MENDIGO. – Deje mi casa por una vuelta de animo. Soy de los de la parada de los Ducados. ?Pregunta por los de Onofre! El toro lucero todavia es mio.

DONA lNES. – ?Un toro lucero? ?No, no, no! Tiene que ser un hombre. Si mataste fue porque me amabas. ?Te gusto? ?Quieres que me desnude? ?Cuida de mi, que no puedo con tanto sonar! ?Algun dia tiene que ser verdad, tiene que llegar la gran hora, la loca hora preciosa! ?Dame una limosna! ?Dame pan!

MENDIGO (sorprendido, revuelve en la bolsa que lleva al costado).- Esta corteza es de los ricos de Trizas. ?Igual es de las salivadas!

DONA lNES. – ?No me importa! ?Dame una limosna! Te juro que no se la pedire a nadie mas, que estare toda la vida comiendo este pan a tus pies. (Se arrodilla a los pies del MENDIGO, se abraza a sus piernas.) ?La comere dia a dia, con los ojos alegres! ?No te me vayas! ?Por algo mataste!

MENDIGO. – ?Una senora tan ilustre y tan ida!

AMA MODESTA. – ?Una almita muerta de sed!

DONA INES. – ?Atame a tus sonares con piedras del rio, no me lleve el viento!

MENDIGO. – ?Yo no me ato por nada! ? Ni por mil escudos de oro!

DONA INES. – ?Yo me ato para no morir!

AMA MODESTA. – ?No durmio nada mi reina! ?Nunca duerme nada!

DONA INES. – ?Para no morir, bien mio!

MENDIGO. – ?En las casas de los pobres, te dan o no te dan, pero no hay estas farras!

El tracio Eumon dio fin a la lectura de la pieza de Filon el Mozo, y compadecio a aquella princesa dona Ines, y quitandose el estuche de madera de la pierna infantil vio que ya estaba casi a su tamano natural. Se dijo que era una pena el no haberse enterado antes de aquellos apetitos de amor de la soberana condesa, y como que el ya iba advertido por la literatura de Filon, que saldria muy bien del paso si decidiese hacer algun dia una visita a dona Ines. Si la visita tuviese lugar, le mandaria por escrito el resultado al dramaturgo, para que anadiese un cuadro a su pieza. Pero el tracio se temio a si mismo, que se consideraba sentimental, y pudiese ser dona Ines la sirena del rio que lo retuviese en aquel vado para siempre.

Eumon llamo a grandes voces a sus ayudantes de pompa, y dispuso salir para su reino lejano. Y cuando montaba en su bayo, se volvio para contemplar la oscura torre de dona Ines, que nadie creeria, piedras tan negras y espesas hiedras, que fuese el estuche de una corza rubia, coronada de rosas.

Seis Retratos

En el Indice Onomastico final han sido omitidos el rey Agamenon, dona Clitemnestra, las infantas Electra e Ifigenia y don Orestes, asi como la Nodriza de Clitemnestra, cuyos retratos van aqui por separado, y en orden alfabetico, segun noticias tomadas a la vez de la Historia Antigua, de la tragedia, de las divulgaciones modernas, de los rumores de Argos, del obispo Fenelon, y de las memorias abreviadas de los alejandrinos, amen de Ateneo y Pausanias, y de otros.

AGAMENON. – Lo que se sabe del regreso del gran Agamenon es poca cosa. El noble rey, envejecido en las lejanas batallas, decia a sus soldados que habia llegado para el la hora del retiro, y que anoraba su ciudad y las soleadas murallas, y que los mas de los dias que le quedaban de vida los gastaria en pasear por el campo, en compania de su amada Clitemnestra, y en conversar con los embajadores extranjeros, excepto los martes, que los dedicaria a ensenarle a su hijo Orestes arte politica. De las hijas no solia hablar, y confiaba en casarlas pronto con hidalgos adinerados. Cuando piso tierra argolida al cabo de los tantos anos de ausencia, reconocio en el aire un frescor perfumado que mas de una vez, durmiendo en su tienda de piel, lo habia despertado, como si por un roto entrase una corriente de aire a golpearle la frente. Ahora recordaba que esto sucedia cuando sonaba con los veranos de su pais natal, del que no tenia mas noticias que aquel soplo aromatico. Ancladas las naves en la ribera, Agamenon decidio viajar lentamente hacia su ciudad.

