las generaciones presentes como episodio chusco y lleno de color.
En la estrecha vida de los pueblos no se repiten con facilidad las figuras excepcionales. Hay pueblos que pasan siglos sin tener un escritor, un artista, un cientifico, un politico… y no digamos un policia que merezca la pena. Si aparece, sus contemporaneos, dada la pobre condicion humana, procuran atenuarlo o destruirlo… Y despues de su muerte, por esa misma condicion, cuando el elegido ya no puede sentir satisfaccion alguna, se le recuerda y magnifica. Ante el hombre vivo que destaca, el Juan particular se siente molesto. Cuando muere aquel, el Juan particular presume de su paisanaje.
Plinio, porque su profesion era, digamos, popular, facilmente inteligible e incidia en un mundo de sensaciones primarias, tenia muchos y sinceros admiradores, pero tambien enemigos y miles de convencidos que simulaban ignorarlo totalmente. El lo sabia y no le importaba. Los hombres que destacan en algo es porque, para ellos, su profesion, en vez de una carga, es la razon de su vida. Agradecia y daba por bien venidas las alabanzas y festejos que le dedicaban sus paisanos de buen natural y no le importaban las enemistades e ignorancias.
Plinio, por su conducta y quehacer era intocable. Pero en determinados momentos sus enemigos le buscaron el flanco politico y religioso. Hombre reflexivo y equilibrado, solia mantenerse al margen de los bandazos de los fanaticos de todo signo que suelen conmover a las gentes del monton… En esos momentos de pasion y de ceguera que juegan las creencias y no las ideas,Plinio, invariablemente, era senalado con el dedo por estos o por los otros. Entonces sentia lastima por la fragil condicion humana que con tanta facilidad se deja inflamar por el tonto o el interesado, generalmente el interesado, de turno. Manuel Gonzalez, en sus etapas de desgracia, que coincidian con los de tal o cual inflamacion, procuraba callar y pasar inadvertido… Cuando las aguas volvian a su cauce, el se afirmaba mas en sus teorias de no participacion y sentia especial ternura al ver que sus paisanos deseaban olvidar la ultima mala fiebre.
Plinio volvio a pensar en el robo del cadaver y en aquel final chusco protagonizado por la pobre senorita Maria Teresa y su donjuan municipal.
Algo se movio junto al cristal de la ventana. Era una mariposa blanca. Quedo durante unos segundos inmovil. En seguida llegaron mas, blancas tambien. Serian mariposas nacidas a la vera y al olor de muertos parvulos y de muertas virgenes. Mariposas tejidas con mortajas de impuberes y cabellos rubios de mocitas que en flor tuvieron la suerte de marchar a la otra ladera, donde siempre quedaran jovenes intactas. Mariposas, ultimos trasuntos de las viejas familias del lugar: Serranos, Torres, Laras, Cepedas que ahora formaban una rueda perfecta. Una rueda voladora que entro por la ventana entreabierta y quedo junto al cristal.
Plinio, preso de sus preocupaciones, las observaba con aire distraido… Hasta que de pronto un recuerdo le hizo fruncir el entrecejo. Miro con ahinco a las mariposas, que luego de posarse en el vidrio unos segundos tornaron a volar, siempre en rueda. Pero ahora, con un raro temblor, avanzaron hacia el policia en un parabolico movimiento de traslacion.Plinio las seguia con la vista. Tuvo que girar la cabeza para no perder su curvo camino. Por un momento pasaron muy cerca del plato de su gorra, pero ya otra vez frente a la ventana, en el haz de los rayos del sol, rapidamente deshicieron su rueda y marcharon hacia los aires de adelfas y cipreses del camposanto.
Plinio, con cara serafica, como del que ve una aparicion, dio unos pasos hacia la ventana, y sacando fuera buena parte del cuerpo vio como se alejaban, se diluian entre los atomos fulgentes del sol.
Cuando las perdio de vista, con los labios apretados y los ojos guinados, no queriendo creerse sus propios pensamientos, empezo a dar paseos menuditos por la 'Sala Deposito'.
