en el Obelisco de la Plaza de la Concordia. Las aceras hormigueaban de gente, la muchedumbre de vehiculos producia un confuso rumor y las mariposas blancas de los agentes del transito aleteaban un momento ante las pequenas flores de las senales luminosas. Un timido rayo de sol iluminaba el lado izquierdo de la avenida, mientras que el opuesto permanecia sombrio y helado. Al pasar frente a las grandes vitrinas de la Panamerican Airways me detuve a contemplar unos carteles que anunciaban vuelos a distintos paises de America del Sur: Mexico, Venezuela, Colombia, el Peru, la Argentina, el Brasil. Podria empujar la puerta de cristal, acercarme al mostrador y comprar un billete para el primer avion que saliera de Paris. Un escritor como yo, que no es un campesino, sino un modesto habitante de un barrio de empleados publicos que confina con los barrios obreros, no puede describir unos campesinos sudamericanos desde Paris. Eso es logico. Para escribir esa novela necesitaria estudiar el terreno y enterarme de las costumbres de esas gentes y de su manera de hablar. No se como piensan, en el caso bastante improbable de que piensen algo; y ademas su lenguaje es arcaico e incorrecto como el de mi pobre abuela. Ella tambien emplea palabras que los hombres de la ciudad hemos olvidado, o sustituido por otras, pues ya no existen las cosas a que ellas se referian. ?Podria yo designar exactamente los nombres que les dan a los colores de sus animales? Un caballo rucio, zaino, bayo; una vaca barcina, un toro barroso, una gallina saraviada. Estas minucias idiomaticas son muy importantes.
En Pigmalion, Bernard Shaw convierte a una huerfana de arrabal en una lady al ensenarle a hablar un ingles de Oxford; y Proust dedica paginas enteras a describir las deformaciones del frances de Paris en los labios de su criada Francisca. Ahora estoy en Paris y camino por los Campos Eliseos, y acabo de tropezar con una muchacha de revista de modas. En medio de la muchedumbre apresurada, fea, opaca, triste, anodina, emerge de pronto una de estas incomparables criaturas que van al Lido a desnudarse para la revista nocturna, o a una casa de modas a vestirse para las millonarias, o a los bares del Jorge V y de Fouquet's en busca de un hombre que las desvista y les de varios centenares de francos con los cuales se vistan como las modelos de las revistas de modas. Sin embargo, al placer puramente fisico de encontrarme en Paris, seria absurdo sacrificar una novela que algun dia me sacara a flote si alguien entra en la tentacion, muy explicable, de traducirla al frances.
En la terraza del Coliseo me tome no un Ricard, sino un whisky. Las cosas serias no se pueden pensar con un licor barato y dulzon, cuyo aroma pegajoso lastima la naricita fina y respingada de Rose-Marie.
La menor observacion lo echa todo a perder y detiene la imaginacion del escritor lo mismo que un grano de arena paraliza el mecanismo de un reloj.
La confusion que se me formo en la cabeza con esta historia de Cain y Abel, que originalmente era tan clara y se prestaba a una inmersion a fondo en la psicologia del ciudadano y del campesino, se produjo cuando el Padre primero, y el negro despues, me presentaron sus puntos de vista. ?De quien nace el ciudadano, de Cain o de Abel? ?Abel es el idealista, el poeta que mira pacer sus ovejas tirado boca arriba en la falda de una colina, o por el contrario y como lo sugeria el Padre del Centro de Estudiantes, es el hombre de accion que inventa la caza, la guerra, la navegacion, la conquista y finalmente la ciudad? Todo salio del campesino que es Cain, y absolutamente nada de Abel fuera del estimulo que creo en su hermano al suscitar su envidia, su odio, su crimen, su fuga por el mundo y tal vez algun dia su remordimiento final. La humanidad biblica salio de la simiente de Cain y no de la sangre derramada de Abel. La humanidad es cainiana, pues renego del paraiso del campo e invento el infierno de la ciudad, y como el judio errante, vaga inquieta y angustiada, para ocultarle el rostro al Senor y no encontrarse de manos a boca con el fantasma de Abel. Dos muchachas en la mesa de al lado me miraron con desconfianza, cuando dije algo en voz alta, sin darme cuenta.
– ?Otro whisky, doble, sin soda, con hielo y agua, por favor!
