su familia pero mucho mas pretencioso. Poco a poco Viader perdio la cautela, y empezo a llevarla a viviendas todavia ocupadas por sus propietarios. Pasaba parte del dia hablando por telefono con los duenos, concertando horas de visita:

– Es mejor que ustedes no se encuentren en el piso. Se trata de un cliente muy especial, que no quiere ser visto -argumentaba.

Follar en pisos amueblados era, aparte de mas comodo, mucho mas entretenido. Viader la tumbaba en un sofa o sobre la cama, o se lo hacia sobre la formica de la cocina, o en el cuarto de los ninos y, mientras, Judit contemplaba con curiosidad los bibelots, los cuadros, las cortinas, los muebles, como si al hacerlo se apoderara del espiritu de la casa y de sus ocupantes. Era increible que la gente tuviera estomago para encerrarse con semejante cantidad de objetos de mal gusto. Una vez jodieron sentados sobre una alfombrilla que tenia tejida la imagen del papa, con la paloma del espiritu santo encima del bonete y la cupula vaticana al fondo. Quiza fue ese polvo el que trastorno del todo a Viader, quien al dia siguiente, nada mas entrar en un piso que apestaba a ambientador de rosas, la abrazo, gimiendo:

– ?A la ducha, a la ducha! ?Vamos a la ducha! ?No pienso mas que en metertela en la ducha!

Debia de ser cierto que no habia pensado mas que en eso, porque aquel dia no cuadro bien los horarios, y en plena efusion acuatica fueron sorprendidos por la duena del piso, que se llevo un susto de muerte. Judit se vistio como pudo (menos mal que su ropa, aunque comprada de segunda mano, era de buena calidad y no destenia) y salio de estampida. Viader se quedo, dando explicaciones.

Esa misma noche estallo todo porque, como las desgracias nunca vienen solas, la duena del piso resulto ser companera de gimnasio de la mujer de Viader, y reconocio a este de un par de veces que habia ido a buscarla; le falto tiempo para poner al corriente a la esposa ultrajada de los desmanes de su marido. Al dia siguiente, Judit fue despedida de forma fulminante por el mismo hombre que horas antes solo pensaba en metersela en la ducha.

Habia abandonado la inmobiliaria mas contenta que unas pascuas, tanto por su frase final que, aunque suya, era digna de su idolo, como porque la cantidad anotada en el cheque le permitiria, si se administraba bien, dar muchos paseos, comprarse algo en cualquier tienda de ropa usada, y fantasear acerca de su futuro sin tener que aguantar un trabajo de mierda.

Poco a poco, se habia ido convenciendo de que lo vivido con Viader podia convertirse en el germen de un relato, o quiza una novela. Era algo que tendria que consultar con Regina Dalmau, como tantas otras cosas.

Conozco tu casa. Diras que suele salir fotografiada en revistas de decoracion y que mucha otra gente la ha visto. Ver no es conocer. Se como vives porque se como eres. Cuando escudrino las fotos que los otros se limitan a ojear, todo lo que he averiguado sobre ti dirige mi pensamiento hasta situarte en el lugar y la actitud apropiados. Lo que he leido en revistas y periodicos, lo que te he escuchado decir en radio y television. Y, sobre todo, ciertos comportamientos de tus protagonistas femeninas que se repiten una novela tras otra. Demasiadas coincidencias para que no seas tu misma el modelo en el que te inspiras.

Te hago actuar en esos escenarios en donde estoy a punto de poner los pies por primera vez. Por tediosa que resulte mi vida, puedo mirar el reloj y decirme: Regina esta haciendo esto y lo otro. Y asi me olvido de mi, de como doy vueltas y mas vueltas sin salir nunca del circulo. «No he dejado de moverme -dice Leonora, tu personaje en mi opinion mas logrado-, porque se que a las chicas que se quedan quietas no les caen regalos del cielo.» En el mundo real, que complicado resulta acertar con el gesto adecuado para romper el cerco. La historia de la bella durmiente es un cuento de terror. ?Puedes imaginar cual seria su sufrimiento si, durante esos veinte anos que pasa esperando que la despierten, no estuviera realmente dormida, sino paralizada, condenada a escuchar a quienes se mueven a su alrededor creyendola muerta, sentenciada a sentir sobre su frente la sombra del tiempo que huye?

Puesto que, hasta ahora, me he visto forzada a aceptar esta paralisis, mi forma de aliviar la desesperacion ha consistido en crear representaciones de ti. Te he hecho compania todo este tiempo.