– Vamos -le dijo a su caballo Eolo- a dividir el viaje en cinco jornadas, y avanzaremos solos, el sequito una legua mas atras. Saldremos manana, a hora de alba.

A lo que el caballo asintio, confiando en que tras dormir una noche en tierra firme le habria pasado el mareo que no lo habia abandonado durante todo el viaje, atado a un mastil en la cubierta de la nave de su amo. Lo que hizo que el piloto, recordando la «Odisea», lo comparase con Ulises, curioso de escuchar el canto triste y turbador de las sirenas. Eolo era el primer caballo de su familia que hubiese navegado, de lo que se sentia orgulloso, lamentando no poder enviar a sus parientes noticia de aquel ilustre viaje. Se tumbo Eolo a dormir en la serena noche otonal, al arrimo de un roble. Ya habia hojas secas en la hierba, que crujian bajo su panza, y levantando la cabeza podia ver a Agamenon sentado en el reves de su escudo de cuero, el casco sobre las rodillas, la blanca y larga cabellera al viento, contemplando la salida del creciente sobre las redondas colinas. El rey habia cumplido los cincuenta, y graves arrugas surcaban su rostro. Eolo recordaba el dia en que, potro a medio domar, fue presentado a Agamenon. El rey se dirigio a el, lo miro amistosamente, como si lo hubiese conocido de toda la vida, y sin mas, lo monto a pelo. Eolo no se atrevio a encabritarse, protestando como solia de que le echasen encima a un jinete, y se dejo llevar por el campo, en un trote corto primero, y despues en un galope alegre, en el que conocio la dureza de las rodillas reales. Al apearse, Agamenon le palmeo el cuello y el pecho, le miro la dentadura, le dio con el puno cerrado en los belfos, y desde entonces se hicieron amigos. Eolo no entendia el lenguaje del rey cuando este hablaba con los otros aqueos, pero si estando solos el coronado se dirigia a el, el caballo comprendia las palabras regias, y quedandose el rey como ensonando a su lado, antes de la batalla o de correr la liebre, apoyado con el codo en la silla, entonces Eolo llegaba a leer en la mente real los mas secretos pensamientos. Agamenon, segun Eolo, nunca tuvo la menor duda acerca de la fidelidad de Clitemnestra, y en gran parte porque en el matrimonio la habia encontrado blanda, y muy distraida en la cama. Con lo cual, si otras cosas no lo probasen, puede creerse que el rey fue descuidado a la trampa mortal. En aquel ultimo viaje, a Agamenon le gusto no ser reconocido en las posadas, y se hacia pasar por un noble senor bizantino, que viajaba por encontrar faisanes machos con los que mejorar sus bosques de Oriente. Era tan grande la emocion que sentia al recobrar la tierra natal -eso que esta emocion todavia no se usaba ni entre los griegos mas sentimentales-, que agolpandosele en la memoria los sucesos de la infancia y de la mocedad, los mezclaba todos, y contaba un paso de cuando nino y lo injertaba en otro de hombre, y acababa riendo y diciendole a Eolo que lo revivia todo a un tiempo, como si le anduvieran volando por la memoria retratos suyos, cada uno de diferente edad.

– Todas son flores en el campo de mis recuerdos, Eolo! -dijo el rey.

Cuando llegaron, anocheciendo y bajo una tibia llovizna, a la vista de la ciudad, Agamenon se apeo de Eolo y se descubrio. Habia imaginado muchas veces aquella llegada, y la habia sonado asi, callada, sin trompetas ni salvas, regresando a su casa como si solamente hubiese faltado de ella una hora, y habiendo dejado los arreos militares en el rellano de la escalera, junto al astillero, entrar silenciosamente en el salon donde las infantas bordaban clavellinas en el blanco lino, Clitemnestra dormitaba acariciando el gato y escuchando una musica lejana, y Orestes estudiaba en el mapa un viaje por mar, hacia poniente. Agamenon camino hacia la ciudad con el sombrero negro en la mano diestra, y no se fijaba que con la gran pluma roja, sujeta con hebilla de oro en el ala, barria las hojas secas de los abedules, caidas al suelo. Eolo se estremecio con un terrible presentimiento: a la luz vespertina parecia que el rey fuese derramando sangre por el brazo de la espada. Silbo Agamenon por si lo atendian sus perros favoritos -?vivirian todavia?-, y el silbido se perdio en el

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату