evidencia, soy una estupida. No habria caminado cien metros del desasosegado y triste regreso cuando sono una voz inconfundible.
– ?Olvido!
Le vio correr hacia ella, sonriente, una sonrisa tan contagiosa que el paisaje entero sonrio avivando sus verdes y azules. Le costo un esfuerzo inaudito poner un tono de indiferencia en la sorpresa.
– Ah, eres tu.
– Estaba arriba, en el desvan, preparando los bartulos, por poco te me escapas.
– A lo mejor te escondias.
– Tonta, me alegro tanto de verte, no se que decir… deduzco que la voz es un sueno inapetente, un descanso, un alveolo del silencio…
– ?Es un verso?
– Si, se me ha ocurrido ahora mismo, no se.
– Tengo prisa…
– Pero no tanta como para no darme un beso de despedida, ?no?
Le vio inclinarse sobre su rostro y se sintio desfallecer, no podia negarse, era normal entre parientes y, aunque ellos no lo fueran entre si, en la farmacia los habian presentado como tales dada la amistad con don Angel, coloco la mejilla en la postura adecuada, detecto el falso movimiento de el, pero no hizo nada para evitarlo, Jose Exposito la beso en los labios.
– Ausencio…
El mundo ceso de girar y la inercia arrojo a uno en brazos del otro, se sintieron culpables y felices, la vida merecia la pena de ser vivida, fue un instante de eternidad desesperada, del contacto de ambos cuerpos surgio un maravilloso animal, enorme felino de cuerpo elastico y musculoso, cabeza tremenda y melenas al viento, su larga cola parecia una estela de fuego, brillaba al sol su pelaje liso, el mas bello leon que pudieran imaginarse y tan diferente, tan de ellos, que no los sorprendio su existencia, tampoco les inspiro temor, al contrario, una gran confianza, abrio sus inmensas alas gualdas y se sintieron protegidos en su sombra, revoloteo a su alrededor durante aquel eterno latido y despues volo alto, por el azul del cielo, hasta desaparecer en el campo de las Danzas, en el pico de La Quiana, la montana magica del Bierzo.
– ?Olvido!
Corrio alejandose de Jose, sabiendo que jamas se separaria de el, sintiendo como todas las palpitaciones y nervios se remansaban salvo los del otro animalillo que hocicaba un poco mas fuerte que a la ida, era el sentimiento de culpa, pero no le iba a hacer caso, el miserable animalejo no podia compararse en fuerza con su esplendido leon protector, ya se confesaria, pero ahora tenia que correr con todas sus fuerzas antes de desmayarse.
Capitulo 7
El grito de aquel hombre me corto la respiracion con la prontitud de una cuchillada en la traquea, levante la mirada y le vi caer desde lo mas alto del caborco de la Muerte, intentaba volar, movia las manos, se abria de piernas y los faldones de la camisa ondeaban al viento, a toda velocidad como un paracaidista al que le falla el mecano, a veces uno suena en volar, agita los brazos y asciende pesadamente unos metros, pero ni siquiera en un sueno se puede frenar una caida tan a plomo, atraveso la ultima capa de niebla mananera y reaparecio despues, abajo, como un obus a punto de estrellarse contra las rocas.
– Se va a hacer polvo.
Polvo eres, mas polvo enamorado, y en polvo te convertiras, pense cuando me abrazo Vitorina a la puerta de su casa, me costaba decir mi casa porque no lo era, subi de un salto la destartalada escalera exterior de pizarra y en el espacio libre del balcon corrido, como siempre repleto de colgaduras, ristras de pimientos, panochas de maiz y ropa puesta a secar, me abrazo loca de entusiasmo.
– ?Pepe! ?Pepe de mi alma!
