simbolistas dan a lo sagrado un tratamiento blasfemo. Los vanguardistas, un tratamiento mecanico. Actualizan ingenuamente las viejas imagenes religiosas.

«Siglos colgados», dice el poeta de pronto. Garcia Lorca hablara de los toros de Guisando «como dos siglos de piedra hartos de pisar la tierra». La vanguardia maneja las magnitudes historicas con desenfado, con desenvoltura. Esa es otra de sus constantes, lo que le da mayor aire de modernidad. Cristo sube mas que un avion y los toros de Guisando son siglos de piedra. La cultura ha sido tratada siempre por la cultura de una manera reverencial. Incluso en los supuestos criticos. Sobre todo en los supuestos criticos. Dada, las vanguardias y el surrealismo quieren hacer iconoclastia y tratar la cultura anterior de una forma festiva o destructiva. En el mejor de los casos, de una manera esteticista, haciendo de un mito un objeto, nunca una ensenanza.

Se trata evidentemente de una revolucion cultural. Pero de una revolucion menor. Con toda su virulencia ocasional, Dada y el surrealismo han sido facilmente integrables. Apollinaire tiene un fondo optimista y burgues -de burgues exaltado- que le hace el mas integrable de todos.

Ramon Gomez de la Serna, muy poco radical, salvo en los primeros tiempos, ejemplifica bien el desprecio por la tradicion cultural. Le basta con la ignorancia. No habla de la mitologia para bien ni para mal. Situa al hombre en la vida cotidiana. Le emparenta con su general familia costumbrista o estetica, pero nunca con los dioses. Ve la humanidad por vetas: los tristes, los gordos, los tocadores de flauta, los enterradores, los artistas de circo. Ramon es mas actual que todos los modernos demoledores de estatuas. El ni siquiera ve las estatuas, al pasar, o las ve como cosas. Una estatua puede ser para el un tintero grande. Raramente denostara o cantara al estatuado. Apollinaire tiene una piqueta de luz para demoler los monumentos de la Historia. Ramon se sienta en ellos a comer tortilla. No necesita borrar la Historia, porque ni aun la considera.

«Escribo unicamente para exaltaros, oh sentidos, oh queridos sentidos, enemigos del recuerdo, enemigos del deseo.» Con estos versos, Apollinaire esta explicitando lo que es la etica y la estetica de las vanguardias, que nacen de el en buena medida. Un instalarse en los sentidos, vivir en ellos y desde ellos. Los sentidos nos dan imagenes, metaforas a punto. Los sentidos son «enemigos del recuerdo y del deseo». Se ejercen sobre el puro presente. El poeta de los sentidos es el poeta de presa que esta siempre al acecho, cazando hermosas piezas de luz, metaforas. La vanguardia viene a abolir todo el sentimentalismo romantico/burgues, la poesia de los sentimientos, de las nostalgias, de los recuerdos. Ya solo queda Apollinaire, con su poesia plastica que dibuja el presente, y Valery, con su poesia de la inteligencia, de donde nacera la llamada poesia pura (pura de excrecencias sentimentales). Este radicalismo tiene en Apollinaire una connotacion de crueldad solar. Ramon Gomez de la Serna, sin caer en psicologismos ni sentimentalismos, lo ira atenuando con la humildad de la vida cotidiana. Ramon le quita soberbia a las vanguardias.

«Del rojo al verde todo el amarillo se muere.» Apollinaire ve cosas, y mas cosas dentro de las cosas, mas colores dentro de los colores. Juan Ramon Jimenez escribiria poco mas adelante aquello de «un incoloro casi verde». «Hay un poema que hacer sobre el pajaro que no tiene mas que un ala.» Apollinaire utiliza a lo largo de su obra, como una recurrencia, esta imagen real del pajaro unialado. Las cosas raras, los caprichos de la naturaleza le fascinan como a Ramon y a toda la vanguardia. Porque vanguardia era mirar lo cotidiano como insolito, pero cuando lo insolito se presenta por si mismo, en la vida -pajaro de una sola ala-, la vanguardia se encuentra (por decirlo de una manera vulgar) con la horma de su zapato. Y entonces utiliza directamente, como si fuese una creacion poetica mas, esa imagen que le brinda el mundo.

Ramon ha mirado lo cotidiano como insolito, y esa es una de sus mayores grandezas, como vamos o iremos viendo en este libro. Pero al mismo tiempo busca lo insolito en la vida y en las cosas, busca pajaros de una sola ala y chimeneas de laton derribadas por el viento, que recoge y lleva a casa «como la armadura de un caballero medieval, quiza de Garcilaso». Para Ramon, para Apollinaire, para la vanguardia, no hay objetos solitos e insolitos, como para el poeta no hay palabras nobles e innobles: todas son nobles e innobles, todas son palabras.

