conversacion al terreno de las ideas generales.
– Cuando me despedia en el aeropuerto, Miguel conto algo muy extrano sobre un tipo que vive en Paris y le estrello su automovil. ?Tu lo conoces?
– Debe pasar por mi de un momento a otro, porque todavia no tengo automovil.
Yo le dije a Rose-Marie, al oido, que me estaba muriendo de dolor de cabeza y queria irme a acostar. Al levantarnos de la mesa, el perdedor de los dos mil dolares en Cannes nos invito a todos para el proximo sabado a un coctel en su departamento de la Avenue Foch, que le habia arrendado por seis meses el padre de Miguel.
Los primeros quince dias tenia la preocupacion de anotar en este cuaderno lo que habia gastado: desayuno en un bistrot de la esquina de Ternes con MacMahon, almuerzo en el restaurante de 'La Boule d'Or', aperitivo en el bistrot de la Place Pereire. A medida que pasaban los dias, el gasto iba subiendo. A veces por culpa de ella, pues me hablaba de algun restaurante de la Avenue Victor Hugo, a donde la habia llevado el Embajador de Chile, de cuyas hijas era muy amiga. Otras veces la culpa era mia, pues por presumir de conocer lugares que nunca frecuentaba, di en llevarla a tomar el aperitivo no al bistrot de la Place Pereire, sino al bar del Plaza o a la terraza de Fouquet's. Para no preocuparme deje de hacer cuentas. Pasado el primer mes le dije a Rose-Marie que el medico me habia prohibido viajar en avion, pues tengo -no lo tengo, pero algo tenia que decir- un soplo congenito en el corazon. Ella se preocupo mucho y me prohibio viajar en metro para evitar las escaleras. Esto represento sumas cada vez mayores en taxi, al cual, por otra parte, no es dificil aficionarse cuando se llevan cuatro anos de diaria intoxicacion en el metro. Cuando al hacer un arqueo de lo que tenia en el bolsillo no encontre sino ochenta francos y un recibo por los ultimos ocho dias de hotel, desisti de viajar. Le dije a Rose-Marie que mi abuela y mi hermana me habian escrito que vendrian a Paris y pasarian conmigo el verano en una playa espanola de la Costa Brava. Comence a esperar en el milagro o en la loteria.
Los cines y el metro ya huelen a sudor. Los escaparates de las tiendas presentan una deslumbrante coleccion de vestidos de playa. Las mujeres se desvisten rapidamente y ayer vimos con Rose-Marie, en la terraza de Fouquet's, una inglesita en 'shorts'.
Divertimiento Orquestal para una Novela de Sociedad que no podria escribir.
Escenario: Embajada de Chile. Personajes: Los que aparecen por su orden.
Un caballero anciano, de perilla blanca, muy palido, vestido rigurosamente de negro. Se diria un profesor frances, pero es un antiguo Embajador hispanoamericano establecido en Paris desde hace muchos anos.
Embajador: Hay un tema que un novelista como usted deberia tratar algun dia: el de esa generacion, formada aqui en Paris, cuya influencia fue decisiva tanto en America como en Europa.
Una senora: ?Hace anos que no nos vemos, Embajador! ?No estaba en Paris?
Embajador: Estaba en Suiza… Le presento a estos amigos: la hija de…
Una senora: Claro que te conozco… Yo adoro a Suiza en invierno, Embajador… No les digo adios, ya vuelvo.
Novelista: Pues esa generacion tuvo una enorme importancia, y no lo dudo, solo que como novelista no me interesa.
Embajador: ?Como no le va a interesar! Esa generacion formo una conciencia americana en Europa y en America una conciencia europea.
Profesor: Ustedes deben estar hablando algo muy interesante. Buenas noches, Embajador…
Embajador: Les presento al profesor N… del Instituto de Altos Estudios Latinoamericanos.
Rose-Marie intervino para decir que yo tenia un temperamento polemico y es uno de los defectos que procurara corregirme cuando sea mi mujer.
Embajador: Usted es muy joven todavia y tal vez no conoce bien nuestra historia de comienzos del siglo.
R. M.: La conoce tanto, Embajador, que esta escribiendo una novela sobre esta epoca… Buenas noches. No te veia hace anos. ?Estabas en Italia todavia? Te presento al Embajador…, mi novio… Tu lo conociste una vez en el Centro.
Segunda senora: ?De lejos, claro! Pero no quiero interrumpirles. Tengo que saludar a la senora de la casa. No la veo desde hace anos.
Embajador: Perdone usted, no lo sabia. Sin embargo, quiero decirle algo que podra servirle para la redaccion de esa novela.
Embajador: Por Paris ha pasado toda la historia americana desde la Independencia hasta nuestros dias. Por Paris ha pasado esta mujer maravillosa infinidad de veces… Venga un momento, les presento… Bueno, sera otra vez.
Tercera senora: ?Ya vuelvo, ya vuelvo!
Novelista: Por eso te digo, Rose-Marie, que para escribir una novela hispanoamericana hay que estar en Paris.
Embajador: En Paris nacio en Bolivar la idea de la Independencia cuando hablo con Humboldt y asistio a la coronacion de Napoleon en Notre-Dame. En las logias inglesas se discutia la independencia americana. La organizacion del Estado se hizo en America con ideas de la Revolucion Francesa. Las elites de todos nuestros paises han leido en frances. En Paris escribio esa generacion de fines del siglo diecinueve y comienzos del veinte, a la cual tanto le debemos.
Novelista: Todo eso puede ser asi, pero lo cierto es que ahora los americanos que viven en Francia no influyen en nada en la America de las nuevas generaciones, ni esta se refleja al traves de ellos en Paris.
Un secretario: Con su permiso, Embajador… El Embajador de Bolivia que acaba de llegar a Paris… Tal vez usted lo conocio en…
Embajador: ?Pero muchisimo, figurese usted! Este amigo novelista a quien quiero presentarle, no cree que Francia haya tenido una influencia decisiva entre nosotros…
Boliviano: ?Decisiva! Pero, ?quien lo duda? Perdoneme un momento… Alli veo al Nuncio, a quien tengo que preguntarle alguna cosa… Volvere dentro de un momento.
Novelista: Yo creo que el pueblo y no las clases dirigentes fueron el motor de esa historia.
Embajador: No estoy de acuerdo con usted. Los criollos en tiempos de la Independencia, los terratenientes, los comerciantes, los funcionarios, quienes organizaron las campanas libertadoras, eran una elite que muchas veces no conto con la confianza ni con el apoyo del pueblo…
Profesor: Sin esa elite, con ese pueblo ignorante y fanatizado por el clero, todavia ustedes serian una colonia espanola. Esa generacion de que habla el Embajador, que escribia para America desde Paris y le daba a Paris la idea de que America era una realidad, tambien era una elite… Buenas noches, Ministro. Senora, buenas noches…
Senora: Tenemos que vernos… En realidad, ya no se ve uno con nadie. No hay tiempo para…
Embajador: No nos dejan conversar. Vamos a aquel rincon.