– Dame algo y me voy.

– Espera un momento -le dije cuando abria la puerta y se disponia a marchar-. La cogi por los hombros, la puse de frente a mi y mire largamente sus ojos oscuros y un poco estrabicos, la nariz pequena e insignificante, la barbilla partida en dos. Tenia un parecido con Chantal.

Este es otro problema, no novelesco, sino personal: No me gustan los tipos intermedios y tal vez por eso me sentiria incapaz de escribir una novela de sociedad sobre un continente donde no hay tipos puros, estables, con perfiles precisos. Me gustan las duquesas que lo son de veras, los generales que han perdido o ganado una guerra, los santos espanoles, los asesinos italianos, las prostitutas como Nicole y Chantal.

– Si cualquier dia, no ahora, sino despues, te buscara en el cabaret del pied-noir, ?te encontraria?… Tal vez te necesite.

– No hacia sino pensar en ti, hablar de ti, verte a traves de todo lo que mirabamos y admirabamos -me decia la mujer de mi amigo-. Ustedes, mientras tanto, debian divertirse como viudos jovenes.

Como la inmensa mayoria de las mujeres bonitas, estaba persuadida de que sus opiniones tenian el peso especifico que les daban su belleza y su juventud. Mientras su marido bailaba con mi novia, permaneciamos los dos sentados a la mesa en una 'boite' de Saint-Germain des Pres.

– Si piensas formalizar tus relaciones, tendras que considerar algo que me atrevo a decirte, y que se lo dire a tu abuela a quien pienso visitar a mi regreso. Por cierto que me debes dar la direccion de tu casa, pues nos vamos la semana entrante. Claro esta que la familia de Rose-Marie es de las mejores de Chile, y eso lo se desde hace anos, cuando de soltera los conoci en Paris. Su madre fue, como te habra contado Rose-Marie…

– Rose-Marie no me ha contado nada…

– Su madre era una de las mujeres mas elegantes de Paris hace veinte anos, cuando esta nina era una 'gua-gua', como dicen los chilenos. ?Era linda, linda, linda! ?Lo que se dice linda! ?Me entiendes? Pero esa senora es divorciada de un norteamericano de quien no tuvo familia a Dios gracias. Se caso civilmente, oyelo bien, civilmente, con este senor muy distinguido e importante que es el padre de Rose-Marie.

Esta senora tal vez podria servirme de modelo de algun personaje secundario dentro de mi novela de sociedad, en el caso improbable de que la escribiera algun dia. Se me plantearia, con ella, un problema que me preocupa desde hace un tiempo. Ella es una senora burguesa, pero la absoluta inconsciencia de su estado social la priva de todo dinamismo psicologico. Es una Madame Verdurin que ignora a la Duquesa de Guermantes y esta contenta de si misma.

– Tu debes conocer a tu abuela y a tu hermana mejor que yo, pero estoy segura de que ellas pensaran que quien nace en cierto medio, dentro de ciertos principios… ?te das cuenta?… Si piensas en serio, te aconsejaria que fueras previniendo a tu abuela. Dime: ?Tu hermana estudio en el Sagrado Corazon, en Belgica? Eso me conto Rose-Marie. ?Que maravilla! ?Fantastico! Yo debi de conocerla. La he tenido que haber visto mil veces. ?No vive en la capital? ?Ah, con razon!… Cuando a la gente le da por vivir en el campo… El reumatismo de tu abuela, ?dices? El nivel del mar y el calor, ?claro!

– ?Y vive el primer marido de esa senora?

– En los Estados Unidos. Entiendo que ella, tan fina, tan elegante, tan distinguida… Ya la veras, la vas a conocer… No pudo resistir la familia de su marido, unos pobres inmigrantes polacos o checos, en fin, una gente muy vulgar que vive en un pueblo de los Estados Unidos. Pero ante la Iglesia y en una sociedad como la nuestra, el americano y no el chileno es su verdadero marido. Tu pensaras lo que quieras, pero tu abuela y tu hermana van a pensar como yo… ?Una divorciada? Eso si que no…

Los problemas conyugales de la madre de Rose-Marie me tenian sin cuidado, pero en cambio su inminente llegada a Paris me ponia muy nervioso.

Si en una imposible novela de sociedad hispanoamericana tratara yo, como lo hizo Proust, de caracterizar ciertos personajes por su vocabulario, tendria que restringir el de esta senora a un centenar de palabras. La repeticion del mismo adjetivo, por desconocimiento de multitud de sinonimos, constituye su unico recurso literario. Si esa inverosimil novela fuera dialogada, su pobreza verbal y gramatical seria desoladora.

