utilizala a fondo cuando te haga falta, nunca por divertirte, despues del caldo es casi imposible que la utilices para maldad, casi, no hay encantamiento que elimine el casi del albedrio humano, el casi dependera de ti.
La experiencia de la guerra me habia hecho un esceptico, pero me gustaba oirla referirse a mi con tanto amor porque eso es lo que mas necesita quien no tiene abuelos, lo del campo de trabajo pudo haber sido una casualidad, un acierto sicologico, yo que se, preferi no comentarlo, pase varias horas con ella, el caldo me sento de maravilla, comer bien si que era una bendicion, de entre consejos y cotilleos recuerdo la profecia de su muerte:
– La vispera de san Roque, justo cuando al perro le coloquen el racimo de uvas en la boca para sacarlos en procesion.
– No diga tonterias, tiene cuerda para rato.
– Cuerda si, pero no ganas, y el invierno no me gusta, ?no pensaste lo del invierno al entrar aqui?
Seguia sin volverme la respiracion, la caida de aquel hombre fue espeluznante, pero lo de verdad siniestro fue el chasquido de su cuerpo contra las rocas del fondo, le vi descabezado y me volvio la imagen de Mauro, mi companero de escuadra, en la trinchera, a punto de iniciar una descubierta rutinaria, silbaba de vez en cuando una bala de advertencia disparada al azar, el enemigo existe, un trago de saltaparapetos y me dijo eso de si la oyes silbar no hay peligro, ya esta lejos, saltamos fuera al mismo tiempo y se desplomo decapitado, algo que desde luego no habiamos oido silbar le partio en dos, un tajo limpio, ni siquiera me salpico, desaparecio la cabeza de aquel hombre metida entre sus propias piernas, redondo como una pelota reboto por el pedregal del arroyo hasta quedar inmovil, despues, lentamente, se abrio como una crisalida y adquirio de nuevo la forma humana, se distinguia bien a pesar de la distancia, las extremidades en aspa y la cabeza en su sitio, me volvio la respiracion, aproveche el primer aliento para preguntarselo a Jovino, a mi lado.
– ?Que hacemos?
– Ni se te ocurra hacer nada, listo, el muerto al hoyo y el vivo al bollo.
No estaba de acuerdo con el refran pancista, respiraba amor por todos los poros de mi cuerpo como si en la nina Olvido se encarnara la humanidad, por poco se me escapa, estaba en el desvan preparando los bartulos que consideraba necesarios para mi actividad minera, me asome por la ventana de la buhardilla a respirar un poco de aire fresco y vi como se alejaba de la casa, la reconoci con la pasion del explorador que descubre un nuevo oceano y me hundi en sus aguas, corri tras ella, no se lo que nos dijimos sin palabras, ven conmigo, ire a buscarte hasta el otro lado de la luna, no nos separaremos jamas, nos besamos sin necesidad de disfrazar nuestras intenciones y el mundo se detuvo para que naciera el sorprendente leon alado, fue su piel, el contacto de su piel hizo florecer algo bueno dentro de mi, el sabor de sus labios, no me atrevia ni a beber agua para no perderlo, no concertamos ninguna cita porque ambos nos sabiamos ya emplazados en un destino comun, inexorable, dentro de nosotros se construia un edificio de ilusiones que habitariamos por encima de los prejuicios sociales del bondadoso don Angel.
– Voy a bajar.
Abrazandola, con la fuerza de las razones oscuras, o tan claras que se vuelven ilegibles, me salio el poema que me habia prometido para mi solo, tan hermetico que ni yo mismo lo entendi, y sin embargo era la explicacion definitiva: «Soy, hijo perdido sin salir de madre, / como un rio que sigue creyendose su fuente. / Y el amor me aconseja la piel como una esencia / untada, como un tacto que ignora su materia. / Redacto la obediencia magnanima, el desconcierto / ejemplar, y recorro la piel como un erizo, / calido de enemigas puas atenuadas. / Cuando el amor me saque de ignorancia, deduzco / que la voz es un sueno inapetente, un descanso, / un alveolo de silencio, / y dare por terminado mi arco iris tenso.»