En estas estaba, cuando lo despertaron de sus reflexiones el ruido de un coche que se detenia en la puerta del Cementerio y los comentarios en voz alta de los que estaban fuera.
Tiro el cigarro, cerro la ventana, y componiendo el gesto salio a ver que pasaba.
Alli estaba elJaguar de dona Angela. Pero quien hablaba con Anacleto y don Lotario era la otra hermana: dona Paloma.
– Buenos dias, senorita.
– Buenos dias, Jefe. Vengo a relevar a mi hermana Maria Teresa. Yo velare ahora un poco… La pobre Angela esta muy fatigada y vendra luego.
– Pues no hay nada que velar.
– ?Como que no hay nada que velar?
– Esta noche han robado el cadaver.
– ?Como? ?Que horror! Y Maria Teresa, ?donde esta? ?La han robado tambien?
– No. Creo que esta ahi dentro, en la cocina del camposantero.
– ?Pero quien ha sido? ?Como ha sido?
– No se… El policia que deje aqui de guardia se durmio. Pase y pregunte a su hermana a ver si ella sabe algo.
Plinio la acompano hasta la vivienda de Matias y corriendo la cortina le ofrecio paso.
Maria Teresa, sentada en una silla baja arrimada a la chimenea, con la cara entre las manos, sonlloraba. Al oirlos entrar se descubrio. Tenia los ojos hinchados y la cara con churretones de carmin.
Plinio dejo entrar a Paloma y marcho. Le daba lastima hablar con aquella pobre gordita. No queria pensar en lo que le esperaba.
Saco el reloj del bolsillo y consulto la hora.
– Bueno, don Lotario, son mas de las seis y media. Nos da tiempo a hacer un viajecito que tengo pensado. Desayunamos primero en casa de la Rocio y despues a la carretera. Y tu, Matias, ni una palabra a nadie de lo que aqui ha pasado. Cierras el Deposito. Dices que ha sido orden mia. Oficialmente el muerto sigue ahi dentro. ?Estamos? Y tu, Anacleto, te vienes con nosotros a la trena.
– ?Que caras cuestan siempre las mujeres!-rezongo.
– No lo sabes tu bien.
– Y si viene la otra fiera y ve lo que pasa, ?quien la calla?
– ?Te refieres a dona Angela?
– Claro, esa arma el escandalo del siglo.
– Vamos a ver…
En la cocina, la gorda seguia lloriqueando, mientras la otra hermana, sentada a su lado, la contemplaba con cara de no entender.
– Senoritas, por favor, escuchenme un momento.
Maria Teresa lo miro de reojo, sin quitarse del todo las manos del rostro.
– Deben marcharse al Hostal ahora mismo. Y aconsejar a su hermana que no se mueva de alli. Creo que es conveniente para todos guardar el mayor silencio sobre lo que ha pasado aqui esta noche. ?No cree, Maria Teresa?
La pobre empezo a llorar mas fuerte.
– Si se sabe una cosa, en seguida se sabra la otra. ?Esta claro? Y conviene mantener esto en secreto a ver si hay suerte y podemos saber pronto que ha pasado con ese muerto.
Ellas no contestaban.
– …Yo no puedo hacer otra cosa… De modo que, por favor, marchense, que aqui, ni ustedes, ni su hermana pueden resolver cosa alguna.
– Vamos, Maria Teresa – dijo Paloma, poniendose de pie.
Maria Teresa empezo a llorar con todas sus ganas.
Plinio hizo una sena a Paloma para que abreviase. Esta tomo del brazo a la gordita:
– Vamos, Maria Teresa.
Y sin levantar los ojos del suelo, ni dejar de llorar se levanto.Plinio fue abriendoles camino.
El chofer, al verlas aparecer, se bajo del coche y les abrio la puerta. En el entraron sin mirar a nadie. Anacleto, un poco apartado, les echaba ojos bajo la visera. El coche arranco suavemente.
– Venga, don Lotario, a desayunar.
En el Ayuntamiento entregaron a Anacleto. DioPlinio instrucciones a Maleza por si venia el inspector Rovira o aparecia Juaneque y anadio que iban a hacer unas diligencias de las que volverian hacia el mediodia.