Te levantas muy temprano, te preparas un zumo en la cocina y lo bebes de pie, mientras miras por la ventana que da al Tibidabo. En invierno no hay mas que oscuridad delante de ti y el amanecer te sorprende cuando ya te encuentras en tu estudio, sentada ante el ordenador, planificando el trabajo de la jornada; pero cuando amanece pronto te gusta demorarte un rato en la cocina, contemplando como la claridad que viene de levante rescata de la noche las siluetas del templo del Tibidabo y de la torre de comunicaciones, esa esbelta aguja que aparece en dos de tus novelas. La cupula del observatorio (en donde pusiste a trabajar a Guillermina, otro de tus fascinantes personajes) destella bajo los rayos del primer sol. En cualquier caso, en cuanto te pones a escribir te evades del mundo que te rodea. «Si no escribiera no sabria que hacer», dijiste en cierta ocasion, por lo que siempre estas metida en la redaccion de una novela o en los preparativos para empezar otra. Tienes un archivo con casos que pueden servirte de inspiracion y que recortas de los periodicos. A mi tambien me gustaria hacerlo, si no estuviera tan ocupada controlando tu vida. Porque es increible de lo que una se entera por pequenos sueltos periodisticos. La gente que parece normal es capaz de hacer cosas muy chocantes.

Me pregunto en que parte de tu estudio guardaras el archivo. En la libreria inglesa, supongo. En la mitad superior de ese mueble, al lado del espejo en el que se refleja tu jardin, tienes tus libros de consulta y unos cuantos volumenes sobre historia de la literatura y biografias de escritores, lo se porque los he examinado con una lupa y, aunque solo he podido captar palabras sueltas, esa es la impresion que me ha dado. El cuerpo inferior de la libreria dispone de puertas correderas, imagino que ahi guardas tus archivos, tus escritos, tus borradores, las cartas de tus fans.

Nunca me he atrevido a escribirte, me pongo enferma de solo pensar que podrias suponer que soy una mas entre tus seguidoras. Tampoco he querido acercarme cuando firmas ejemplares en un centro comercial. No me habria atrevido a aproximarme a ti, en el ateneo, si no me hubiera dado cuenta de como me has estado mirando todo el rato. Como si adivinaras lo especial que soy, lo importante que voy a ser en tu vida. Como si me descubrieras. Lo has hecho, me has invitado a visitarte, y se que ya no habra nadie que pueda interponerse entre nosotras.

Yo tambien escribiria como tu si tuviera una casa como la tuya. Y el jardin de tu terraza, que es como un invernadero, aunque nunca he visto ninguno al natural; solo en alguna pelicula. Como es logico, tu escritorio esta dispuesto de forma que, cuando levantas la vista de la pantalla, puedes descansarla en el exuberante fronton de plantas y flores que tienes delante. Un jardin en tu estudio: nunca imagine que existieran lujos semejantes. Mi madre tiene macetas de geranios colgadas en la pared de la minuscula terraza donde estan la lavadora y el tendedero. Me repugnan los geranios: huelen a carne muerta. No son verdaderas flores, tienen algo de necesario, de integrado, de permanente. A veces pienso que cierta gente nace con los geranios puestos. Las flores de verdad, las que a mi me gustan, son como las que adornan los rincones de tu salon: narcisos, lilas, lirios, rosas, gladiolos, calas, varas de nardos cuyo aroma percibo como si impregnara el brillante papel de la fotografia. Flores especiales para una mujer especial.

Invernadero. Me gusta escribir esta palabra. Mas bonita mas densa, me parece umbraculo. Pero no son palabras que me conciernan. Para mi, quedan las otras: maceta, geranios, tendedero. Trabajas hasta bien entrado el mediodia, y entonces la mujer que te sirve, eso lo contaste el programa de medianoche de la emisora cultural catalana, te lleva al estudio una bandeja con una comida ligera. Me gustan las frutas exoticas. El zumo de la manana seguramente es de guayaba, o de mango: en la mesa de la cocina, una mesa que es mas grande que el comedor de mi casa, hay siempre una bandeja de madera con frutas tropicales de colores muy vivos. Sale en las fotos, y me he fijado en que los volumenes y colores de los frutos cambian: no son de cera, ni estan ahi para mera decoracion. Te las comes. Lei tambien que prefieres el pescado y el queso a la carne. Bebes, pero solo vino con las comidas. Saber cuales son tus alimentos y tu bebida hace que me sienta extranamente dentro de ti. Una vez, durante mis paseos por la Bonanova, me gaste un buen dinero en una fruteria de lujo. Compre una bandeja de poliuretano con rodajas de pina preparadas, cubiertas con celofan. Luego, cerca de la plaza, en la charcuteria de la calle Muntaner que alli llaman delicatessen, adquiri una pequena botella de vino tinto y pedi que me la descorcharan. Me miraron como si fuera una extraterrestre, pero no me importo. No visto para pasar desapercibida. La tienda estaba llena de gente elegante, y tuve que esperar mucho a que me sirvieran.

Busque un banco en la plaza y me sente a darme un festin. Era la hora del almuerzo, el reloj de la iglesia dio dos campanadas en aquel momento, y yo fui feliz porque sabia que tu tambien las habrias oido, y que tambien estarias comiendo y bebiendo algo muy similar. Mi boca se convirtio en la tuya, senti los sabores mezclandose sutilmente con la saliva, desparramandose por mi interior. Si uno es lo que come, segun sostienen los chinos, por

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