me parece que encierra el espiritu, que es lo maximo que puede conseguir un titulo. Su libro, si no me equivoco, es un libro sobre la distancia, y proclama que la distancia puede ser una proximidad a lo esencial. Esa es la experiencia que tambien yo he sacado de la distancia, en el tiempo que llevo en Nueva York.
Me detuve, por si Dalmau queria rectificarme. No queria. Me atendia con el puno derecho sujetando su pomulo, los ojos nublados fijos en mi.
– Otras razones para que el libro me atrajera son obvias -afirme, buscando un terreno mas seguro-. Usted tambien habia venido de Espana, como yo, y hacia tantisimos anos que no podia dejar de llamar la atencion. Y sobre todo, estaban las descripciones que hace de Madrid. No quisiera que me considerase presuntuoso, pero en muchos momentos tenia la certeza de estar entendiendo el libro como quiza nadie lo habia entendido antes.
– Quien sabe, por que no -concedio Dalmau-. Cuando publique ese libro, hace sesenta anos, lo hice convencido de que nadie iba a entenderlo, y nadie lo entendio. Cuando lo reedite, hace muchos menos anos, no crei tener razones para estar convencido de otra cosa. Aunque tu presencia aqui, esta tarde, puede ser un indicio de que si las tenia. Ahora bien, ?que fue lo que te hizo dar el paso siguiente, buscarme?
– No podria darle un motivo preciso, o racional, o lo que sea que deban ser los motivos para ser tenidos por tales -reconoci-. Estaba aqui, en Nueva York, sin nada que hacer; sin un oficio, ni una finalidad, ni siquiera un pretexto. Supongo que necesitaba lo que cualquiera, que el dia siguiente tuviera algun objeto, y le escogi a usted. Era con mucho lo mejor que tenia a mano. Su libro me habia absorbido de veras.
Dalmau me contemplo con aprecio. Aunque tenia los labios finos y las facciones ya bastante escasas, no resultaba inexpresivo, y no debia quitarle el sueno que su cara fuera espejo de sus emociones.
– Te confesare algo -dijo-: desde que se me ocurrio que podia ser el libro, y solo el libro, lo que te habia impulsado, tuve el presentimiento de que tarde o temprano te pediria que vinieras aqui, para conocerte. Me costo persuadirme, sobre todo cuando se produjo ese malentendido con mi nieta, pero al fin se hizo la luz, una luz casi milagrosa. Por eso he querido que esta tarde hablasemos antes que nada de literatura. Es la literatura lo que nos ha unido, Hugo. Que lazo poderoso puede ser, si ha sido capaz de unir a dos personas como tu y yo, entre las que median tantos abismos.
Paladeo la palabra
Una vez que la muchacha se fue, Dalmau, a quien no se le habia escapado el brutal efecto que en mi habia producido, constato:
– Creo que no eres insensible al encanto de la pequena Charlotte. Quien podria serlo. Desde hace anos, me he preocupado de que siempre hubiera aqui alguien como ella, porque me conforta mirar y escuchar a las muchachas de su especie. A veces me gusta tambien tocarlas, pero me basta con tocar sus manos o sus mejillas, cuando vienen a traerme algo. Con la edad se va casi todo, y lo primero la apetencia carnal. Ademas, hay algo intolerable en la idea de mezclar algo como Charlotte con algo como yo. ?Has visto alguna de esas repugnantes peliculas en las que los adultos yacen con ninas? Yo me hice traer una, hace anos, y mande que la quemaran. Ver la juventud marchitarse entre lo marchito, tan sucia y bruscamente, es un espectaculo mas degradante que el propio envejecimiento. No se como a nadie le consuela de nada.
Dalmau se interrumpio, asqueado. Pero no le costaba hablar de aquello, como no le habia costado confesar su aficion por el esplendor adolescente de Charlotte. Era dificil distinguir si se confiaba o si me consideraba menos que nada y eso le hacia impudico.
– Sin embargo -prosiguio-, si es agradable mirarlas, y tocarlas, donde no pueda confundirse con un intercambio sexual. Por desgracia mis ojos empezaron hace un ano a dar senales de rendicion, y cada vez me cuesta mas verlas. Pero es portentoso como perdura el tacto. Me gusta tocar la piel joven, Hugo, porque me da una prueba de la continuidad del mundo, la continuidad que hace tanto que yo he dejado de representar. Mirando y tocando lo joven, teniendo cuidado de no mezclarse nunca, para no mancharlo y arruinarlo, se puede seguir en el mundo, aunque se este ya mas muerto que vivo, como yo. Es un arte riguroso, porque la tentacion de querer seguir siendo dueno de la vida, y no simple espectador, es fuerte. Pero hay que retirarse, despreciarse si hace falta. Es la unica manera de enterrar con honor la propia juventud. Hay tanta gente empenada en alargarla y pudrirla en una pantomima ridicula, cuando no repulsiva.