– Te prevengo que tanto el uno como el otro -me dijo Rose-Marie al regresar a la mesa- anticiparon seis meses su venida cuando les conte en una carta que habia conocido un muchacho encantador… y no te digo mas porque te pondrias vanidoso. Y a proposito, ?ya te contesto tu abuela? ?Que te dice? ?Me llevaras manana su carta al cafe? ?Le gustaron las fotos que le mandaste? Hay una en que no estoy del todo mal.

Si le pagara los quinientos francos que le debo al botones de Fouquet's, del dinero de mis comisiones en el cabaret solo me quedarian doscientos francos, suma notoriamente insuficiente para afrontar los gastos de una semana que va a ser muy dificil por la llegada de los padres de Rose-Marie. Mis comisiones en el cabaret del pied-noir van a reducirse casi a cero con el regreso de mi novia. Tendre que pensar, ahora si, en conseguir algun trabajo. Hoy me falta cabeza para pensar en estas vulgaridades economicas. Cada dia trae su afan. 'Ved las florecillas del campo que ni tejen ni hilan, y sin embargo, etcetera.'

CUADERNO N.° 11

Para escribir sobre el Rey Midas -personaje hispano-americano a quien todo se le convierte en oro hasta el dia en que muere de inanicion victima de un cancer de garganta- necesito echar mano de mi intuicion de un mundo y una sociedad desconocidos, y de los recuerdos de don Pepe. Las notas que he tomado en la calle y en el cafe, sobre personas que parecen personajes, y personajes que resultan personas insignificantes, van a servirme con el nuevo plan, pues dentro del caos del entierro del procer, el Rey Midas sera el aglutinante temporal, actual y momentaneo de todos los personajes. El Rey Midas es un comerciante millonario e inescrupuloso a quien en apariencia todo le sale bien, pero en realidad las mujeres no se enamoran de el, sino de su dinero, y no es a el, sino a su fortuna a quien buscan sus incontables amigos. Su mujer lo engana con su secretario, sus hijos lo menosprecian en secreto, lo que en otros es natural, en el tiene un marcado tinte de hipocresia. Mi idea consiste en hacerlo triunfar hasta la ultima pagina del libro, hasta su entierro en la Catedral con pomposos discursos en el cementerio. Pero a traves de los hijos que siguen los despojos mortales de su padre, y de los ministros a quienes el hizo sombra, y de las gentes de sociedad que no le perdonaban su humilde origen y su oportunismo, de la legion de sus empleados envenenados por la envidia y la rebeldia, y de la muchedumbre de curiosos que presenciaban la ceremonia, y de los oradores que hacian el elogio funebre del hombre a quien secretamente despreciaban: a traves de los asistentes a los suntuosos funerales, resucita, para el lector, la grotesca figura del Rey Midas. Este solo aparece muerto, tendido a lo largo de cuatrocientas paginas que componen el libro. Tal como se la admiraba de labios para afuera y se la despreciaba en el fondo del corazon, su vida intima se despliega en abanico, a lo largo del entierro, refractada en la mente de los asistentes. Y entre lo que se piensa y lo que se dice en voz alta -los hijos se llevan el panuelo a los ojos pero no pueden llorar, los oradores hablan conmovidos del grande hombre que era un estafador del fisco, los ministros exaltan la probidad de quien era un venal funcionario, las viudas despojadas aprecian publicamente su generosidad pero intimamente detestan su rapacidad fria, las muchachas exaltan su desinteres pero aun sienten en la carne el azote de su concupiscencia, el cura habla del cristiano ejemplar a quien escucho una confesion petulante-: en esa multitud de monologos particulares dentro del dialogo general, se descubre el mortal contraste entre la apariencia y la realidad del Rey Midas.

– ?Cuando vas a comenzar la novela? -me pregunto don Pepe, a quien le conte mi proyecto-. Me lo encontre cuando el bajaba por los Campos Eliseos en direccion al Consulado y yo daba una vuelta por alli, mientras llegaba inexorablemente el momento de visitar por primera vez, aquella misma tarde, a mis presuntos suegros en el Hotel Jorge V. Nos sentamos a conversar en la terraza de un cafe.

– Me gusta la idea del Rey Midas, sobre todo me gusta que la accion real suceda en un corto espacio de tiempo, durante el entierro de tu personaje. Eso se presta a que, teniendo en cuenta un breve incidente revelador de una situacion, o de un caracter, o de un vicio oculto, o de una tragedia desconocida, tu pintes con una serie de trazos alucinantes al Rey Midas y a su medio social. Yo he observado que al cabo de los anos, cuando uno olvida hasta el nombre de sus companeros de colegio, solo perdura en la memoria lo que en apariencia no fue sino un

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