Su relacion con Laura habia comenzado a desgastarse hacia tanto que muchas veces pensaba que el proceso se habia iniciado el primer dia, como una erosion invisible que les fue carcomiendo las ilusiones. Se conocieron en alguna reunion universitaria donde Tadeo pataleaba por sus ideales y Laura trabajaba por sus derechos, los dos con precaucion, simulando una clase de estudios, porque eran los tiempos del terror. Le gusto que fuera mayor que el, que tuviera tan claros los conceptos con los cuales se embanderaba y por cuya defensa la vio discutir hasta extenuar a su contrincante de ocasion, muchas veces de puro terca, por no bajarse del caballo y ver quien aguantaba mas, arriesgando demasiado en aquellas pulseadas demoledoras. Le gustaban sus piernas imperfectas que abria como un compas al caminar, su cabello sin tinturas y sus ojos castanos, dos almendras relucientes que ardian como llamitas cuando se enojaba. Era una mujer de principios cuando la conocio, y el apenas un aspirante a poeta que escondia su origen de clase media tras el disfraz de unos
Se unieron en una resistencia cautelosa y esperaron juntos que todo aquello pasara, como finalmente paso. Para entonces, ya no eran los companeros que se entendian con el fulgor de una mirada o la frescura de un guino complice, sino un matrimonio comprometido con aquel proyecto de familia que incluia a un nino de cinco anos. Laura se habia recibido de profesora de Literatura y Tadeo trabajaba como secretario de un diputado, que de poetico no tenia nada, pero que le permitia traer un sueldo a casa.
Ella supo de sus infidelidades desde la primera vez. Jamas fueron aventuras, sino historias en las cuales entraba por atraccion, es cierto, pero que derivaban hacia los afectos al poco tiempo. Nunca lo suficiente como para hacer temblar las estructuras de su hogar, una estabilidad que protegia de cualquier influencia exterior y que concebia como algo destinado a durar para siempre. Aquellas historias tenian la calidad emocional indispensable para no tener ganas de salir corriendo despues de cada encuentro sexual. Sus amantes completaban la felicidad de la que Laura y Cesar eran los pilares fundamentales, y no veia la razon para renunciar ni a las unas ni a los otros, siempre y cuando pudiera mantenerlos a una distancia suficiente.
Disfrutaba de esta vida, que para el no era doble sino una vida completa, y lo hacia con cuidado, es decir, corria los minimos riesgos para evitarse problemas. Con las otras era claro desde el principio, brutalmente sincero, incluso con aquellas que parecian suplicar que les mintiera para alentar alguna minima esperanza. Pero esas eran las reglas de su juego: cama y carino, quizas un poco de afinidad y mucha risa; nada mas que eso. Luego volvia a la seguridad de su casa, con su mujer y su hijo, el lugar donde queria dormir cada noche, aunque a la manana siguiente despertara pensando en llamar a la historia de turno. Creia que tenia el juego bajo control, pero era logico que Laura notara los cambios: el exceso de cuidado en su persona, las llegadas tarde, las excusas absurdas, algun perfume imprudente pegado a la ropa.
Ella jamas dijo una palabra, ni siquiera cuando encontro aquel envoltorio de condon olvidado en el bolsillo de una camisa. Tadeo sabia que ella lo habia visto porque alli lo puso despues de una escaramuza en lo de una mujer que odiaba que dejara esas cosas tiradas. El las guardaba y las arrojaba en cualquier tacho de basura camino a casa. Pero esa vez olvido el envoltorio y lo recordo de improviso durante la cena cuando noto a Laura mas callada que una tumba. Cenaron en silencio y el espero que se durmiera para meterse en la cama. La camisa aparecio en su estante perfectamente planchada y oliendo a jabon en polvo, y todo quedo en la nebulosa de los reproches futuros a donde van a parar las cosas que no se dicen en su momento y que una a una alimentan ese rencor continuo que tarde o temprano explota.
Laura adoraba a Cesar y adoraba aquel mundo que tenian. Tadeo era parte de ese mundo; sin el, no funcionaba. Pero, ademas, era una mujer con un orgullo de acero, un orgullo que era mucho mas que simple dignidad y que no le permitia aceptar que estaba siendo enganada, aunque por dentro se le quebrara el alma en mil pedazos. Ella, que habia sido combatiente de tantas batallas y que habia de hecho de la honestidad una actitud, se doblegaba ante el peso de una realidad que la desbordaba. De haber aceptado los hechos, se habria mandado mudar con su hijo, pero aguanto y
Tuvieron varias crisis, pero las sortearon a fuerza de dialogo, de poner voluntad y ceder alternativamente; fueron negociando su relacion, reinventandola cada dia, convencidos de que lo maximo a lo que podian aspirar era a una convivencia razonable que les permitiera el espejismo de una familia unida en la que Cesar podria ir creciendo y ellos inmolando su felicidad a costa de ponerse a salvo de la culpa.