– ?Que hara cuando Charlotte crezca? -intervine.
– Lo mismo que hice con las demas. Saldra de mi casa como entro, entera si lo estaba, y tendra un lugar en el mundo. Hay que preocuparse por que los jovenes tengan un lugar en el mundo; es lo unico de lo que hay que preocuparse, aunque ahora este todo lleno de viejos egoistas. Ese es el equilibrio de la naturaleza, todos los animales mueren por defender a sus crias. Pero el individuo humano se ha vuelto demasiado importante, tiene pretensiones de absoluto, y por eso la gente no quiere apartarse y dejar paso. ?Has pensado en ese invento perverso, los planes de pensiones? Esta tan asumida la guerra a muerte entre las generaciones, tan por descontado se da que habra que defender el hueso contra los perros jovenes, que los bancos, a quienes conviene el negocio, venden sin problemas el producto. Ya nadie se fia, con razon, de que los que hoy estan ganando sueldos bajos, y viviendo en el alero, vayan a apiadarse de los que los tienen a agua y migajas. Al final, todo afan acaba en su contrario. Se terminara pasando por las armas a los viejos, sin pestanear.
Mientras oia a Dalmau, crei disponer de una fantastica hipotesis para la presencia de todas aquellas hermosas mujeres en las oficinas del Rockefeller Center, y me conmovio la discrecion siempre sacrificada de Pertua. Tambien juzgue que no era muy elegante que Dalmau, que poseia entre tantas otras cosas aquel edificio y podia pagarse las muchachas y su colocacion posterior, censurara a quienes, con menos medios, se angustiaban por tener techo y comida en el futuro. Todavia no entendia a Dalmau. No sabia cuanto ni como se inculpaba el mismo, acatando su propia doctrina, en lo tocante a aquel asunto del trato a los hijos. Era curioso, en todo caso, que aquello hubiera comenzado por Charlotte. El anciano parecio percatarse de que se habia desviado de nuevo. Podia permitirselo, pero regreso a la conversacion:
– En fin, Hugo, me has buscado, y no te ha sido sencillo dar conmigo. Ahora aqui estas, en esta habitacion oscura. Perdona por eso. Desde que me falla la vista prefiero que haya poca luz, por no tener ansia de ver, o para irme acostumbrando a la ceguera, si le da tiempo a venir. Sin duda tendrias alguna expectativa, cuando fuiste hasta Wisconsin siguiendo mi rastro. Y ahora, ?que te parece este viejo enfermizo y fanatico? Acaso un espejismo.
– No me parece un espejismo -le rebati, aunque igual hubiera podido apoyarle-. Esperaba que fuera viejo, claro, quiza mas. Otras cosas no las esperaba. Todo lo que he visto durante estos tres meses, este edificio, Charlotte.
– Lo que has visto durante estos tres meses es accesorio. Olvidalo -Dalmau sacudio una mano hacia un lado, para reforzar su conminacion-. Si te he hecho venir ha sido porque Pertua me ha contado que lo que te encargaba lo hacias con pundonor pero sin vocacion. Me inclina en tu favor tu pundonor, pero mas me inclina que no tengas vocacion por los asuntos de dinero. Mi dinero no forma parte de mi. El edificio y Charlotte, por el contrario, son un buen resumen de lo que soy. Y reconozco que me hace ilusion resultar inesperado, a los noventa y cinco anos. Debe ser la ultima vez que va a suceder. ?Que crees que esperaba yo de ti?
– No lo se.
Dalmau se inclino sobre su mesa y obligo a sus ojos gastados a hacer el trabajo de atrapar mi imagen. Nunca supe como ni que veia.
– Quiero que vengas mas veces, Hugo. Matilde te dara el numero, llamala y ella te dira si puedes venir. Hay dias que me duele la cabeza, dias que no respiro bien, dias que lo devuelvo todo. Pero todavia tengo otros como hoy, en los que soy casi una apariencia completa de persona. Llama de vez en cuando y algun dia sera uno bueno, y podras venir. Haremos que Charlotte nos traiga cafe y hablaremos. De ti, de mi, de este lugar extranjero, de la patria. ?Por que te lo pido? Esto es como tocar la piel de Charlotte, pero se trata de otra piel mas sutil, la del