Pense que era inutil explicarle que los musulmanes de la delegacion invitante son enemigos jurados de los ciudadanos de Israel.
Por el momento me inclino a ensayar este procedimiento intensivo, y lo urgente es comenzar a escribir. Mi novela sera la sustitucion de la tesis de grado, que jamas escribi, 'sobre la realidad psicologica del hombre hispanoamericano fuera de su habitat particular'. Al menos este titulo impresionante es el que le voy a citar a mi hermana cuando manana… pasado manana… le conteste su carta hablandole del pobre papa y de que por el momento no puedo regresar…
Hacia estas reflexiones y borroneaba en mi papel, con un par de audifonos en las orejas y durante la decimotercera conferencia general de la Unesco. Trataba de ignorar el desbordamiento verbal de ciento diecisiete paises que a escala universal se complacian en practicar en tres razas, en cinco lenguas de trabajo, en siete grupos regionales, en once religiones, en cinco continentes y varias islas, el cantinflismo de traduccion simultanea. Hablaba mi delegado marroqui. Yo habia redactado el discurso, y para ser obra de quien no conoce a Marruecos ni jamas se ha interesado en la pedagogia, no era del todo malo.
Un delegado negro hacia cuentas en un papel, un delegado amarillo conversaba algo con su vecino de la izquierda, dos o tres ancianos respetables -uno chino, otro suizo, otro japones- dormian con la boca abierta. El delegado del Congo Brazzaville se comia con los ojos a la secretaria rubia que escribia al pie del estrado de la mesa directiva. El delegado del Congo Leopoldville, a dos curules de distancia, devoraba a la secretaria como su colega de Brazzaville, pero a pedazos: primero las piernas, luego el busto graciosamente modelado por una blusita blanca, finalmente la cabeza, y volvia a empezar.
Nota:
El marroqui pronuncia su discurso: ?Bla, bla, bla!, y aun quienes parecen escucharlo con mayor atencion no perciben sino cabos de frases e ideas fragmentarias que se enredan a recuerdos personales, a esbozos de imagenes, a impresiones pasajeras y momentaneas. El orador da en ese momento un punetazo sobre la mesa y los espectadores asienten con la cabeza, convencidos de que, aunque fuerte, la mesa no podria resistir un segundo golpe. Cuando el orador, mas sereno, desarrolla la idea de que un hombre analfabeto es un ciego, alguien ve un ciego con un par de cartillas en los ojos. La atencion se dispersa y flota en el aire como el humo de un cigarro que un delegado acaba de encender en la sala. Cuando la secretaria se agacha para recoger el lapiz, cincuenta pares de ojos -al traves de lentes que recuerdan las oes y las aes de cartillas- se clavan, como signos de admiracion, en la tibia penumbra del escote.
Cuando termino mi discurso, la mesa directiva y la plana mayor de la Unesco se rompieron las manos aplaudiendo al marroqui. Para la Unesco los cinco continentes que se disputan sus favores son cuatro, que se resumen en tres: Africa y Asia. Flotaba en el aire un embrion de novela pero yo tenia demasiado sueno para desarrollarla. Rompi el tercer borrador. Una resolucion de la cual dependen la suerte de mi novela y por lo tanto la propia mia, no puede tomarse sin reflexionar unos dias. No hay asuntos apremiantes, decia alguien, sino personas impacientes.
Semana crepuscular dedicada a tomar Ricard y a olvidar muchas cosas que no quiero recordar. A veces pienso si no estare bebiendo demasiado, gracias a los francos que me dejo mi amistad con el marroqui; a no ser que este incubando alguna enfermedad grave. El marroqui se fue hace unos dias. Nos esperaba, la vispera de su viaje, en la salita de su departamento y ante una botella de champana. Una sonrisa anegada en la grasa de las mejillas le ilumino el rostro entre negro y amarillo cuando Chantal le comenzo a hacer cosquillas en la nuca, debajo del turbante. Cuando nos comunico que tenia que regresar a su pais, Chantal palidecio de espanto y me miro por encima del turbante con ojos que se le salian de las orbitas.
Puedo estar enfermo y tambien puedo envejecer y morir por inverosimil que parezca. Aun no podria concebir que me dolieran las articulaciones y el corazon cansado de latir se me paralizara de repente. Aunque un dia ante el espejo del hotel descubri con horror un comienzo de calvicie y dos circulos morados en torno de los ojos.
– Dile que manana no podria acompanarlo, exclamo Chantal. Tendria que ir a Toulouse a ver a mis hermanos, a mi madre enferma, en fin, dile lo que se te ocurra. El marroqui me explico que en su pais se habia presentado una crisis politica y tenia que estar presente so pena de perder una posicion importante. Piensa volver a Paris dentro de pocos meses, y entonces se llevara a Chantal con toda su familia, la madre enferma, los hermanitos de Toulouse, el hermano mayor…
– ?Que dice Chantal?
– Que al hermano mayor no habria necesidad de llevarlo.
Pero yo no puedo enfermar ni morir antes de haber escrito mi novela. Seria absurdo. Estoy demasiado cansado y la cabeza me da vueltas como si de pronto me hubiera dado cuenta de que la tierra gira a una velocidad vertiginosa. Tal vez este descubrimiento de Galileo fue simplemente el efecto de una borrachera. Solo en ese estado un hombre puede percibir fisicamente dos hechos fundamentales: Que la tierra gira vertiginosamente y que existe una tremenda fuerza de gravedad que nos clava en el suelo. Pero yo no estoy borracho.
CUADERNO N.° 3
Estoy en cama, enfermo. No eran ideas mias, sino amibas que tengo incrustadas en el intestino grueso, segun diagnostico el medico.
– Eso les pasa a ustedes los suramericanos, y a los africanos, y a los coreanos, y a los hindues, por vivir en el tropico.
El farmaceutico venia por las tardes a ponerme una inyeccion de antibioticos y me daba un boletin meteorologico: Ha llovido el dia entero, hace un frio atroz, hoy tenemos una niebla humeda y pegajosa que no se la deseo ni a los ingleses. Cuando se iba, yo recaia en el foso vacio de mi soledad. Ya me siento mejor, pero todavia no puedo levantarme. Los paseos al cuarto de bano, en el final del corredor, me producen sudores y mareos. Pienso entonces vertiginosamente. Nunca habia pensado a semejante velocidad. Tal vez esto se deba a que todavia tengo un poco de fiebre por las tardes; pero si supiera escribir taquigraficamente lo que pasa en tropel por mi cabeza, en tres noches llenaria una enciclopedia Larousse. Por imposibilidad de anotarlas he perdido una inmensa cantidad de imagenes, ideas, escenas, frases, dialogos, con todo lo cual podria componer no una, sino varias novelas.