carta: 'El que desgraciadamente esta muy bien y completamente curado de algo que no era un cancer sino un falso diagnostico, es Fulanito…'
La vida es maravillosa, porque es imprevisible. (Desarrollar este pensamiento mas tarde, en el primer capitulo relativo al extrano caso del desfalco en la recaudacion de rentas y gabelas de Sevilla. Lo perpetra aquel andaluz que confiaba en que su noble protector lo llevara de secretario a la Corte. En vez de ir a Madrid fue a parar a la carcel de Cadiz. Le conmutaron la pena por un enrolamiento en la tropa que reclutaban para viajar a las Indias. Se me estan ocurriendo centenares de ideas, pero con lo anterior me basta para recordar despues…)
La vida es maravillosa porque es imprevisible. Desarrollo en imagenes: Una encrucijada de calles y avenidas. Al dar la vuelta a una esquina, indistintamente puedo tropezar con un ciego que me pide limosna, o con un maton que me rompe las narices, o con un amigo que me andaba buscando para decirme que he ganado la loteria, o con una mujer que insensiblemente va a conducirme a la bebida, la holgazaneria, los estupefacientes, la ruina, el hospital, la muerte.
La vida es maravillosa porque es imprevisible. Cuando me habia dado con el Consul en las narices, me encontre con este angel de Miguel y tuve una increible racha de buena suerte. Descubri, ademas, el tema de mi novela, cargada de posibilidades no solo literarias, sino sociologicas. Necesitare tomar unas notas en la Biblioteca. Por conocer mi debilidad por la buena comida (alguna vez le conte que yo padecia un hambre atrasada de varias generaciones) Miguel me llevo a almorzar a un restaurante del Rond-Point de los Campos Eliseos. Al enterarse de la muerte de mi padre, de mi enfermedad, de mi imposibilidad de conseguir el valor del pasaje que habia empleado en gastos explicables y urgentes, me presto doscientos dolares que le pagare cuando regrese al pais. Me conto que le habia vendido al Embajador el automovil Mercedes que usaban su padre y sus hermanas. El que Miguel tenia, un descapotable que corre a ciento cincuenta kilometros por hora, quedaria en un garaje de la rue de Ponthieu, pero daria instrucciones para que yo lo sacara de vez en cuando. A un coche de esa clase hay que correrlo como a los caballos del hipodromo. Me dio las llaves, el cheque y tarjetas de presentacion para gentes que pueden darme un puesto.
Voy a dialogar otra vez. Relatar me aburre y me fatiga. ?No estare dilapidando en novelas un talento teatral que me rezuma, con la tinta, por los picos del estilografo?
– Le decias al Consul que terminabas tu tesis de grado cuando te enfermaste. ?Es cierto?
– Tenia que decirselo porque el buen hombre es un funcionario anquilosado por la burocracia y jamas podria entender lo que frente a una carrera consular es una carrera literaria.
– Tu tienes una imaginacion de novelista y nunca he dudado de tu talento, de tu…, etc.
– Tu en cambio, no eres el tipo del hispanoamericano, sino el arquetipo de lo que este llegaria a ser dentro de dos generaciones, si la Alianza para el Progreso no fuera una solemne mentira.
Al pobre Miguel se le llenaron los ojos de lagrimas. Yo tambien estuve a punto de llorar, pues pertenezco, como lo anote alguna vez, a la categoria de los espectadores que lloran en el cine.
Cuando Dostoyewski perdio en Baden-Baden todos sus recursos, sobre la idea de 'El Jugador' consiguio un adelanto de sus editores. Sin que yo pretenda compararme con el, reconozco que se trata de una coincidencia estimulante, ya que a mi se me ocurrio el tema de la novela cuando almorzaba con Miguel. Se me ocurrio al ver la curiosa mezcla de rasgos fisicos y perfiles morales que caracterizan a mi amigo. Entre los ultimos, pues ya me referi a los primeros, descuellan su sencillez, su vanidad infantil, su generosidad, su credulidad…
– No te vayas por las ramas. Eso esta bien en una novela… en una novela proustiana. Yo no me puedo tragar a Proust. Me pierdo, como cuando aprendiamos a jugar al ajedrez.
