anodinos y los incidentes mas baladies, se cargan de sentido. Los generales -me imagino yo- piensan en soldados, los politicos en electores, los misioneros en almas que se pueden salvar, y los novelistas pensamos en personas que pueden convertirse en personajes.
Don Pepe extrajo del bolsillo un panuelo sucio, en forma de bola, y se restrego la nariz que lucia una gota en la punta.
– ?No tienes nada que hacer? ?No esperas a nadie? ?No te molesto? Los viejos y los pobres nunca sabemos cuando comenzamos a estorbar… ?Conoces al compatriota que estuvo ayer aqui? Lleva en la solapa, para distinguirse de los demas, la roseta de la Legion de Honor. 'Uso esta cintita para deslumbrar a los maitres d'hotel y a mis compatriotas', me dijo.
– Ese es un personaje novelesco.
– Te preguntaba si te molesto porque estoy esperando a un compatriota nuestro que acaba de llegar, y mientras su mujer pasea con unas amigas chilenas por los castillos del Loira, el tiene la idea…
– Lo conozco. Rose-Marie es mi novia y es muy amiga de los dos.
– Pues conoci a la madre de tu novia hace veinte anos, recien pasada la guerra. Era una de las mujeres mas elegantes de Paris. Te felicito. Pues ese amigo en vacaciones conyugales, me cito aqui para que lo lleve a algun sitio discreto, donde pueda echar una cana al aire. Yo conocia centenares de esos lugares, pero desde hace tiempo tuve que abandonarlos. ?A donde lo podriamos llevar?
Me ofreci espontaneamente a presentarlo en el cabaret del pied-noir. Mientras nuestro amigo llegaba podia telefonear para que nos reservaran una mesa y tres muchachas simpaticas.
– Dos, solo dos. Yo no estoy para esos trotes y me ire despues de comer.
La tragedia del falso marques, la del marques autentico, la del compatriota no condecorado con la Legion de Honor, la del camarero que no parece un heroe, aun cuando lo fuera, consiste en que son personajes con la modesta apariencia de personas, o personas insignificantes con aspecto de personajes, y en todo caso, en cuanto personas o en cuanto personajes, carecen de interes novelesco.
Nota:
Apenas tengo tiempo de tomar notas en estos cuadernos. Me levanto tarde, a la una me encuentro con mis dos amigos y almorzamos en algun bistrot, a las seis vamos a la terraza de Fouquet's, a las ocho pasamos por el cabaret del pied-noir, a la media noche enrumbamos hacia Montparnasse y permanecemos en alguna 'boite' o una 'cave' hasta la madrugada. Nos acompanan dos muchachas, jovenes y bonitas, y generalmente terminamos todos en mi hotel.
Conversaciones ociosas:
Digo yo (pedante): Los hispanoamericanos ricos creen que Paris son las carreras de Longchamps, los Campos Eliseos, los cabarets de Montmartre, La Tour d'Argent, el Hotel Jorge V… Para sus mujeres, Paris es Hermes y Christian Dior.
?Y a mi que me importa? No hay nada tan antipatico como este empeno que tenemos los jovenes en ensenarles a vivir a los demas.
Dice don Pepe (melancolico): Vivir en Paris mal, cualquiera lo puede hacer y es lo que yo practico desde hace cuarenta anos. Vivir con automovil, departamento amueblado, sirvientas, chofer, abonos en los teatros, cenas en los restaurantes, excursiones los fines de semana, vacaciones en la montana o en el mar… eso es otra cosa. Tal vez eso lo podras hacer tu.
Ese tu no es para mi, sino para nuestro amigo. Tengo la impresion de que a veces, como ahora, a los ojos de don Pepe aparezco profundamente antipatico.
