– Claro.

– Rolf, como el perro de Barrio Sesamo.

– Rolf -repitio el-. Suena como un ladrido.

– Supongo que se trata de eso.

– Bien. ?Comemos?

Lilly trajo platos, cuchillos, tenedores, servilletas de papel y vasos.

– ?Te encontro esa gente que te buscaba? -pregunto desenvolviendo el salchichon.

– ?Que gente?

– Un hombre y una mujer, vinieron cuando mama se fue a trabajar.

– ?Dijeron quienes eran? -le pregunto a Lilly mientras esta colocaba con delicadeza una rodaja de salchichon en uno de los panecillos que habia abierto.

– Creo que eran policias -dijo pasandole el bocadillo que le habia preparado, y despues le entrego la tarjeta que le habian dado a su madre antes de marchar.

Stevie guardo silencio. Observo la tarjeta del CSI con el nombre de Mac Taylor y un numero de telefono y se la devolvio a la nina. Despues cogio el bocadillo y lo miro como si fuese un objeto desconocido.

– Creo que uno de ellos esta en tu apartamento esperandote -dijo la nina mordiendo su bocadillo.

Stevie se guardo el perro de arcilla en el bolsillo y se volvio sobre la silla hacia la puerta, como si con el suficiente esfuerzo, pudiese ver a traves de las paredes hasta su apartamento.

Tenia que pensar. Le llevaria tiempo. Pensar no era una de sus mejores virtudes. Le dio un buen mordisco a su seco bocadillo. La textura era seca, pero el sabor resultaba satisfactorio, conocido.

Jacob Laudano estaba empezando a preocuparse de verdad. Todo habia sido demasiado facil, y ahora le habian telefoneado para contarle que tenia que decir si la policia iba a buscarle.

?Por que tendria que ir a buscarle la policia? De acuerdo, tenian una razon para ir en su busca, pero podria escabullirse, a menos que estuviesen dispuestos a pillarle. No tenian pruebas contra el. No podian hacerle nada.

Jacob El Jockey Laudano media un metro cuarenta y cinco y pesaba cuarenta y dos kilos, dos mas de los que pesaba cuando corria. Teniendo en cuenta que habian pasado ocho anos desde la ultima vez que habia montado a caballo, habia sabido mantenerse en su peso, llevar comida a la mesa y pagar el alquiler de su apartamento de una sola habitacion en el East Side, y disponer de dinero suficiente para comprarse ropa y tomarse alguna que otra copa.

No necesitaba dinero para ir con mujeres, no era como Big Stevie. No muchas mujeres querian verse atrapadas bajo el volumen de Steve o tener que mirarle la cara de cerca. Pero Jake, por alguna curiosa razon dificil de entender desde su punto de vista, le resultaba atractivo a ciertas mujeres, algo que el aceptaba sin cuestionarselo. Sabia que tenia algo que ver con su estatura. No era un tipo feo, pero la cara que veia reflejada en el espejo por las mananas o en el espejo del bar Denny Khan’s no era la de Tom Cruise precisamente. Rondaba los cincuenta pero parecia mas joven. De nuevo, su estatura.

Nunca le habian gustado los caballos excepto para apostar, y fue eso lo que le trajo problemas. Durante un tiempo, la cosa fue bien. Apostaba en sus propias carreras y jugaba todas sus bazas para intentar que el favorito no ganase. Era una habilidad muy poco valorada, sobre todo por parte de los otros jockeys, que finalmente se volvieron contra el.

Jake entro en el negocio cuando tenia veintiseis anos. En aquella epoca puso su agilidad y su falta de escrupulos respecto a la ley al servicio del negocio tradicional de la familia: robo con allanamiento de morada.

No le fue mal durante mas de diez anos, pero un dia, menuda suerte, estaba rebuscando en el cajon inferior de una comoda, donde la gente suele ocultar cosas pequenas y valiosas, cuando la puerta del apartamento se abrio de repente.