– Tu no estas hecho para el ajedrez sino para el rugby. Mi idea es tomar tres personajes iniciales: un blanco en el siglo XVI, un indio en el siglo XVI, un negro en el siglo XVIII, los cuales han ido multiplicandose a lo largo de varias generaciones hasta fundirse y confundirse en el siglo XIX, en la epoca de la independencia. El blanco era un pobre diablo, picaro y mala persona, que al venir al Nuevo Mundo para escapar a una carcel en Cadiz por malversacion de fondos, se convirtio en encomendero.
– Te equivocas si piensas que todos eran unos picaros…
– Picaros, maleantes, ignorantes, analfabetos, ocasionalmente funcionarios de ultimo orden que trataban de tentar fortuna en America. Solo a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII llegaron burocratas menos despreciables.
– A mediados del siglo XVIII vino a Cartagena de Indias un capitan espanol, un segundon noble de Extremadura, hijo natural del Duque de Tordesillas… Eso puede servirte. Papa le pago no se cuantos miles de pesetas a un heraldista de Sevilla que trabaja en el Archivo de Indias, para que nos siguiera la pista hacia atras. Has de saber que en el siglo XVIII se tropezo con el Duque. Nosotros no tenemos una gota de sangre negra o indigena.
– Los hispanoamericanos provenimos de ese triple origen racial, lo cual no quiere decir que la mezcla se haya asentado y todos la llevemos en la sangre en proporciones iguales. En America hay blancos puros, recien llegados de Italia o de Espana, y los puedes ver en Buenos Aires. Hay negros puros de toda mezcla en las costas del Caribe y del Brasil. E indios que inclusive no hablan espanol sino quechua, en el Ecuador, Bolivia y el Peru. Y hay tambien -naturalmente no es tu caso- un cuarto abuelo imaginario. Cuando el hispanoamericano adquiere cierta posicion social y economica, encuentra al duque siete generaciones atras. Respecto del negro…
– No lo resisto.
– Al negro lo habian cazado en Guinea o en la Costa de Marfil, arrancandolo brutalmente de su selva y de su raza. Lo vendieron en un mercado de esclavos de Cartagena de Indias o de Bahia de Todos los Santos. El indio, mejor la india, estaba hacia siglos en America cuando llegaron el blanco y el negro.
A Miguel solo le interesaba el desarrollo de la intriga.
– Al cabo de las generaciones, esos tres seres se entreveran de tal manera que solo un heraldista como el que siguio hacia atras la filiacion de tu padre, podria desenredar el ovillo. En la epoca crucial de la independencia americana, el amo era un mestizo, el criado era un mulato, el arrendatario era un zambo. El general era hijo de un blanco y una india, el soldado era un negro cruzado de indio o de blanco, el criollo que luchaba contra los espanoles en Arauca, en el Pantano de Vargas, en las faldas del Pichincha, en los desiertos de Piura, en los lagos de Chile, en las pampas del rio de la Plata, era ocasionalmente blanco, negro o indio. Pero principalmente mestizo, mulato o zambo. Y aun cuando fuera un blanco de indiscutible ascendencia espanola, a la sazon ya pensaba y sentia, bailaba y cantaba, vivia y comia como un negro de Santo Domingo o de Bahia de Todos los Santos. Y aun cuando fuera un negro, tenia la insolencia de un blanco; y si era un indio de la cordillera, su respeto por las jerarquias oficiales, su fanatismo politico y de neofito cristiano, lo asimilaban a un blanco…
El Armagnac relampagueaba en los ojos de Miguel como una tempestad ancestral.
– Las peripecias del espanol a quien la fuerza de las circunstancias convirtieron en marinero, soldado, conquistador; que sudaba a mares dentro de una armadura cuando remontaba el Guayas o el Orinoco en una canoa, perseguido por una nube de zancudos…
– Mi abuelo el capitan…
– Supongamos que era tu abuelo. Y luego el negro que se enfrenta, en la cala infecta de un galeon, con la realidad de la esclavitud y del latigo. Companeros suyos de desgracia, sin ver el mar, sacudidos furiosamente dentro de la bodega, mueren de nostalgia y de peste con una extrana cancion en los labios…
Miguel comenzo a tararear una cumbia.
– En esa cala venian los embriones del jazz, la samba, la cumbia, el porro, el merengue, el currulao… Te confieso que ahora miro a los negros que pasean por el Boul' Mich' con una profunda simpatia. Al menos, ya no los subastan en un mercado de esclavos; ni los palpan, los miden, les examinan los dientes y los organos