– ?No cometas tonterias!

– Creo que algo muy serio puede ocurrir en el deposito cualquiera de estas noches…

El farmaceutico se puso palido.

– He conocido un tipo extrano que trabaja en una bomba de gasolina del barrio… Hace preguntas inquietantes… Le interesa el valor de ciertas drogas que guardamos en la caja fuerte… ?Por que no me habias dicho que hay alli drogas muy valiosas?… Como no quiero lios con la policia, prefiero irme. ?Ademas, lo que gano es una miseria!

– Te presto estos veinte francos. Esta noche te buscare en el bistrot y veremos que es lo que pasa.

– ?Recuerdas el crimen de la Place Clichy?

– ?Claro! Te lo conte hace dos dias.

– Gracias por los veinte francos. Esta noche hablaremos.

Borrador de carta a Rose-Marie, mientras llega el farmaceutico:

'Desde cuando te perdi para siempre, Paris adquirio un sentido para mi por ser la ciudad donde nos conocimos tu y yo. Yo veia mil cosas detras de cada cosa de Paris, antes de conocerte. Lo veia al traves de un centenar de poetas y de escritores que habian deformado mi vision espontanea de la ciudad, condicionandola a imagenes historicas y literarias. Cuando te descubri en una mesa de La Coupole se me revelo el unico Paris que no es de nadie sino mio, exclusivamente tuyo y de mi. El Sena ya no era el rio en cuyas aguas mojo el belfo el caballo de Cesar, sino el recipiente de una mirada tuya excepcionalmente luminosa cualquier tarde en que acodados al parapeto del Pont Neuf seguiste con los ojos un lanchon cargado de arena que descendia hacia Neuilly. La Catedral nacio el dia en que la levantaste en vilo, en la atmosfera transparente, al senalarla con el dedo desde el Pont des Arts. Y si hay calles que tienen una luz y un colorido mas seductores y enervantes que los de muchas otras, es por la razon de estar ligadas a una imagen o una palabra tuya. Aun en pleno verano y en esta tarde quieta en que se solidifica la luz, Paris se me ha alejado al extremo limite del recuerdo porque ya no estas tu. Paris dejo de ser una actualidad para mi desde la noche en que resolvi abandonarte. Pero Dios sabe que cambiaria de buena gana los palacios de Paris, sus museos, el rio, los puentes, los parques, los jardines, por un segundo, no mas, de tu presencia fisica, por el contacto breve y leve de tus labios en mi frente que arde quemada por el pensamiento obsesionante de volverte a ver.'

Seria mas eficaz un telegrama con estas dos palabras: ?Te adoro!

El farmaceutico llego con dos personas, una de las cuales -un chofer del deposito de drogas- ni siquiera me saludo cuando me acerque al grupo. Era un hombre de mediana edad, gordo, de rostro entre rojo y azul, color de barba sin afeitar y color de vino. Mi amigo el farmaceutico me encontro palido y ojeroso.

– No es extrano: no duermo ni de dia ni de noche y a veces me quedo dormido en las estaciones del metro… Veo que ustedes dos ya se conocian.

– ?Claro que nos conocemos! Joel…

– ?Joel?

– Joel es el amigo de aquella companera de mi novia que iba a salir con nosotros en la Navidad… ?Te acuerdas?… ?No te habia contado que ya tenemos una opcion para el local de la Porte de Champerret?

– ?Con Joel?

– No, con mi novia.

Joel saboreaba su copa de cerveza sin decir nada. Consultaba su reloj de pulsera, tarareaba una cancion entre dientes y llevaba con el pie el compas de una musica imaginaria.

– Mi patron esta dispuesto a contratarte como mensajero de la farmacia. Le hable esta manana, cuando saliste de alli. Tendras una bicicleta y podras dormir en la trastienda. Son setecientos francos, mas del doble de lo que ganas aqui.

– Voy a pensarlo. Hay gentes -mire a Joel con ojo frio y altanero- que trabajando menos que yo ganan mucho mas.

– No vayas a creer que mi sueldo es una maravilla -dijo el -. La mayoria de los clientes de la bomba son choferes de taxi a quienes les gusta exigir propinas pero consideran deprimente darlas. Si no me ayudara con un trabajo que tengo en el cabaret de la Place Pigalle, me moriria de hambre.