Volvi a llorar por culpa de sus lagrimas, sentia su cuerpo aplastado contra mi pecho y si no podia imaginarme dentro de su vientre, si aferrado a sus pezones, eras un mamoncete insaciable, me habia dicho tantas veces, pasamos a la cocina, los mismos muebles, mas viejos, mas cansados, como su rostro que enmarcaba un panolon de luto riguroso, la Gallarda se quedo viuda como tantas otras por ruines venganzas personales, a Ricardo Garcia, su hombre, le fusilaron un amanecer de mal recuerdo junto con varios mas en las tapias del cementerio para ahorrarse el traslado, su nombre no figuraba en la lapida del atrio de la iglesia, la de los caidos por Dios y por Espana, habia caido por nada, pregunte por Ricardo Garcia Gallardo, mi hermano de leche.
– ?Y Carin?
– ?Donde quieres que este? En la pena.
Sus pupilas cantaban lo de tristes hombres si no mueren de amores, tristes mujeres si les arrancan los quereres, lloraba la copla sin odio en la sangre, con tristeza en el alma.
– Tambien yo voy a subir.
– Buscale, se alegrara de verte, ayudaos, andan sueltas muy malas personas, ayudaos que si os pasa algo me muero.
– Alegra la cara, saldremos de pobres.
– Yo nunca he sido pobre, Pepe, apenas he tenido para comer, pero siempre he tenido alguien que me quisiera y a quien querer, con carino no se es pobre.
– Te traere algo mas que carino, dame tiempo.
– Cuidate, cuidaos los dos, sois mi fortuna, la unica que me interesa.
Me enternecia, para no llorar a moco tendido baje a la calle, medio Quilos salio a saludarme y el otro medio se quedo tras los visillos espiando mis movimientos, ninguno de los de mi quinta estaba en el pueblo, ?para que preguntar donde estaban?, fui a visitar a mi madrina, la Bruxa, no podia fallarle, me queria de veras y yo a ella mas si es que eso era medible, me impresiono su carita de pasa, podia tener cien anos, no salia de su habitacion, una zahurda en forma de horreo por la que circulaba el aire a su antojo; sentada en su silla de enea se la encontrarian rigida un invierno, si no era el proximo el siguiente, a no ser que fuera inmortal y nos enterrara a todos, cosa que a nadie extranaria, el numero de personas que por alli desfilaba en consulta no habia descendido, al menos estaba entretenida.
– Te aguardaba, Pepino.
Era la unica que me llamaba asi, la abrace antes de que pudiera levantarse, cualquier movimiento brusco podria quebrarla, no se, volvi a emocionarme, quiza fuera la debilidad de tantos anos sin proteinas, hablaba sin dejar de acariciarme el cabello con sus dedos sarmentosos pero sorprendentemente agiles.
– Tienes que recuperar fuerzas, mira, te he preparado un caldo muy especial, no lo hay mejor para revitalizar los globulos rojos del espiritu, no te inquietes por tus raices, las tienes muy fuertes, ya las conoceras, importa el presente, aferrate al hoy y dejate llevar, llegaras, pero si quieres alguna otra cosa pidemela, puedo leerte el porvenir, traeme un vaso de agua.
No queria abusar de su gracia, en la que no creia.
– He venido a verla a usted, Enedina, lo demas no me importa, ni siquiera mi pasado.
– Eres muy bueno, Pepino, te haran dano por tu bondad, yo se que tu pasado te importa, pero no dejes que te obsesione, toma este caldo, es lo mas reconfortante que conozco, te hara un hombre de bien, ?sabes lo que es un hombre de bien?, el que es capaz de distinguir entre el bien y el mal, la verdad y la mentira, el amor y el odio, no es una ventaja, al contrario, es una conciencia, pero te permitira saber donde estas y superarlo, come sin miedo, esta amargo, no es de las berzas, es de la amanita, una seta venenosa, pero no tengas miedo, esta medida justo para afianzarte en el bien, come y cuentame cosas, ?has ejercido el poder que te regale el dia de tu bautizo?, te ha tenido que encarnar ya de sobra y esa si que es una ventaja,