Laura soporto con estoicismo las depresiones en las que Tadeo caia y sus estallidos de euforia; tambien sus veleidades de escritor y las sucesivas frustraciones cada vez que regresaba a casa con los textos rechazados. Soporto las reuniones de amigos y las escapadas sin dia fijo; soporto los sueldos bajos, las promesas que nunca le cumplio, la inestabilidad laboral que lo llevo de un trabajo a otro. Pero hacia un tiempo, justo en medio de la crisis, cuando el pais era una olla a presion a punto de reventar, Tadeo tuvo que contarle que habia perdido el trabajo y que los ahorros se habian ido por el resumidero de su ineptitud. Laura aguanto todavia un poco mas, lo suficiente como para que una noche, cuando llegaba agotada del liceo despues de tomar examenes, el tuviera la poca sabiduria de increparle que no habia nada en la heladera.
– ?Y por que no te ocupas vos?
– Porque siempre lo hiciste vos, ?no? O resulta que porque ahora estoy sin trabajo… Vos lo haces para que me sienta mal, Laura, pero esto va a pasar, ?entendes? Y te voy a devolver hasta el ultimo peso.
– Estas loco -le dijo y enfilo hacia el bano, pero el la tomo del brazo y la obligo a mirarlo.
– ?Hasta el ultimo peso, hasta el ultimo peso! -le gritaba y sentia la ambiguedad de querer lastimarla y protegerla a la vez.
Asi de simple, con esas pocas palabras se colmo el vaso lleno desde hacia tanto tiempo. Laura se solto con los ojos empanados, grito que no aguantaba mas y cerro aquella vida con un portazo. Hacia de eso un ano y el todavia la extranaba.
Tadeo nunca era tan el como cuando ponia sus pensamientos en palabras. Todo lo importante dicho en su vida habia sido por escrito. Desde nino, cuando dejaba pequenas notas bajo las almohadas o en el estuche de afeitar de su padre, supo que la lengua se le paralizaba mucho antes que los dedos y que las ideas se le organizaban mejor ante la calma piadosa de la escritura. Hablando podia ser de una torpeza inigualable. Se ponia colorado; las muelas faltantes se le volvian demasiado obvias y sospechaba que su interlocutor no hacia otra cosa que reparar en ellas, como si desde el fondo oscuro se trasladaran hasta el frente de su boca y dejaran un ojo de huracan que se chupaba las palabras en lugar de escupirlas. Se sentia un mimo absurdo, un pez que boqueaba en la arena, el septimo enano tonto, y apenas lograba una voz quebrada que no era el hilo enhebrador de ideas, sino la articulacion fragil de unos soniditos tartamudeados que pedian permiso para dejarse oir y nunca encontraban la palabra justa.
Ese martes penso que su carta fluiria con facilidad, incluso con belleza, y que no habria forma mas justa de asentar lo que estaba sintiendo y como queria que se entendiera su muerte. Quiza, si no se hubiera demorado en la pagina de Horacio, si hubiera ido directamente a lo suyo sin bajar la intensidad de sus emociones pasandolas por el filtro de las emociones ajenas, habria podido escribir lo que estaba rumiando desde el alba. Pero Horacio se descolgo con aquel anuncio fuera de tiempo, un cambio de planes que no solo lo sorprendio sino que se parecia mucho a una estafa: iba a adelantar su muerte. Hasta ese dia, las reglas del juego habian sido claras y Tadeo le agradecia la honestidad, incluso cuando respondia con insultos a los mensajes que otros le dejaban, ofendiendolo con buenas intenciones pero malos argumentos que herian su inteligencia y terminaban siendo una bofetada al dolor. Justo ese dia, cuando Tadeo buscaba por ultima vez su lejana compania, Horacio viraba de improviso y lo dejaba desconcertado y al garete. Despues de todo, era un malcriado, como tantos le endilgaban en sus mensajes; que habia montado un berrinche de nenedepapa, y que habia estado todo ese tiempo riendose de quienes lo seguian desde el morbo o la admiracion. Tadeo empezaba a creer que lo unico que los habia unido era el amor por la poesia y que, mientras el daba las ultimas puntadas para cerrar la cicatriz de su vida, Horacio habia estado burlandose desde el anonimato de la virtualidad.
Eso pensaba Tadeo mientras abria