– ?Como se llama el cabaret?

– El Tabaris. Por cierto que…

– Lo se muy bien. Por cierto que Valerie, la muchacha que mataron hace cuatro dias en la rue Couseau, bailaba en ese cabaret…

– En realidad, la chica no valia gran cosa…

El farmaceutico carraspeo para limpiarse la garganta y escupio en el panuelo. Yo me guareci en un silencio hostil, erizado de puas.

– ?Quieres que te preste otros veinte francos? Me los pagaras despues, pero tendras que permanecer aqui quince dias, hasta el primero de septiembre, y dar el preaviso en las oficinas manana mismo.

– Me quedare los quince dias mas, no te preocupes… Quiero enterarme de muchas cosas que aun no he podido conocer…

Joel enarco las cejas, luego miro el reloj… Yo no queria descubrir mi juego antes de tiempo.

– Vengan los veinte francos que me ofreciste, y por mi cuenta otra cerveza…

– Me parece que otra vez estas bebiendo demasiado. Acuerdate de tus amibas…

Comprendi con una extrana lucidez que Joel y el farmaceutico, amigos viejos, estaban complicados en el negocio de drogas heroicas en cuya sucia urdidumbre habia dejado el pellejo la pobre Valerie. ?Si yo lograra impedir el asalto del deposito! Ellos necesitan mi colaboracion o mi complicidad, en todo caso tienen que contar conmigo en cuanto vigilante nocturno. Si impido el asalto del deposito y simultaneamente descubro al autor del crimen de la Place Pigalle, al desenmascarar a este par de bandidos, tengo mi porvenir asegurado aun cuando no publique mi novela. En vez de 'El Crimen de los Anuncios por Palabras' escribire 'El Crimen de la Place Pigalle'. Me frote las manos y llame al patron.

– No, gracias. ?No mas cerveza, por favor! -dijo el farmaceutico.

– ?Prefieres un Ricard?

En las novelas policiacas el inspector o el detective comienza por pensar como los criminales y hacer una composicion de lugar como los jesuitas. Las horas de mayor silencio en el barrio son las dos, las tres de la madrugada. El metro se suspende a la una en la estacion Javel y solo queda un taxi en la Plaza Mirabeau, que un complice podria tomar y alejar de alli con un pretexto cualquiera. Un dia a la semana los camiones que acarrean mercancia comienzan operaciones en el deposito a las dos de la madrugada. Joel y el farmaceutico deben tener calculadas estas circunstancias, inclusive mi complicidad bondadosa… y barata. Contaran conmigo para evitar interferencias en la compleja operacion de aislar los sistemas de alarma y cargar la caja fuerte de las drogas en un camion de la empresa cuyo chofer -el gordo de rostro azul y rojo- estara estacionado ante la bomba de gasolina de la Avenue Emile Zola. El camion saldra de Paris a las tres de la madrugada, llegara a la costa al mediodia y esa misma tarde pasara a Monaco, donde los jefes de la banda recibiran la droga y la distribuiran a los agentes. Lo que suceda pasadas las tres de la manana y despachado el camion, ni a Joel ni al farmaceutico podra quitarles el sueno. A mi si, pues para justificarme y demostrar mi lucha hasta el ultimo momento, me dejaran atado y amordazado y con un ligero golpe en las narices.

Sentia un ligero malestar y aunque no me atrevia a mirarlos de frente, presentia que los dos me observaban y tal vez cambiaban entre si miradas de sorpresa. Seguramente habian comprendido que contar conmigo no era facil.

– Si alguien me ofreciera cinco mil francos regresaria a mi tierra dentro de diez, de doce, de quince dias… ?Tu crees que alguien me ayudaria a conseguirlos?

A pesar del calor, pues se preparaba una tormenta, yo sudaba frio. Pedi otro Ricard…

– ?Por favor, no bebas mas!

En aquel momento aparecio mi companero de deposito y me entrego las llaves. El farmaceutico me acompano hasta la puerta del bistrot y me dijo entre dientes:

– ?Que te pasa? ?Te estas sintiendo mal?

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