vuelvo! ?Estais locos? ?Otra vez a sufrir? ?Otra vez a penar? ?Para que? ?Para finalmente palmarla, y a saber si entonces os localizare, dado que los pasadizos de Por Aca resultan tan evanescentes? ?Hagamos que me desenchufen! ?Y corramonos despues una buena juerga!
Terenci me paso el brazo izquierdo por los hombros y me atrajo hacia el.
– ?Cuanto tiempo hace que vives sin que nadie te haga dano? -pregunto.
Me parecio una extraordinaria indiscrecion, viniendo de un muerto. Siguio:
– ?Sin amar, sin dar, reservandote, momificandote, amojamandote por dentro?
Me volvi hacia Manolo. Asintio con metodo, una cabezada tras otra, mientras sostenia con el indice las inexistentes gafas.
– ?Crees que el destino del cirio que no arde es mejor que el del que se consume? -continuo Terenci-. Simplemente, no da luz. ?Cuanto tiempo hace que no te arriesgas, que no te la juegas? ?Eras o no una aventurera? De eso presumias, al menos, cuando te entrevistaban. ?Crees que el hecho de envejecer te autoriza a traicionarte? ?Crees que puedes permitir que la traicion a ti misma te autorice a envejecer de la peor manera?
Me alce cuan alta era, que era poco, pues seguiamos en la infancia -no obstante lo inapropiado de nuestra conversacion-, aunque nuestros atuendos habian cambiado por completo, convirtiendonos en tres ninos Victorianos de entre once y doce anos, vestidos de lo mas andrajoso.
– Fui una cronista que creo estilo, fui una todo terreno del periodismo, una escritora potable, una mujer admirada y seguida… Fui, fui, fui, fui… ?Tertuliana y conferenciante! Si levantaba el telefono, tenia con quien salir de dia y de noche…
Manolo se incorporo, deshaciendose de la mesa con un ademan energico.
– ? Se acabo Peter Pan! Basta de fabulas. -Manchas de sopa ensuciaban la pechera de su bata de colegio-. Recurramos al viejo Charles y similares.
Terenci sonrio con la cara llena de pecas, enmarcada por una cascada de bucles rojos: era An-nie, la huerfanita. En el musical de Broadway, naturalmente.
–
– Se acabaron los mananas. Vayamos al ayer -propuso Manolo-. Al fantasma de la Navidad, o mejor dicho, al de la Nochevieja del ayer.
Me contemplo significativamente. Lo cual significa que me contemplo-contemplo. Con intencion. Sabia a que Nochevieja se referia.
Retrocedi, secandome el sudor de las manos con mi mugriento faldon de delantal de criatura explotada en los muelles del Tamesis, a finales del siglo diecinueve.
– ?Es una trampa asquerosa! -solloce-. Si no te hubieras muerto, Manolo, mis Nocheviejas habrian seguido transcurriendo en tu compania y la de nuestros amigos. ?Tuviste que marcharte, dejandome plantada!
–
– ?Vaya otro! ?Tu te largaste el primero, de
jandome sin aquellas fiestas de cumpleanos que ofrecias la vigilia de Reyes!
– Callaos y echemos un vistazo.
El fulgor de las estrellas nos envolvio.
9
Creanme. Existe algo mas humillante que morir. Y es morir a medias, reencontrarse en el Otro Mundo con dos amigos del alma, ser feliz por ello, y que tales seres, con su inteligencia superior y su mayor experiencia de la muerte, hagan juegos malabares para devolverla a una al puto mundo real. Para arrancarme de su compania y entregarme a la soledad.
En cuanto se disipo el enganoso polvo de estrellas que nos nimbo a modo de interludio, supe que se habian confabulado contra mi y que, en su afan de que aceptara mi regreso a la vida, estaban dispuestos a valerse de los mas rastreros trucos de su -nuestro- oficio, acorralando al personaje hasta obligarle a asumir la historia imaginada para el. No habia huida posible. Pero yo no era una criatura de ficcion. ?Lo era? Y en caso afirmativo, ?de que ficcion? ?La de mis amigos?, ?la mia?
«Ay, que les veo venir», me dije.
No me prepararon la navidena escena dicken-siana cuya moraleja -arrepentimiento del protagonista y firme proposito de enmienda, tras con-
templar desde la perspectiva del castigo sus malas acciones del ayer-, a fuer de repetirse hasta la saciedad, resulta ineficaz e incluso entranable, que es lo peor que le puede suceder a una leccion moral. No, no convocaron para mi un cuadro de ficcion victoriana en el que yo, como una senorita Scrooge algo mas animosa y lozana que la version masculina original, me enfrentaria a mis errores y mezquindades, entre un arrastrar de herrumbrosas cadenas y un crujir de monederos falsos, y, como consecuencia, comprenderia cuan injusta habia sido mi conducta para con los demas, etcetera.
Tampoco me hicieron regresar, como habia temido, a mi ultima Nochevieja, a la cena de mujeres -que ni siquiera eran amigas mias- que celebramos en un restaurante medio vacio, para fantasear con un futuro cautamente tutelado.
Escritores como eran, incluso muertos, mis amigos adaptaron para mi algo infinitamente mas terrorifico, tanto en el aspecto humano como en el literario, dentro del repertorio mas recurrente del genero atormentado en primera persona del singular.
?Un monologo interior!
Ellos, en quienes deposite mi confianza hasta el punto de querer dar la vida -o los tubos que me ataban al mundo- para continuar a su lado, me reservaban un encontronazo con mi mas temida criatura de las tinieblas. La introspeccion. Esa zorra.
Un enemigo a evitar, cuando se ha alcanzado mi edad. Lo se muy bien. He pasado anos criban-
dome el cerebro a mechones -es el cerebro lo que duele, no el corazon; el cerebro es el unico organo capaz de segregar melancolia-, y despues de no poco descalabro habia alcanzado, alla en la tierra, la sensata conclusion de que es inutil darle tanto al tarro.
Cuando se aparenta lo que no se es, y eso es lo unico que los otros creen que eres, y hasta te felicitan por serlo, y te vas quedando sin gente cercana con quien compartir los tablones del naufragio… ?Quien necesita meditar? No mientras agonizo.
El gran error de la madrastra de Blancanieves fue situarse delante del espejo planteandole al muy canalla preguntas que podia haberse contestado por si misma. ?Todavia con esperanzas, a su edad, todavia compitiendo con la mema de su hijastra! A medida que transcurre el tiempo y el paisaje al que perteneciamos se desmorona y los seres a quienes amamos mueren -pues envejecer solo aporta dos malas noticias: o cascas tu o la palman los tuyos-, se aprende a desaprender. Lo primero que desaprendemos es ese cuento de la superioridad de la vejez sobre la juventud. Esa fanfarronada de dar las gracias cada manana por estar viva, de conformarse con lo que trae de bueno el nuevo dia: una mierda. La aprendi y la desaprendi y no senti que perdia mas de lo que ya habia perdido. Por eso soy, en el fondo, una mujer muy triste. No porque anore mi juventud, sino porque he vivido los ultimos anos negandome a admitir cuanto echaba de menos lo mejor de la juventud, que es la esperanza.
Ese inmenso territorio todavia por arar. ?Cual es la esperanza de los viejos? ?Arrancarle una propina al Tiempo?