blanco, releia para buscar donde estaba la burla, donde la mentira. Y la reducia otra vez al margen gris, una paginita desvalorizada de la que, sin embargo, no podia desprenderse.
Desplegaba las velas blancas de su documento y sentia por primera vez aquella angustia de la que tantos escritores hablan y que el siempre habia combatido escribiendo algo, cualquier cosa, no importaba que.
Tadeo necesitaba escribir su carta de despedida, pero la ventanita de Horacio era una serpiente que lo encantaba desde el fondo de la pantalla para perderlo en otros devaneos de la mente, mezcla de indignacion y pena por aquel muchacho que tambien era el. Los dos, uno; cada cual a su manera, muriendo. Escribia “Queridos todos”, y no era eso lo que decia su corazon. “Laura, Cesar, Alma”, tampoco. Verdad era que le importaba dejar una carta digna, que justificara sus pretensiones de escritor; una carta breve, elocuente y bella, elegante en su sencillez. No seria esta vez; las palabras no llegarian nunca. Ese era su miedo y su desafio perdido, el peor castigo, el de todo escritor que sabe lo que quiere, pero no puede encontrarlo. En el cuaderno que dejaba a mano junto a la computadora, donde ponia aquello que necesitaba ver en tinta, dibujado sobre el papel como un plano de sus ideas, algo mas carnal que la virtualidad de la pantalla, garabateo: “Hasta aqui”. Y se desplomo vencido porque esta nueva imposibilidad suya no hacia mas que recordarle como un mazazo sobre el yunque que tambien como escritor era un fracasado. Tadeo iba apagando sus conexiones con el mundo y se convertia en un ser que solo tenia ante si una posibilidad, un pintor de algun cuadro a medio terminar, con su pincel alzado y un unico color, el unico color en la paleta.
Abrio la heladera, pero solo encontro un resto de queso viejo, una botella con agua mineral y tres naranjas. La cerro con la misma indiferencia automata con que la habia abierto y acomodo los imanes que sostenian tareas condenadas a la eternidad de las cosas no cumplidas. Eran casi las tres de la tarde y Tadeo un marinero perdido en un oceano de libros desparramados, ropa sin sus perchas y aquella nota, “Hasta aqui”, pobre notita de dos palabras donde se resumia el drama de sus horas, la asfixia de sentir que habia venido al mundo para poco mas que nada.
Fue al bano, un poco por moverse hacia cualquier parte. Se detuvo frente al botiquin donde cada manana debia hacer esfuerzos para reconocerse en el hombre acabado que le devolvia el espejo. Frente a ese mismo espejo, quizas, hacia ya anos, Doc se habia mirado por ultima vez antes de terminar con su vida. Estiro la boca en una mueca que pudo haber sido una sonrisa triste y dejo a la vista el agujero en las encias. “Una sonrisa de muerto”, penso, pero se sorprendio calculando cuanto saldria un tratamiento con implantes y hasta gracia le causo su incoherencia: “Para que sonria tu calavera, Tadeo. Estas para enchalecar”.
“Me siento mal, muy solo. Mi cuarto es el unico lugar que me va quedando y no quisiera tener que salir de aqui mas que para ir al bano. Y para comer. A veces tengo tanta hambre que vaciaria la heladera de un saque; otras veces, puedo pasarme el dia entero sin pensar en eso. Mi madre dio la orden de que no me trajeran la comida al cuarto. Quiere obligarme a salir y a comer con ellos, que es muy aburrido porque nadie habla. Cada pedazo que te llevas a la boca es veneno. No se para que siguen comiendo juntos. Seria mejor que cada uno lo hiciera por su lado, incluso afuera. Como no voy a la mesa, se turnan para venir a putearme. Empieza como un pedido, pero a los dos segundos ya estan gritando, diciendome egoista, que voy a terminar mal. Casi siempre es ella que viene primero y se descontrola. Enseguida aparece el gritandole que no insista, que lo deje comer en paz. Ella le contesta, el grita mas fuerte, yo subo la musica y me importa un pito que el patee la puerta y amenace. ?Que mas vas a hacerme, Martin? Podes pegarme, matarme a golpes. Me harias un favor.
