distante de todo aquello, dado que sus desesperaciones son siempre mas esteticas que otra cosa, como hemos visto en el capitulo «Intimidad y drama». O quedan congeladas por la estetica, que para el caso es lo mismo. Del surrealismo aprende Ramon mayores libertades asociativas, pero ni el ocultismo ni el automatismo que vienen a dar sustancia a la escritura surrealista (por reaccion contra el racionalismo) tienen mucho que ver con Ramon.

Las equivalencias y asociaciones poeticas del surrealismo estan tomadas del sueno o son suenos fingidos. El sueno es el verdadero genero literario de los surrealistas, no solo porque escribian sus suenos, sino -lo que es mas importante y verdadero- porque se inventan suenos escribiendo, escriben con tecnicas de sueno, imitan a la perfeccion la sintaxis de lo onirico. De ahi les viene a Aragon, a Eluard, a todos ellos, una mayor libertad asociativa. Ramon, por el contrario, es el primitivo que traza sus imagenes bajo la luz del mediodia, como signos del vivir. Sus asociaciones son asociaciones de la luz, no de la sombra. Mantiene siempre una ultima coherencia, una logica plastica, una explicacion hipotetica, en el fondo de todo lo que dice. No llega jamas al absurdo y por eso ya no es rigurosamente contemporaneo.

Hay siempre una ultima correlacion logica entre dos cosas dispares, emparentadas poeticamente. Esa correlacion, ese eslabon ultimo es lo que tratan de romper los surrealistas, falseando a veces su juego, volviendolo del reves, pues no se trata ya de capturar el azar, sino de imponerlo o prefabricado. Ramon no se atrevio a jugar ese juego ultimo, no quiso, no supo o no pudo. Para el, el mundo seguia siendo redondo. O sea seguia estando intercomunicado. Los vasos comunicantes de Aragon son en el mucho mas explicitos. Despues del surrealismo vendria el absurdo puro, con Beckett, pero hoy vemos y sabemos, con la perspectiva imprescindible, que el hombre esta condenado a la coherencia, aunque haya roto en buena hora con el viejo realismo coherente. Ramon, sencillamente, supo mantenerse en los limites justos, en el borde mismo del no-decir, y todavia quiso decir lo indecible. Despues vendrian los amanuenses del silencio.

23. POMBO Y EL RASTRO

Pombo es una de las circunferencias que Ramon traza en torno de su vida, para quedarse dentro. La vida de Ramon nos recuerda un poco aquel juego de la infancia -me parece que era el marro- en el que habia que saltar de circulo de tiza en circulo de tiza, para salvarse.

El espanol va o ha ido al cafe huyendo de un hogar poco acogedor, por lo general, y buscando la realizacion verbal de sus frustraciones vitales. Todo el mundo es autoridad o la tiene en el cafe. El cafe es la conversacion y la teoria que no compromete a nada. Vale empezar un tratado de filosofia verbal o de derecho politico, delante de los contertulios, e interrumpirlo para siempre, dejarlo en el aire cuando uno se ha cansado del tema o se le ha hecho hora de irse. Los cafes no han muerto, porque los ha restablecido la cafeteria. Los cafes se han puesto en pie, en todo caso, y ahora la funcion del cafe la suple el coctel de cada tarde, donde tambien el espanol vive en publico, vive por los demas y para los demas, entre los demas, como ha sido siempre su vocacion.

El espanol es torero no porque estemos en tierra de toros bravos ni porque lo lleve en el alma, como creen los turistas, sino que es torero porque necesita en torno la circunferencia de paisanos, «el valle de caras», que dijo un poeta, para sentirse seguro y triunfador.

Ser eminentemente social y eminentemente triunfal, el espanol es coro, en el cafe, del exito verbal de los demas, a condicion de que los demas lo sean del suyo.

El espanol necesita vivir en multitud, en olor de multitud, aunque sea olor de cafe, no porque sea extravertido, sino porque es introvertido hacia afuera, ya que lo que el espanol lleva siempre al cafe, a la tertulia, a la reunion, al coctel, no son banalidades, como el frances o el ingles, sino cuestiones tremendas: la guerra, la honra, el alma, la muerte. O cuestiones tremendizadas, como los toros.

Y si no, ahi esta ese espanol tipo, don Miguel de Unamuno, debatiendo en el cafe nada menos que la inmortalidad de su alma. El espanol no ya al cafe a solazarse, como el ingles al club, sino a jugarse la vida, la inmortalidad o el triunfo de su torero. Cafe ha sido la famosa cacharreria del Ateneo madrileno y cafe es casi todo para el espanol que se sienta -el clasico hablo de «la colera del espanol sentado»- a arreglar el mundo mientras toma cafe.

