– Contigo…

– Escucha, Olvido, jurame que lo que te voy a decir no se lo repetiras ni a tu madre. A tu madre menos que a nadie.

– Te lo juro.

– Don Angel tambien era mi padre.

– No, imposible, imposible…

La habitacion se volteo como un dado en el cubilete por mas que la alfombra no se desprendiera del techo y el cable de la lampara no perdiera su verticalidad en el suelo, la habitacion giro loca mareandola hasta la nausea, tenia ganas de vomitar, pero ni siquiera le salian las palabras.

– Por favor, despierta, ?despierta!

Reacciono con el tortazo.

– No puede ser verdad, no quiero que sea verdad, dime que no lo es.

– Ojala no lo fuera.

– No puede ser verdad porque si lo fuera nosotros seriamos hermanos y los hermanos no se quieren como nos queremos nosotros.

– Somos hermanastros.

– Tampoco somos hermanastros, somos novios y nos casaremos si tu lo quieres asi.

– Que mas quisiera yo, a los primos los casan con una dispensa del Papa, a los hermanastros…

Olvido volvio en si, a la realidad, tras un silencio de hielo y azufre, el obstaculo era insuperable.

– ?Te das cuenta? Es terrible. No podemos casarnos, seria el pecado mas siniestro del mundo.

– Si no se lo decimos a nadie…

– Seria el mismo pecado, peor todavia.

– Pero yo te quiero, Olvido, te quiero aunque seas mi hermana y te querria aunque fueras mi madre.

– No lo digas, es una blasfemia, me da miedo.

– Es la verdad.

– Me da miedo y sin embargo yo tambien te quiero y quiero vivir contigo, eres mi vida.

– Para la ley el que alguien quiera vivir su propia vida es una circunstancia agravante, como la alevosia, maldita sea.

– Podriamos vivir juntos, como hermanos.

– Eso es una estupidez.

– ?Que va a ser de nosotros?

La pregunta se le quedo flotando en el alma como la falsa nieve que encierran en una bola de cristal, de pisapapeles, el mismo peso muerto, ya nada volveria a ser como quisieron que fuera, horas enteras mirando por la ventana circular el paso languido de las nubes, sin poder consultarle a la pragmatica Carmen, se sabia el consejo de memoria, mira, nina, mas vale un gusto que cien panderos, largate con el, condenada irremisiblemente a uno u otro infierno porque infierno era el vivir sin la esperanza de mas abrazos, de mas caricias, de poderse hundir en su pecho como habia sucedido antes de la feroz noticia, y sabiendo que jamas podria desarraigarle de su corazon, las dificultades no hacian mas que avivar el fuego que la consumia, fuego perenne por verdadero e insatisfecho, su leon emplumado se asomo por un instante a la ventana, les sonrio al verlos juntos, entrelazados como las ramas de los melocotoneros del huerto, pero al oir la palabra tabu, hermanos, volo lejos, las alas abiertas al viento los banaron con su trasluz aureo, pero fue un instante, se acabo, no podia asumir tamano pecado, no se lo perdonaria ni la manga ancha de don Desiderio, su existencia carecia de sentido, mejor morir, si, morir es la solucion.

Capitulo 31

Trabajabamos con prisa y sin pausa en el utero gravido de La Meona, la accion era el motor que me sostenia, la accion por la accion tenia un significado propio que obviaba las demas explicaciones, me hubiera vuelto loco de seguir recapacitando sobre las consecuencias del repentino hallazgo e inmediata perdida de mi padre, de la sorprendente relacion de parentesco en que me habia colocado con respecto a Olvido, todos mis planes se habian truncado menos el del wolfram y en el estaba dandole al picachon con todas mis fuerzas centuplicadas por la rabia, lo que de alli saliera serian mis unicas senas de identidad, un dinero o un cadaver, dos opciones tan inutiles como las huellas dactilares, pero a ellas me atendria, mejor no pensarlo, las reducidas dimensiones de la cueva y el continuo esfuerzo me hacian sudar copiosamente, mas que fatiga sentia una difusa claustrofobia similar a la que sufri bajo la escalera de la botica, el mismo enemigo rondando por el exterior supongo me influiria, estaba acostumbrado a trabajar al aire libre y me gustaria hacerlo a mar abierto, pero lo de enterrado vivo me crispaba, estabamos en una autentica mina, golpeaba yo en las tres vetas y el mineral se desplomaba rodeado de cuarzo, no se molestaba demasiado Villa en desmigarlo, era un destajo feroz el que nos habiamos impuesto, Jovino picaba en el nodulo y lo que caia era todo negro, todo flor, wolfram puro, con un compresor y martillos neumaticos hubiera sido el acabose, sentia los rinones tirantes y el resuello flojo pero, a pesar del enclaustramiento, podia continuar asi por toda la eternidad mientras el tumor que operabamos no desapareciese, el esfuerzo del trabajo me evitaba cualquier otra consideracion, incluso la del gemir de las entranas horadadas, amenazantes grunidos, de vez en cuando un espolvorearnos las espaldas presagio de un derrumbe inevitable que no podiamos calcular en el tiempo ni perderlo entibando, no hay fortuna sin riesgo y el que me fuera la vida en el envite casi me alegraba, se acabarian los problemas, nos consolabamos con generosos tragos de la bota, vino y gaseosa para que su estimulo no se nos subiera a la cabeza, lo teniamos todo previsto, hasta lo que hacer en caso de desastre.

– Con sangre fria y mala baba.

Trabajabamos a la luz del petromax, un invento, con una gruesa lona en la bocamina para apagar asi su resplandor evitando pistas a los visitantes inoportunos. Sono sobre la lona el repique de una copita de ojen.

– ?Para?

Los viajes de subida y bajada los hacian los dos en peor forma fisica, el de Paradaseca por no haberse recuperado de la quemadura y Carin por faltarle una mano.

– Al que Dios se la de, san Pedro se la bendiga.

Era el santo y sena, signo inequivoco de que cada uno de nosotros estaba dispuesto a asumir su propio destino.

– Hay novedades -entro con la cara tiznada de carbon-, me parece que me siguen.

– ?Y has venido directamente aqui, so imbecil?

– Creo que le he despistado.

– Joder con el creo.

– Estoy seguro.

– Del sudario si te equivocas.

Se impuso el toque de queda, detuvimos la faena, apagamos la luz y Jovino se adelanto de escucha a la trinchera natural que defendia la boca de la cueva, los demas nos quedamos dentro conteniendo la respiracion y mirando por una rendija de la lona, preocupados como una actriz en noche de estreno cuando espia a traves del telon el numero de espectadores, se hizo un silencio absoluto, hasta los ruidos del bosque se contuvieron, pasaron muy largos minutos, la figura de un hombre aparecio ante nosotros, la noche era tan oscura que no le vimos hasta no estar practicamente encima, mejor dicho, debajo, el pulso se me agito como en el frente, en otras noches de guardia que no queria recordar, iba armado con un rifle y caminaba con

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