Las muchachas cambiaron de mesa. Si prescindiera definitivamente de la novela de Cain y concentrara mi atencion en la de la Isla del Caribe, me podria quedar en Paris. Se trata de un tema ironico, cuyas posibilidades dentro del mundo imaginario de la literatura no dependen de un sitio y de unos personajes determinados. Es una obra actual, contemporanea, que podria interesar lo mismo a un lector hispanoamericano que a un lector de Paris. Inclusive es un tema que con ciertas modificaciones se convertiria en una buena pieza de teatro, o en una pelicula llena de movimiento, dramatismo y veracidad. Comenzaria con una angustiosa fuga nocturna para terminar en un bombardeo de la isla, en un canoneo arrasador desde un barco de guerra, en un desembarco nocturno y un espectacular combate a mano armada. Es una historia que veo con ojos de espectador de cine y me cuesta cierto trabajo concebirla como lector de novelas. Si aplazara mi regreso -es una simple suposicion- dispondria en efectivo de quinientos por cuatrocientos ochenta y cinco, son cinco por cinco, veinticinco, y van dos, cinco por ocho, cuarenta mas dos, y van cuatro, cinco por cuatro, veinte, mas cuatro, o sean dos mil cuatrocientos veinticinco francos; cuatro o cinco meses en los cuales tendria tiempo suficiente para conseguir algunas traducciones o alguna colaboracion en una revista hispanoamericana. Lo importante es no perder los estribos, ni a Rose-Marie, en el momento mismo en que la acabo de encontrar. ?Y que pensarian el Ministerio que accedio a repatriarme, el Consul que me entrego el dinero de la repatriacion, Miguel y su padre que la gestionaron, y mi hermana que conoce mi debilidad de caracter? Lo que dijeran el Consul y el Ministerio, si resolviera desaparecer en esta selva de Paris, me importaria tres pepinos. Miguel acabaria por disculparme, precisamente por conocerme y conocer a Paris. Mi abuela es el unico ser en ese lejano y extrano mundo del otro lado del mar, que me conmueve de veras. Pero si Dios y un poco de buena suerte me acompanan, podria llegar a casarme con Rose- Marie y entonces solucionaria de golpe mi problema economico, la tranquilidad de mi casa y mi porvenir de escritor. Moriria de verguenza si Rose-Marie, por encima del hombro, me estuviera mirando escribir. ?Y por que, si esta enamorada de mi, no habria de casarse conmigo?
– Un whisky, por favor.
Alla no voy a encontrar sino realidades opacas y deprimentes: una ciudad fea, un barrio lugubre por cuyas calles sucias vagan de noche los perros hambrientos y los fantasmas de los empleados publicos; una casa destartalada desde cuyas ventanas no se ve la torre de Saint-Germain des Pres; y en aquella casa dos seres sencillos que me quieren, pero con quienes nada tengo que hablar. Aun sin un franco en el bolsillo, en Paris puedo imaginariamente ser lo que se me antoja, y con un poco de suerte nadie me impediria llegar a serlo.
– Te vi al traves de los vidrios con la pluma en la mano y sin levantar la cabeza. Estabas tan abstraido que tuve la tentacion de acercarme y mirar por encima de tu hombro lo que estas escribiendo… ?No pongas esa cara, por Dios!… Soy incapaz de leer una tarjeta postal que no me pertenece. Y ahora, ?me vas a hablar de tu novela?
Una mujer bonita es como el sol, que cuando asoma entre un cielo denso y oscuro, en un momento transforma, colora, calienta, pinta subitamente el paisaje. Rose-Marie ilumina el jardin central de la Place Pereire, realza el color de las rosas de la floristeria de la esquina de la Avenue Niel, enciende las enormes cajas de vidrio de los restaurantes de la Avenue de Villiers y de la rue de Courcelles, y echa a correr el tren periferico que rueda por en medio y por debajo del Boulevard Pereire. El camarero malhumorado que me sirve despacio y mal, cambia de caracter cuando le trae a Rose-Marie una taza de cafe con leche. Los estudiantes que discuten en un rincon, levantan los ojos para mirarla. Cuando familiarmente me pone una mano en la nuca, me corre una descarga electrica a lo largo de la columna vertebral. Cuando le conte el dilema en que me encontraba, reflexiono un momento y dijo:
– Tus intereses estan alla y no aqui; aqui eres un estudiante desconocido mientras que alla tendras todas las ventajas de un muchacho rico, de buena familia, recien llegado de Paris. Ademas tu novela no se puede escribir lo mismo aqui que alla, y eso tienes que comprenderlo. Si la escribieras aqui, no la podrias publicar sino alla. ?Que interes tendrian los franceses en leerla, si la publicas en espanol? Y si la haces traducir al frances, ?cuanto tiempo perderias en verla impresa y publicada?
Yo asentia con la cabeza sin decir palabra.
– Mientras me venia el sueno pense mucho en tu novela la noche pasada. A medida que se la contaba a mi amiga, tanto la cena como el baile, y el panico inicial, y la fuga nocturna, y la vida en la isla y todo lo demas, algo sonaba falso. Es una historia inventada de pies a cabeza, inverosimil aunque de una perfecta logica dentro de un mundo imaginario… ?No te molesta que te lo diga? ?De veras te interesa?… Es una fantasia, pero no una novela. Es una mezcla de fabula de La Fontaine, Robinson Crusoe y Animal Farm de Orwell… ?No la has leido? Me gustaria que la leyeras: es tu mismo tema pero trasplantado a un escenario de La Fontaine y cuando los animales hablaban. Pensaba en que podrias reducir las dimensiones de la Isla en el Caribe…