“Me intriga saber quien me va a encontrar, como saldra gritando a llamar por telefono, el medico, ?me haran autopsia?, hasta la policia va a venir, eso es seguro, se va a armar un buen despelote en el edificio. Luego el velorio y el entierro. Va a ser fuerte. Mi vieja se va a mandar una tortilla de pichicata. Y despues va a volver a ser la planta que siempre ha sido, pero llorona. Mi viejo va a dar el
“Ayer tuve una fiesta. Detesto las fiestas, pero esta vez la pase bien porque conoci a Shirley. El nombre es horrible pero ella esta buena. No entendio cuando le dije que Sabina es un poeta. Me hubiera gustado contarle en que ando, pero seguro que se iba a asustar o a decirselo a alguien. Bueno, pero estuvo bien hablar con ella y hasta le pedi el telefono, aunque no pienso llamarla. Mi padre sigue en la de el. Se queja de que tiene que ir a declarar al juzgado y le oi decir que si cae, va a llevarse a unos cuantos. Mi madre lo unico que hace es llorar y hablar por telefono. Parece que escondio el revolver porque tiene miedo de que mi viejo mate a alguien. Ni se imagina. Me da lo mismo porque lo mio va por otro lado. Se pasan peleando y se echan la culpa. No los aguanto. A veces quisiera pegarles. Siguen dandome la plata para el psicologo, pero hace tiempazo que no voy. Creo que el tipo les dejo un mensaje o algo asi. Ni cuenta se dieron. Estoy durmiendo mal. Pienso todo el tiempo en mi. Trato de pensar en otras cosas, pero enseguida estoy pensando en mi, como que me veo desde arriba. Una cosa muy rara. Y quiero olvidarme, pero no puedo. Es espantoso. De dia no se me nota tanto. En el colegio nadie me molesta por lo de mi padre, pero a mi me da verguenza porque ellos saben. Mejor si no se me nota. Por eso fui a esa fiesta anoche. Me ofrecieron un porro, pero no quise. Ahora me gustaria haber probado.
“Algunos me insultan por esta pagina; que me mate, si quiero, pero que no tengo derecho de andar contandolo como si fuera una hazana. No entienden lo que siento. Siento la Nada. Yo soy la Nada. Despues de mi, la Nada. Pero no soy el unico, no vayan a creer. Hay cientos de paginas de suicidas, adictos de toda clase que a primera vista pueden parecer un escandalo; yo creo que es el ultimo grito que cada uno da. Algunos querran que los salven; otros, que la humanidad entera se hunda con ellos. Los mas, me parece, se toman en serio lo que hacen y quieren explicarlo para que por una vez los respeten, aunque sea muertos. Dicen que estamos locos.
“Hace unos dias encontre una pagina de surfistas de trenes. Los tipos saltan entre vagon y vagon, o se cuelgan de una puerta justo en el momento en que el tren parte o llega, esquivan cables de alta tension y paredes de tuneles estrechos. Muchos mueren, son afortunados. Otros quedan sin algun brazo o idiotas para siempre. Cuentan que es mejor que drogarse, que el miedo es tan grande que ya no lo sienten y, cuando alguno queda escrachado contra las vias o deja una pierna tirada en el anden y se desangra colgado de un vagon, los demas van a su entierro y lo despiden con una cierta alegria, que no es tal, claro, esa gente ya no siente. Hace tiempo que no sienten, que la vida les da igual, que no recuerdan si alguna vez la tuvieron, ni siquiera si estan vivos. Algun imbecil llama a esto “deporte de alto riesgo”. ?Deporte! No entienden nada, nadie entiende.
“'?Inmoral!' me escribio una vieja hace unos dias. ?Como si alguien pudiera tirar la primera piedra! Son las tres de la manana y no puedo dormir”.
Solo un escritor sabe que hay un llamado ineludible del alma, una dignidad que se consigue escribiendo. Escribir era para Tadeo su dignidad, la balsa que lo alejaba de los margenes de la cordura y lo perdia por un tiempo demasiado breve en los pantanales de los locos; una locura provisoria donde necesitaba hundirse, con la serena certeza de que la orilla estaba a la vista y que a ella volvia. Unos tres anos hara, Tadeo sintio que su momento habia llegado. Lo envalentono un premio recibido por un cuento.
Meses despues, alguien llamo a la casa para darle la noticia del primer premio y Tadeo, sin acabar de creerlo, insistio en que confirmaran su nombre, si no habia posibilidad de que hubiera salido en segundo lugar, de que estuvieran manejando una lista de perdedores. Pero no habia equivocacion. El primer premio era para el. No encontraba a Laura por ninguna parte y necesitaba contarselo a alguien. Llamo a Victor.
– ?Con quien hablo? -dijo atolondrado.
– ?Con quien quiere hablar?