mismo y sera inapelable. Creo que el mundo lamentaria tu perdida. Aun eres joven y hermosa y hay por ahi otros muchos seres atormentados a los que podrias dar tanta ayuda como me diste a mi. Si no quieres cuidarte por mi o por ti, hazlo por ellos. Aunque yo sacrifique este conocimiento por ti, es una de las riquezas que tiene la vida. Se puede descender a lo mas profundo del hastio, se puede reducir el alma a la mas infima inanidad, pero siempre subsiste incolume la opcion de remontar el vuelo y vivir todavia lo mas grande. Corresponde a los espiritus ambiciosos como el tuyo tener en cuenta esa opcion por encima de cualquier debilidad del animo. ?No te estimula pensar que todavia puedes hacer una faena mejor que la que hiciste conmigo? En este punto zozobran mis previsiones. ?Por que me extiendo sobre esto? Quiza estes ya enfrascada con otro infeliz y pierdo el tiempo tratando de convencerte de algo que tienes plenamente asumido. No se, pero quiza pienso que aunque solo sea por cumplir con las costumbres, o por no perderte la sensacion, o porque hayas decidido tenerme un poco de lastima, te habras tomado algun tiempo para llorarme. Si no es asi, tampoco tiene mayor importancia. Por supuesto que tambien hay un pasaje para el. Elegid un sitio romantico y bebed algo a mi salud de vez en cuando, que a fin de cuentas pago yo.

Muchas veces me he preguntado por que no te mate. No fue porque me diera miedo quedarme sin ti. Ambos sabemos de sobra que he vivido sin ti cada uno de los dias que duro nuestro accidentado o accidental matrimonio. Tampoco fue porque me resistiera a perder la vision de tu belleza. No es ya que tu belleza habite en mi corazon; eso habria sido un consuelo enfermizo, desviado, casi falso. La cuestion es que mi corazon no tiene mas forma que la de tu belleza, hasta tal punto que solo arrancandomelo podrian privarme de ella. Ni mucho menos, como no creo necesario aclararte, fue la causa de que no te matara alguna repugnancia o algun horror por el crimen. No habria podido serlo, desde el momento clarividente en que descubri que el crimen es una de las mas altas y absolutas formas de la poesia. Con el crimen habria culminado a un tiempo tu belleza y tu vida y mi amor ilimitado, fundiendolos con la eternidad en un extasis unico, indiscutible. En realidad, si repaso cualquiera de las objeciones usuales a la decision de eliminar a la propia mujer, a cualquier mujer en definitiva, no encuentro sino razones poderosas para haberte matado. Ante la incapacidad de la logica para justificar mi abstencion, me inclino a sospechar que la culpa la tuvo una casual conjuncion de circunstancias imprecisas. Alguna de ellas cabria encontrarla entre las multiples modalidades de mi indolencia, que probablemente es el atributo del alma humana que ostento con mayor profusion de matices. Puedo pensar en la indolencia que me llevaba a dormir como nunca el dia antes de un examen crucial que no habia preparado debidamente, en la que desbarataba mi atencion y lastraba mi elocuencia en la primera y normalmente ultima cita con una muchacha perseguida durante largas semanas, o en la que me disuadia de poner en el papel los versos mas sublimes, que me habian sido dictados durante el sueno, hasta que ya era demasiado tarde para recordar mas que torpes y enrevesados escombros del poema. Otro motivo nebuloso, pero cuya eficacia no debe ser subestimada, pudo ser que me traicionaras con mi hermano. Me resulta dificil desentranar el efecto concreto de este hecho. Por una parte, la culpa podia ser desplazada de ti, que eras pese a todo irresponsable ante mi, hacia el, que no lo era. Bajo ese punto de vista, no tenia sentido castigarte. Por otro lado, y considerando que matarte hubiera podido ser un placer independiente de la sancion de la falta cometida, existia otro obstaculo; que al haberte mezclado con el te habias impregnado de algo que era sacrosanto para mi: su inmunidad. Yo no podia lesionarle severamente, cualquiera que fuera su delito contra mi, porque aunque hubiera burlado la lealtad que me debia, yo no dejaba de deberle mi lealtad, no ya a el, sino a los dias en que me habia dado la vida y a las veces que me la habia guardado, salvado o defendido. Desde luego que le hice dano, que encontre maneras de vengarme que le resultaron dolorosas. Pero no podia destruirle, y aun a riesgo de que terminaras siendo totalmente suya, no podia levantar mi mano contra ti antes de estar seguro de que eso no le hundiria. Ya no recuerdo si intente cerciorarme o si escogi quedarme en la duda. Tampoco se por que te cuento esto en esta carta. Tal vez sea porque lo omiti antes y es la unica cosa importante que te he ocultado. Tal vez sea porque estas palabras, que seran leidas despues de mi muerte, estan escritas a pesar de todos mis esfuerzos antes de ella, o para ser mas exactos en su inminencia, que llena mi mente de cavilaciones funerarias. A lo mejor te tiene sin cuidado todo este jaleo que me traigo con la cosa de no haberte matado. Nunca ahonde demasiado en tu modo de ver el mundo o de verme a mi, y he tenido que morir rendido a este misterio. Desde luego que aprendi a navegar en la superficie de tu alma, e incluso a vejarla o a hacer chistes de ella. Pero nunca fui tan ingenuo como otros, que creyeron que empezabas y acababas en tu comportamiento y en tu irreflexivo sistema de prioridades. Yo adivine o temi hace veinte anos que sabias tanto de la vida como para mirarla desde el otro lado, desde donde mi lento y pesado cerebro de hombre jamas podria verla, y con esa impresion de muchacho me quede para los restos. No puedo estar donde tu estas. He podido reirme de ti, pero solo de una parte de ti. Eres grande y oscura como el universo que sabe para que me hizo cuando yo he de morir ignorandolo. Puedo reirme de esa gorda que se unta crema bronceadora y que tambien es el universo, pero de todo el universo no aprendere a reirme jamas, como tampoco lograre destruirlo. Mira, tal vez acabo de dar sin querer con la verdadera razon por la que no te mate.

