antipatizaba profundamente con ellas. Me dijeron que el negro se habia marchado al Congreso de Juventudes de Varsovia. Le habian oido decir que luego viajaria a Sudamerica…
– ?No saben ustedes a cual de los veinte paises hispanoamericanos?
– ?Veinte? ?No lo sabiamos!
Les volvi la espalda cuando una de ellas, la mas fea de las dos, me dijo con sorna:
– ?Cuando vas a publicar tu novela?
La otra me guino un ojo y exclamo:
– Nos dijeron que recibiste una herencia. ?Por eso abandonaste a tus antiguos amigos?
Las dos estallaron en una risa histerica, la una dos octavas por encima de la otra, pero ambas destempladas y francamente insufribles. Conclusion: fracaso de la operacion 'comunismo'.
Plan:
CUADERNO N.° 10
Nota:
Las novelas historicas deforman una realidad que, por haber sido como fue, ya no podria ser de otra manera. Las novelas de imaginacion que tratan de escudrinar el porvenir, cuando llega la plenitud de los tiempos resultan extemporaneas. La vida no tiene argumento, o el argumento es demasiado conocido -nacer, crecer, reproducirse y morir- y admite poquisimas variantes: morir antes de tiempo sin haberse reproducido; crecer, reproducirse y morir normalmente; reproducirse para morir. Segun las leyes matematicas, las combinaciones de cuatro elementos son infinitas; pero las leyes de la imitacion son tan rigurosas que ya hay muy pocas posibilidades de nacer, crecer, reproducirse y morir con cierta originalidad.
La novela que yo voy a escribir -es la forma timida y desconfiada que empleamos los hispanoamericanos para decir 'yo escribire'- no tendra tema, sino personajes y estos no lo seran en el sentido que suele darsele a esta palabra, sino en el de personas comunes y corrientes.
Para buscar estudiantes hay que ir al Boulevard Saint-Michel; artistas y escritores, al Saint-Germain y al Montparnasse; turistas y bohemios, a la Place Pigalle y a la Place du Tertre; millonarios y personajes politicos, a los hoteles de la Place Vendome y la Concordia; banqueros y financistas, a la Bolsa; senoras elegantes, a la rue del Faubourg Saint-Honore y a la Avenue Montaigne. Pero el intento de distribuir todo ese mundo heterogeneo dentro de un esquema logico como el plano del metro, falla ante la compleja y cambiante realidad de Paris. De noche, Montmartre es un hervidero de gentes que quieren divertirse, en tanto que de dia es un barrio opaco y melancolico con un apacible aire de provincia. Con excepcion de los Campos Eliseos las avenidas de la Estrella se duermen a las diez de la noche. No se puede, pues, generalizar. Ni podria ponerme a recorrer la ciudad en un bus, en el metro o a pie, en busca de personas susceptibles de convertirse en personajes: subir a la Sorbona para pescar profesores en su tinta, darme una vuelta por los bulevares en pos de una prostituta que trata de atrapar a un turista, descender a las orillas del Sena para buscar 'clochards' y sorprender enamorados, sentarme en los vestibulos de los hoteles a esperar la salida de actores o princesas. Dos dias de este trabajo de espionaje inutil me dejaron exhausto y una manana sorprendi un adelgazamiento sospechoso en las suelas de los zapatos.
Al contarle mi proyecto a don Pepe, viejo compatriota de quien me hice amigo en la terraza de Liouquet's, me aconsejo:
– Compra un periodico, pide un vaso de cerveza y sientate en un cafe a ver pasar tus personajes. Yo lo he hecho varias veces y te aseguro que se divierte uno mucho. Tendras, eso si, que cambiar frecuentemente de barrio y de cafe…
A veces me basta un cuarto de hora, un corto acompanamiento visual, para descubrir que una persona no coincide con su apariencia ni con mis esperanzas. Otras veces descubro que alguien a quien segui por intuicion, pues su apariencia era insignificante, en realidad es una actriz en vacaciones, o un millonario de verdad, o un Premio Nobel de Quimica, o una princesa de incognito y de paso por Paris.
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El tipo que acaba de sentarse a la mesa de al lado -pues siguiendo el consejo de don Pepe me he instalado en la terraza del Cafe de la Paix- debe ser algun duque que arrastra la cola de uno de esos bellos nombres de Francia que deslumbraban a Marcel Proust; o un joyero de la Place Vendome, que piensa en diamantes, topacios, rubies, perlas y esmeraldas. Aspira con deleite de conocedor su copa de conac, al traves de una nariz ganchuda que un escritor clasico llamaria 'aguilena' o 'aquilina'.
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Paso, de largo por las paginas que traen las fotografias de un boxeador estupido y sonriente, un ciclista banado en sudor y diez pares de nalgas en torno de una pelota de rugby.
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El duque o el joyero -traje oscuro, cintita roja en la solapa, sienes de color gris, silueta espesa y solemne- se encamina hacia la Place Vendome a lo largo de la rue de la Paix.
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Lo sigo discretamente. Entra en una agencia de turismo: 'Niza, Cannes, crucero por el Mediterraneo…' Tiene que ser un duque que viene a preparar un viaje a la India, para cazar elefantes… Ahora se sienta ante un escritorio lateral y recorre unos papeles con el indice de la mano derecha. Una senorita que esta hablando por telefono, le dice:
– ?Senor Durand? ?Tendriamos alguna reserva disponible para la semana entrante, en un avion de Air France?… ?Primera?… ?Turismo!
Me traslade al cafe de Cluny, Boulevard Saint-Germain, esquina del Boul' Mich'. Pasan centenares de estudiantes, generalmente por parejas; negros de todos los matices, desde el de tinta china congoles hasta el cafe con leche argelino; blancos opacos y cenicientos de Hispanoamerica; cetrinos y aceitunados del sur de Espana; rubicundos o destenidos del norte de Europa; amarillos del Japon, verdes de Corea, jades de China, con los ojos abiertos a navaja en un ?rostro grasiento.
Un joven se sienta a la mesa vecina con una muchacha que lleva en la mano unos cuadernos de musica.
– Papa quiere que entregue estas partituras en la imprenta antes del mediodia; por eso no puedo demorarme sino cinco minutos…
El debe ser un estudiante pobre, serio, inteligente -la mirada reluce detras de las gafas y tiene tres surcos en