El escritor en su rincon de Pombo

Otro espanol-tipo, como Unamuno, pero todo lo contrario, es Ramon Gomez de la Serna, que no va al cafe a debatir cuestiones tremendas, pues sabemos que ha renunciado a ellas, pero si a jugarse cada noche de sabado su genio y su figura en el cafe. Hablo Oscar Wilde de hacer de la propia vida una obra de arte, como hablo Baudelaire de ser sublime sin interrupcion. Heredero de estas posturas romanticas, romantico todavia en eso, Ramon tiene conciencia de su vida literaria, de lo literario de su vida, y el espejo baudeleriano ante el que quiere vivir y morir es el espejo de Pombo o el cuadro de Solana, que fue espejo eterno para todos los contertulios. El cafe, que ya hemos visto lo que supone para el espanol medio, es para el espanol egregio ese sitio donde encontrarse con su propia gloria, mejor que en la gacetilla fria de los periodicos. En el cafe cada uno ejerce de si mismo y Ramon, despues de haber demostrado en libros y articulos que era Ramon, tienen que demostrarlo en el cafe.

Otro ingenio al que hemos citado bastante en este libro, porque no esta tan lejos de Ramon como ambos creian -y me refiero a Eugenio d'Ors-, repetia oralmente en el cafe su glosa del periodico de la manana porque, como el decia: «Tengo conciencia de que no se me lee.»

En este pais de cultura poco solida y de prestigios sometidos periodicamente a iconoclastia, el hombre publico necesita ir al cafe a tomar la temperatura de su fama. Cosas semejantes me parece haber escrito hace anos en un libro sobre Valle-Inclan. Hemos dicho que el espanol no es extravertido, sino introvertido hacia afuera, ya que lo que hace es dejar las entranas sobre el marmol del cafe, y de esto no se salva el hombre publico, el hombre famoso, el escritor.

No es facil imaginarse a un grupo de escritores ingleses o daneses dejando su vida, su talento y su obra en los cafes, como nuestro 98. Ramon, que tiene la atencion de las vanguardias europeas y la expectacion -a veces malevola- de Espana, necesita ir al viejo cafe de la calle de Carretas a igualar con la vida el pensamiento.

Para el hombre de la calle, el cafe es la mas alta ocasion de lucimiento, quiza la unica. Para el hombre famoso, el cafe es una corroboracion necesaria en la vida espanola. Para Ramon y los escritores de su raza, dispuestos a hacer de su biografia una obra de arte, el cafe es el sitio donde coinciden vida y obra, porque el cuarto de trabajo o la alcoba de la amante son ambitos magicos, pero irreconciliables. El cafe es el ambito donde vida y obra se encuentran delante de un espejo, delante de un pintor. Donde vida y obra se dan cita. Este me parece que es el sentido de Pombo en Ramon.

El Rastro es otro redondel que traza Ramon dentro del gran redondel madrileno. Otro mundo en el que salvarse.?

Hay dos dimensiones fundamentales del Rastro ramoniano, del Rastro visto por Ramon. El Rastro, mundo al que dedica uno de sus mas hermosos y originales libros.

El Rastro, en primer lugar, es surrealismo en acto. Es aquello de Lautreamont, el paraguas y la maquina de coser sobre la mesa de operaciones. Los objetos cotidianos o insolitos, salvados de su contexto y ascendidos a categoria poetica por ese mismo rescate. Seguramente Lautreamont formula su receta despues de haber visto algo parecido en el mercado de las Pulgas u otro mercado parisino. Lo que Ramon tiene de surrealista -y ya hemos visto en el capitulo anterior que es mucho y poco-, encuentra en el Rastro la fascinacion del mundo entendido de otra forma, el mundo de los negocios, el lujo y las costumbres ofreciendo una lectura insolita bajo la luz barriobajera de aquel Madrid.

El Rastro nos da realizadas todas las metaforas surrealistas. Todos los emparentamientos. Ramon no tuvo mas que glosar eso. Asi es como el Rastro nutre al Ramon debelador de lo insolito. Y luego esta el debelador de lo cotidiano. El Rastro es cotidianidad extinguida, cotidianidad redimida, convertida en poesia o en nostalgia por la inutilidad y el tiempo. Habiendo visto el cementerio de cosas que es el

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