– Ni se te ocurra, listo, es un accidente laboral y si la metes se te complica, tranquilo.
De tranquilo nada, mi conciencia no me lo permitia, mi imagen ante Olvido se desmoronaria con una conducta tan egoista, no estaba muerto puesto que se agitaba, levantaba un brazo en ademan de socorro, no podia separar la vista del caido, alguien se acercaba a auxiliarle, un hombre al que vi con espanto transformarse en un reptil asqueroso, ofidio de longitud eterna, boa constrictor de colores brillantes acercandose al cuerpo herido, una sierpe inverosimil provista de multiples extremidades que lo registraron a fondo apoderandose de todo lo que de valor contuvieran sus bolsillos, y por ultimo lo mas repugnante, despojandole en vida de sus botas de monte, desde tan lejos parecian de cuero autentico, no me pude contener y grite con todas mis fuerzas:
– ?Eh, tu! ?Hijo de puta!
Debio de oirme, la enorme culebra excavo con sus cien pies provistos de garras una tumba en la que se enterro desapareciendo de mi vista, en su lugar quedo el miserable ladron, asustado, desaparecio a la carrera, me precipite cuesta abajo con una minima precaucion para no romperme la crisma, un terraplen casi vertical por el que saltaba procurando no destrozar el botiquin de Jovino.
– Vive, te acompano.
Me alegro el oir sus zancadas tras las mias, su experiencia reconfortaba, poca gente subia a la pena con un botiquin de primeros auxilios, el amigo Menendez era un tipo tan extrano como la fauna fantastica de leones y serpientes que merodeaba por mi cerebro, recorde nuestra tambien extrana forma de conocernos, no habia localizado a Carin y cuando, tanteando de calicata en calicata, me detuve en una que prometia, su voz sono recia, imperativa, en un tono caracteristico y ya inconfundible.
– ?Relevo!
Di media vuelta y me sorprendio su figura, su fuerte complexion y la bailarina del biceps, pero en especial su mirada, habia algo en ella que no cuadraba en el enfrentamiento y que no supe descifrar hasta el desenlace del mismo.
– No me da la gana.
– ?Te convence este cacharro?
– ?Que pasa? ?Eres un maton de los del Gas?
– ?Les tienes miedo?
Me apuntaba con una pistola, una Bayard del nueve corto, y sin embargo hablabamos como si se tratara de una partida de mus, a ver quien paga las copas.
– No le tengo miedo al Gas, ni a ti, ni al moro Muza.
– Te voy a dejar seco.
– Se acabarian mis problemas y empezarian los tuyos.
– Listo, ?sabes que ese buraco es demasiado para ti solo?, ?tienes experiencia en perforaciones?
– No.
– ?Dinamita?
– Tampoco.
– ?Algun arma?
– Tampoco.
– ?Pues que cono tienes tu, chaval?
– Cojones.
– Listo, eres el socio que andaba buscando.
Guardo la pipa y se explayo en un barroco argumentario de refranes, «si estas solo y vas a Sevilla, pierdes la silla», como la proposicion me parecio justa, lo que sacaramos a medias, acepte.
– Choca la pala, chaval. Jovino.
– Ausencio.
El apreton de manos sello el pacto, se prolongo en un pulso de tanteo, hubiera triturado los huesos de mucha gente pero yo resisto lo mio, aflojo cuando considero que estaba a punto de vencerme, insolito detalle de buen gusto, se distendieron nuestras sonrisas y cai entonces en el significado de su mirada, simpatia, desde un principio nos sentiamos comodos el uno con el otro, en nuestros ojos las paginas del contrato estaban abiertas, las habiamos firmado sin leer por pura simpatia y nos fiabamos hasta de la letra pequena. Forcejeamos en la calicata del relevo hasta que el grito nos corto la respiracion, bajabamos a tumba abierta, yo era mas agil y le saque un buen trecho, sonrei sin hacer comentario alguno.