Me siento extrano, advirtiendote de las cosas que pueden pasarte, tratando de ser tu guia frente a los peligros que te acechan, y reconociendo al mismo tiempo todo lo que desconozco acerca de ti y de lo tuyo. A veces he querido sonar posibilidades diferentes; que en lugar de vivir acosandonos y huyendonos hubieramos podido vivir juntos, que solamente hubieramos podido sentarnos una tarde frente al mar y decir: «Esa raya azul que tu ves al fondo es la misma que veo yo, y podemos inventar para ella horizonte, o cielo, o mar, o cualquier otro nombre que nos de la gana». No me consta con seguridad que tu o yo hayamos nacido para eso. Quiza si hubieramos intentado alcanzarlo habriamos acabado arrojandonos el uno contra el otro borrachos de odio. Quiza sea mejor asi, haber corrompido el deseo de salvarnos, habernos tenido siempre panico.

No tengo mas para decirte. Deplorablemente, esta es una despedida insuficiente para agotar el significado de lo bueno y lo nefasto que hemos estado intercambiando todos estos anos. No aspiraba a mas y no voy a caer en la verguenza de sublevarme ahora contra eso. Solo me queda hacerte una ultima indicacion. Te diria que es algo que te ofrezco solo por si es estrictamente indispensable, es decir, que se trata de un recurso que deberas utilizar si mis previsiones y la fuga que te he preparado fallan, pero en ningun otro caso. Sin embargo, vuelvo a reconocer la soberania de tu antojo para determinar cual es su naturaleza y en que momento y manera procede su uso. No soy de esos asnos que intentan ponerle puertas al campo. Si te encuentran, ya sea por mala suerte o por tu demente voluntad, solo hay una persona a la que podras recurrir para que te ayude, si quieres tener alguna posibilidad de exito. Las instrucciones acerca de lo que tienes que pedirle que haga, para que y como, te seran suministradas de forma segura a traves del mismo que te ha hecho llegar esta carta. En cuanto al nombre de tu protector, podemos referirnos a el mediante una clave que no puede plantearte dudas: Hamlet. No te asombre que te confie a su proteccion. Despues de lo que me ha pasado, incluso antes, no existe otro en quien pueda confiar lo bastante, ni siquiera la mitad de lo que confio en el. Tampoco temas que se niegue a colaborar. Creo que he tomado las medidas adecuadas para que eso no ocurra, y aparte de ellas esta lo que tu puedas hacer por tus medios, que no son escasos. Conociendote, se a lo que me arriesgo confiandote a el, y por eso no dejare de contemplar todas las hipotesis, no vaya a ser que creas hacer tu el descubrimiento. En consecuencia, no me empeno en exigirte que acudas a el solo en caso de peligro. Ya que no dispongo mas que de el, he de aceptarle con todos los inconvenientes, y he de aceptar de antemano lo que decidas hacer. Buscale si quieres, Claudia. Todo te lo debe. Primero, por la deuda que ya pago, pero creera hasta la muerte tener conmigo por ese detalle irrisorio de haber disparado primero. Segundo, por no haber sido capaz de olvidarte. No voy a pedirte que seas prudente, porque ya no me herira lo que te ocurra, ni te rogare que le tengas piedad, porque no me siento tan grande o tan muerto como para cometer ese desliz.

Ahora creo que sobre todo, en el sitio donde estoy mientras lees esta carta, la sensacion es el silencio. Mi boca ha dejado de hablar y han dejado de hablar las bocas de los hombres, el mar y el viento y las entranas del mundo. Aqui solo escuchamos y no hay nada que podamos oir. Te he escrito esta carta, Claudia, como te entregue mi vida. Me he preocupado de advertirte, aunque a ti pueda serte indiferente y yo este demasiado lejos para ver lo que ocurre, porque aun despues de mi vida vivo para ti. Te maldigo como maldigo el aire y el vientre de mi madre. El camino fue oscuro de punta a cabo, pero entre las tinieblas mis dedos rozaron a veces los dedos de los dioses. No te sientas aludida, veneno, solo maldigo porque se me termina la voz.

Doble meticulosamente las cuartillas y las devolvi a su sobre. Recompuse este como pude y me lo guarde en la chaqueta. Ahora que no estaba ninguno de los dos, solo podia pertenecernos a mi o al fuego. Mientras pudiera rehusar la evidencia de que los derechos del fuego eran incomparablemente mejores que los mios, la guardaria yo. Ya no quedaba nada mas que hacer alli. Eran las nueve menos veinte. Debia borrar las ultimas huellas de mi paso por el atico y salir cuanto antes del edificio. Durante mi rapida labor de limpieza pense que me habria gustado encontrar alguna foto de Claudia sola, que habria sido menos dolorosa que la que ella habia dejado para

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