Si vuelven insolito lo cotidiano, las vanguardias tambien cotidianizan lo insolito. Una insolita chimenea en el suelo no es mas que la coraza perdida de un caballero medieval, seguramente herido en la noche. Lo insolito se explica por elevacion, llevandolo a otro plano. Apollinaire desearia que todos los pajaros tuviesen un ala, y entonces buscaria por el mundo el ave de dos alas. Ramon desearia encontrarse, en sus nocturnas paseatas madrilenas, caballeros con armadura, del siglo XVI, para tenderles naturalmente una mano y llevarselos a Pombo a reponer fuerzas.

Hemos dicho en este capitulo que la vanguardia maneja con desenfado las magnitudes historicas. La abolicion del tiempo es ante todo una abolicion de la muerte, y la vanguardia necesita esto para alimentar su optimismo.

«Paris Vancouver Hyeres Maintenon Nueva York y las Antillas.» El cosmopolitismo de los vanguardistas, del que nos ocupamos en este libro, nace de versos como el ahora citado, que pertenece al poema «Las Ventanas», de Apollinaire. Unamuno -ruralismo, casticismo- enlazaba nombres de pueblos espanoles. Apollinaire hilvana sin puntos ni comas sugestivos nombres del mundo. Ciudades e islas. Proust dice que el ensueno de la palabra Venecia es siempre superior y mas rico que la Venecia conocida luego, en los viajes. Cuando el mundo empezaba a ser la aldea planetaria, Proust y Apollinaire se deslumbran con la cercania/lejania de unas ciudades que los nuevos medios de comunicacion ponen a su alcance con facilidad casi obscena. Ramon, mas cazurro, socarron y madrileno, dira que «el mundo no es tan mundo como parece». Pierde pronto la fascinacion de las ciudades. Su vanguardismo es menos cosmopolita que el de Apollinaire, aunque el viajo mucho. Lo que Apollinaire tiene de maestro disperso, hipotetico, casual y simultaneo de Ramon, simultaneo del supuesto discipulo, queda compensado -?y superado?- por el acendramiento ramoniano, que como hemos visto y veremos en este libro, se concentra en circulos de existencia muy cerrados y dibujados, para ser una y otra vez «el andarin de su orbita». Una vez mas -como pasa siempre con todo- su limitacion, su espanolismo (no absoluto ni cerrado, como sabemos) es la contrapartida de su amonedamiento, de su autenticidad, de su pro- fundizacion en algo que de verdad le importaba e iluminaba mas que lo insolito: o sea lo cotidiano.

7. AZORIN Y RAMON

Ya nos hemos referido a la afinidad literaria entre Ramon y Valle. En su biografia de Valle, Ramon dice que don Ramon le habia elegido a el para hacerla. En principio parecen muy afines. Su afinidad es la pasion por la palabra barroca, el talante de construccion verbal que ofrecen sus obras res-pectivas. Pero don Ramon es ante todo un gran fabulador, un energico impulsor de mitos, leyendas e historias. Valle-Inclan es, por decirlo de alguna forma, un escritor de accion.

Ramon es un contemplativo. Por eso su gran afin resulta ser otro contemplativo, como luego descubrimos: Azorin. Azorin y Ramon son las dos actitudes literarias mas semejantes del siglo. Dos escritores que solo se proponen mirar la vida y escribirla. «Vivir es ver volver», dice Azorin. «Ay cuando las cosas empiezan a dar la vuelta», dice Ramon. Son dos casos maximos de escritor puro, de escritor-escritor, de escritor que incluso, a veces, no tiene nada que decir, pero sigue escribiendo, segun el chiste de Julio Camba. Y yo diria que ahi, cuando ya no tienen nada que decir, en el puro reborde del oficio, en el bisel literario de la prosa, es donde mejor se les conoce como escritores. Escritor es el que lo es mas alla de sus temas. El que solo escribe cuando tiene algo que decir, es un senor que dice cosas, pero no necesariamente un escritor. Esta actitud del escritor puro ante la vida puede parecer en principio una incapacidad. Lo parece sobre todo en Azorin, pues que Ramon llena mejor la espera de temas y generos con la profusion puramente verbal. Azorin finge que hace novelas, ensayos, obras de teatro. Azorin o los generos fingidos. No solo fingidos porque no los hace bien, sino porque prefiere fingirlos. «Novela fingida», habria que subtitular algunas de Azorin, de Ramon, de Unamuno incluso.

Pero me importa esta distincion: si ellos hubieran sido escritores mediocres, se habrian limitado a hacer malas novelas, a hacer mal los generos. Como son grandes escritores, parecen proponerse ya de entrada fingir una novela, fingir un drama. Es la manera genial que tienen de superar su incapacidad para hacer una gran novela, un gran drama. Ramon, como es sabido, llega incluso a titular «falsas

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