Digo yo (hipocrita): Y sin embargo, hay otro Paris: el de los cien libros que se publican por semana, las diez comedias que se estrenan por mes, las mil exposiciones de pintura, los conciertos, las conferencias, la Sorbona, el Instituto, los anticuarios, las librerias, etc. Un Paris de millares de lectores en las bibliotecas, millones de visitantes en los museos, centenares de sabios que pegan el ojo a un microscopio para sorprender a los virus, o a un telescopio para escrutar las estrellas. En cualquier momento del dia y de la noche, en ese Paris que digo, alguien esta pintando, componiendo musica, escribiendo, ensayando un ballet, inventando un sistema para captar las radiaciones atomicas, proyectando, calculando, concibiendo una idea original…
Dice don Pepe (burlon): ?O escribiendo la novela que tu estas pensando escribir!
El amigo (molesto): Para venir a Paris en busca de un cabaret, una tienda de lujo y una mujer, yo he tenido que trabajar muy duro durante varios anos. He venido a divertirme y no propiamente a colaborar en el estudio de los problemas europeos. A las ferias en mi tierra voy a trabajar, a comprar y vender ganado. Los forasteros van a emborracharse, a jugar a los dados y a acostarse con una mujer. ?Me entiendes? Yo trabajo como un negro para poder, cada cuatro o cinco anos, venir a divertirme a Paris. ?Eso te parece mal?
Si metiera a este tipo como personaje de mi novela, tal vez seria injusto pintarlo como aparece aqui, por el reves, y sin mirarlo por el derecho que es como debe ser alla y en su existencia normal.
El casado (sarcastico): Miguel tuvo aqui muchos problemas con un fingido estudiante, un vagabundo que le estrello su automovil. ?Alguno de ustedes lo conoce? Me decia Miguel que el hombre no queria irse de Paris, sino permanecer aqui viviendo, naturalmente a costa de los demas. Reconoceras que yo, por lo menos, vivo con mi propio dinero.
Don Pepe (compasivo): Ese muchacho debe padecer una especie de nostalgia al reves.
Digo yo (para cambiar el tema): Conozco el caso de estudiantes que se han suicidado abriendo las llaves del gas, en un rapto de soledad o de nostalgia al derecho.
Al consignar en estos cuadernos algunas escenas dialogadas he adoptado, por abreviar y no andarme por las ramas, la escritura de un libreto teatral. Esto evita la fatigosa explicacion dentro del texto, de las actitudes de los personajes: '
Don Pepe (melancolico): Yo en cambio, padezco esa clase de nostalgia al reves. El solo pensamiento de regresar a mi tierra me pondria neurastenico. No me ausente de aqui cuando millones de franceses, durante la ocupacion alemana, huyeron de Paris. Ni las veces, que no han sido pocas, en que por cualquier motivo no me llega el dinero, o se me reduce a una miseria con las devaluaciones. ?A donde va este verano?, me pregunto ayer el Consul. A tomar el fresco en el Bosque de Bolonia, le conteste. ?Por que quiere que salga de Paris?
Hay algo que me preocupa desde hace unos dias. ?Por que las personas que uno conoce no pueden convertirse en personajes de novela? ?Y por que si se las utiliza en una novela es necesario deformarlas? ?Por que se nos escapan de entre las manos cuando queremos pintarlas como son? ?Por que resultan distintas de como quisieramos que fuesen? Don Pepe habla con palabra confusa y entrecortada, salpicada de breves ataques de tos.
– Tambien conoci el Paris de que tu hablabas, pasada la primera guerra europea y cuando era estudiante en la Facultad de Medicina. Me gustaba ese Paris nocturno de los hispanoamericanos ricos, cuando era hijo de familia y la mia era muy rica. Hoy solo puedo husmear como un perro que se detiene ante todos los postes de la calle. Ya no hago otra cosa que husmear ese Paris de mi vejez: un Paris sin libros, sin conciertos, sin teatros, sin mujeres, sin mas amigos que algun camarero de cafe, un antiguo portero, una prostituta que al envejecer se ha convertido en una burguesa respetable. Un Paris de puras imagenes: el Sena con sus puentes, los parques, los bulevares, los jardines, los palacios viejos del Marais.
Es algo que se me ocurre ahora y anoto para desarrollarlo mas tarde. ?Por que fracasa en America todo intento de novela que se desarrolla en medios sociales elevados? ?Por que la novela de Proust resultaria profundamente cursi si se escribiera en la Argentina o en Colombia?