americana, sino sobre Indoamerica, que no es lo mismo.
– ?Por que una novela hispanoamericana no es lo mismo que una sobre Hispanoamerica? Y ?que es eso de Indoamerica y no Latinoamerica, por ejemplo?
– No es una cuestion de matiz, sino un juicio de valor como diria tu amigo el brasilero. Aunque el escritor sea ruso, o frances, o norteamericano, o espanol, y escriba dentro o fuera de su pais sobre un tema de los que llaman local o regional, esta inscrito en una epoca determinada y enfrentado por eso a problemas que torturan por igual a todos los seres humanos. Ademas la era de los nacionalismos, los colonialismos, los imperialismos, esta superada.
– Eso tiene gracia en labios de… (en el grueso hocico de un negro)… en labios de un comunista.
– Soy un hombre libre que simpatiza con cualquier ciudadano que luche por la paz y por la libertad.
– Yo tambien. Por eso me interesa la libertad de Hungria, por ejemplo.
– Me interesa un sistema politico que elimine las desigualdades nacionales, raciales, sociales, estatales…
– El nacionalismo renace en Africa y en Asia. Imperialismo es el de Mao cuando trata de apoderarse de los paises vecinos; el de Rusia, cuando avasallo una serie de naciones libres en la Europa central.
– Los americanos hablamos de lo que no entendemos. Volviendo a la novela te repito que la obligacion del escritor en nuestro tiempo es desarrollar dentro de cualquier escenario, en cualquier lengua, en cualesquiera circunstancias… ?Me entiendes?… el tema de la revolucion, la libertad y la paz. No podemos detenernos a lamentar la violencia de los medios cuando el proceso historico conduce inevitablemente a la paz, la justicia y la libertad.
Me indigna esta monserga comunista. Hay tres tipos de insolencia que no puedo soportar: la de los negros que se sienten blancos, la de los jovenes que se creen inmortales y la de los comunistas que se consideran depositarios de una verdad revelada por Marx. Y este tipo es negro, joven y comunista.
– Alguien me hablo de una novela historica que estas escribiendo sobre America Latina. ?Prefieres que diga America Latina?
– Mi novela se desarrolla en la epoca de la independencia americana.
– Una revolucion fracasada, como sabes. Los libertadores buscaban la independencia politica de nuestros paises pero no querian la revolucion social. La Independencia fue una guerra internacional hecha por las elites, no una revolucion social porque no la hizo el pueblo.
Le expuse mi idea del mestizo como culminacion de esa larga historia, llena de sangre y lagrimas, que es la de Hispanoamerica. Para mi, lo verdaderamente revolucionario a todo lo largo de nuestra historia es la ascension del mestizo. La novela que yo pensaba escribir -por la primera vez empece a hablar en pasado de mi novela- era hispanoamericana por tratar del mestizo. Pero la conversacion se generalizo cuando llegaron el chileno y dos muchachas, americana la una y chilena la otra, llamada Rose-Marie. Vivian juntas, segun dijeron, en una casa de familia por los lados de la Place Pereire.
– ?Rose-Marie? -exclamo el negro con aire burlon-. El esnobismo de los hispanoamericanos no tiene limites. A esta nina le han puesto el titulo de una opereta gringa.
Se detienen a la puerta dos grandes automoviles: un Cadillac de la Embajada Americana (CMD, Chef de Mission Diplomatique) y un Buick. Descienden cuatro personas de este ultimo, dos de las cuales toman asiento en una mesa vecina de la mia, y las otras dos, unos tipos fornidos y desenvueltos, entran en el restaurante. Uno de ellos acaba de salir para decirle algo al chofer del Cadillac, que abre la puerta del coche del cual se apean un hombre alto y elegante y un senor todavia joven, de gafas relucientes, sobriamente vestido.
– Son el Embajador y el Secretario de Estado de los Estados Unidos -dijo alguien.
Es un buen arranque para una novela de suspense. Fin del invierno en Paris, Montparnasse, mediodia, cuatro agentes secretos entran en La Coupole para proteger discretamente a un Ministro de Estado y a un Embajador.
