como si los dioses hubiesen olvidado desenchufarlos de esa paz inabarcable y nitida que solo muy de vez en cuando conceden a los amantes.

La puerta principal esta cerrada. Sobre ella aun se sostiene engarzada al aparatoso anclaje original, herrumbroso pero resistente al tiempo, la enorme ene mayuscula de hierro que muchos anos atras, al parecer mas de cien, ordeno instalar el primer dueno del caseron, el indiano Tomas Montana. Es otro vestigio del pasado, tal vez el mas antiguo de todos. Bastian traga saliva al aferrar en el bolsillo la llave de la que nunca se desprendio, y comprende de repente que la ha guardado todo este tiempo porque su inconsciente deseaba volver, o necesitaba volver, o incluso se desesperaba por volver. ?Para que, exactamente? La llave entra con suavidad en la cerradura y el miedo crece y se regodea invicto en sus tripas. ?Y si los sicarios del serrucho y el alfiler aguardan dentro? Nunca deja de temer que en cualquier momento, de la forma mas inesperada y en el mas insospechado lugar, pueda aparecer el sonriente Humberto flanqueado por sus hombres para decirle: «Aqui te queria pillar». Pero ya no hay retorno, ni tampoco quiere que lo haya. Si gira la llave hacia la derecha descorrera el cerrojo, la puerta se abrira y entrara en su propio pasado.

Se permite creer que el tiempo no existe, y al lograr imaginarse cuatro anos antes se ve a si mismo, ve a Sebastian Diaz corriendo hacia el coche con la bolsa del dinero tras cerrar la Puerta sin mirar atras. Paro en seco, regreso a la casa y recoge su chaqueta de lino, tal vez empujado unicamente por la inercia de muchos anos de vida sin sobresaltos. Que absurda ingenuidad, regresar a por una chaqueta cuando estas condenado a la muerte mas atroz… Aquel momento parecio el final y sin embargo fue el principio. ?O el principio, el verdadero principio, ha sido el encuentro con la ciega? Dudan los dedos temerosos, congelados en el aire a un milimetro de la llave, y por ultimo Bastian decide dar una segunda vuelta de inspeccion antes de abrir, sin atreverse a reconocer que en realidad es el miedo lo que le impide entrar.

Saca del coche unos prismaticos que al partir tuvo buen cuidado en cargar y tras caminar hasta el borde del acantilado enfoca con ellos el edificio de apartamentos que se yergue en el siguiente promontorio de roca, a dos o tres kilometros, tambien sobre el mar. Es un edificio construido en el ano 1971, una treintena de apartamentos de

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