Menuda suerte. Jake quiso salir por la ventana. El tipo le golpeo, le bloqueo la salida y le propino un punetazo en el pecho mas potente de lo que jamas se lo habian dado, o de los que le iban a dar durante los dos anos siguientes al norte del Estado.

El tipo resulto ser un tercera base de los Mets. Menuda suerte.

Jake hizo algunos contactos mientras estuvo en prision, lo que le llevo a ciertas conexiones cuando estuvo fuera, conexiones que le proporcionaron trabajo porque seguia siendo bueno entrando y saliendo de sitios a los que la gente corpulenta, gorda y a menudo vieja que le contrataba no podia acceder. La primera vez que le ofrecieron un golpe por diez mil dolares dijo: «Por supuesto».

Habia matado a otras tres personas desde entonces, todos por el precio establecido de diez mil. Jake El Jockey tenia una reputacion. No intentaba nunca conseguir mas dinero, fuera quien fuese quien le contratase.

La herramienta preferida por Jake era un cuchillo largo y afilado, que clavaba en el cuello del objetivo cuando estaba durmiendo.

Se arreglo la corbata frente al espejo y coloco bien el nudo. Alguien le dijo en una ocasion que «sabia lucir un traje». A el le habia gustado.

Sono el telefono. Jake siguio con la corbata hasta salir del bano y responder.

– Si.

Entonces escucho.

– La cosa fue bien -dijo Jake-. Tal como te dije. Entrar y salir. Nada de preguntas… Si, me vieron, pero no la cara… Si lo hace, lo hare, pero no querra venir aqui… De acuerdo, de acuerdo, te llamare.

La llamada concluyo. Volvio a colocar el aparato en su sitio y lo observo durante unos segundos. ?Acaso algo habia ido mal?

Estaba muy oscuro en el hueco del ascensor, pero Aiden tenia consigo una larga linterna que habia colocado sobre una viga metalica.

Llevaba puestos los guantes y habia dejado un paquete de bolsas para pruebas encima de su maletin, junto a la linterna. No habia tanta basura como esperaba, pero aun asi habia la suficiente para hacer que el trabajo resultase maravilloso.

Era un reto.

Habia hojas de periodico fechadas en los anos cincuenta. En una de ellas podia leerse la palabra «Ike» en lo que parecia parte de un titular. Rebusco entre sobres, todos viejos, pero no reconocio los nombres impresos en ellos. Encontro el envoltorio de una golosina Baby Ruth, toda una serie de tornillos, chinchetas y otros objetos de metal. Encontro dos ratas muertas bajo una masa irreconocible en un rincon. Una de las ratas hacia mucho que habia muerto y se veia ya parte de su esqueleto. La otra todavia estaba humeda y olia mucho.

Estuvo alli durante cuarenta y cinco minutos, tras los cuales acabo su busqueda con un preservativo reseco envuelto en su funda de papel de aluminio. Demasiado para un edificio de apartamentos de clase alta de Manhattan.

No habia ninguna bala. Estaba tan segura de ello como de que necesitaba una ducha.

Queria salir del hueco del ascensor y llegar al sotano. Con una rodilla sobre el suelo de cemento, echo un ultimo vistazo, enfocando la luz de la linterna hacia los rincones y despues hacia el ascensor detenido, que ella habia fijado antes de bajar alli. Fue entonces cuando la vio: la bala, o lo que quedaba de ella, descansaba sobre una viga estructural de metal. No habia llegado a caer al suelo.

Aiden volvio a bajar al hueco del ascensor con unas pinzas y una bolsa de plastico, tomo tres fotografias y recogio la bala.

9

Hawkes observo el cadaver de Collier. Mac y Stella estaban a su lado.

– El asesino era mas alto que la victima -dijo Hawkes-. Mirad los hematomas.

Senalo hacia el cuello del muerto.

– Tiro hacia atras y hacia arriba para poder hacer palanca. Los hematomas empiezan en la nuez de Adan y

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