Al verme sentado ante mi vaso de cerveza, el Secretario de Estado le dice algo al Embajador. Este lo coge familiarmente por el brazo y los dos pasan al restaurante. Los detectives de la mesa vecina miran en redondo, como perros de presa. Tal vez -y aqui comienza un pensamiento idiota- el Secretario de Estado le dice al Embajador:
– ?Quien pudiera sentarse un momento aqui, como ese estudiante que bebe cerveza mientras escribe versos en un cuaderno! Cuando yo vine por primera vez a Paris…
– Cuando usted vino por primera vez a Paris no era Secretario de Estado, ni yo era Embajador…
Millones de hombres en el mundo sienten la tentacion de la grandeza, – y deben ser pocos- puesto que los grandes son escasos, los que al pasar camino de una Asamblea Nacional, o de un Ministerio, o de una inauguracion, y ver a un pobre diablo como yo sentado apaciblemente en una mesa de cafe, sienten momentanea, pero agudamente la tentacion de la mediocridad. Pensaran: Ese tipo no tiene que afrontar un debate en el Congreso; ese hombre que toma su vaso de cerveza no tiene que soportar el tedio de un desfile militar; ese estudiante tranquilo y anonimo no tiene que pronunciar un discurso, ni sentirse continuamente vigilado por este par de agentes de la seguridad.
?Existira de veras esta tentacion de la mediocridad? Y yo, ?sere un hombre mediocre?
Nota:
CUADERNO N.° 6
'… tirado boca arriba en la falda de la colina, miraba las nubes que flotan en el cielo azul. El sol derrite los sesos del pobre Cain mientras que Abel, a la sombra de un arbol, goza de una deliciosa frescura. Cain interrumpe un momento su pesada labor, se enjuga con tres dedos de la diestra el sudor que le empapa la frente, y apoyado en el mango de la azada trata de pensar… Piensa que la tierra, con el sol del verano, se ha vuelto dura como el granito. Piensa que debe romperla con la azada, para ablandarla, antes de que lleguen las lluvias y no pueda sembrar. Piensa en las madrugadas frias, en las jornadas de trabajo interminable, en las noches pesadas como una losa de plomo. Mientras el trabaja, Abel toca una extrana melodia en su flauta de canas. Cain pierde las cosechas por exceso de lluvias o de calor, cuando sin mover un dedo las ovejas de Abel se multiplican y se cubren de un vellon grueso y amarillo, cuando llega la primavera…
Me hallaba seriamente preocupado con la injusticia que se cometia con el pobre Cain, que en la version definitiva de mi novela tal vez llamare Alain para disfrazarlo un poco, cuando me llamo por telefono el jefe de redaccion. Me levante con fastidio de la mesa -dos estudiantes jugaban ajedrez, otro leia una revista, otro escribia cartas- y me entere de que se necesitaba urgentemente, para el dia siguiente, el articulo que aun no habia comenzado a traducir. ?Como puedo pasar de una cosa a la otra, de una pagina de creacion a una traduccion sin interes, como quien cierra el grifo del agua caliente para abrir sin transicion la llave del agua fria? ?Cuando podre recuperar la energia desperdiciada, las ideas que se echaran a volar, las imagenes, y las frases, y las escenas que estaba viendo con los ojos de la imaginacion en el momento en que estaba escribiendo? Al dedicarme a la traduccion, mi inspiracion novelesca plego las alas. Ya no puedo recordar que era lo que Cain estaba pensando cuando Abel, a la sombra de un arbol, con las manos enlazadas por detras de la nuca, miraba una nube blanca y redonda flotar lentamente en el cielo azul.
Recostado boca arriba en la cama, mi amigo Gonsalvo miraba el cielo raso del cuarto. Era la posicion de Abel cuando Cain dejo de arar para verlo tendido a la sombra de un arbol y en medio de sus ovejas que sesteaban. Gonsalvo me pregunto si me iba a acostar. Atravesaba el pobre un sombrio periodo de nostalgia y tenia necesidad de cambiar ideas con alguien. Yo no podia complacerlo, aunque a mi, mas que a el, me hubiera convenido conversar un rato. Al contarle a grandes rasgos el tema de mi novela, tal vez recordaria las ideas que estaba desarrollando cuando me llamaron por telefono.
En el salon un estudiante del Conservatorio 'trabajaba' una sonata de Beethoven. Presentaria su examen dentro de dos dias.
– ?Te molesto?
– No, por el contrario. Me encanta escribir mientras te oigo tocar.