– Mi nina no tendra problemas en la vida -se atrevia a conjeturar-. Sera culta, refinada, digna nieta de un mariscal, y se podra adaptar a lo que sea.
A las lagrimas tambien, penso Marcelina en silencio, ya que nadie le pregunto su opinion.
La diversion en los ojos de Cayetana.
A pesar de sus estudios, que prosiguio eternamente, y de una vida agitada llena de actividades, Cayetana desplegaba una ternura incontenible frente a su pequena Violeta, confiando en que el papel tradicional de madre lo compartia con Carlota y Marcelina. La llamaba «mi manzanita» y la mascaba. La nina se miraba al espejo de noche y se preguntaba si se pareceria a una manzana. Su mama la hacia reir y fue esa risa, reflejada en los ojos de Cayetana, lo que mas amo: Violeta siempre buscaba sus ojos.
Uno de los peores recuerdos de su infancia fue el episodio del jarron polaco. Era un enorme jarron floreado, muy fino, una de las pocas posesiones del pasado de su padre. A veces Violeta jugaba a marearse en el salon: daba cien vueltas sobre si misma con los ojos cerrados y los brazos abiertos, hasta perder el equilibrio. Su padre insistia en que no lo hiciera, podia caerse arriba del jarron o pasarlo a llevar con sus brazos extendidos. Hasta que ocurrio. Quebro el jarron. Tadeo estuvo a punto de perder el control. Violeta, aterrada, busco los ojos de su madre: en ellos encontro una mezcla de confianza y liviandad. Sin decir Cayetana una sola palabra, esos ojos relativizaron en Violeta el mal que habia hecho. Asi, el quiebre del jarron polaco se mantuvo dentro de la nina como un error, una fea travesura, no una maldad. Gracias a los ojos de Cayetana.
Violeta llego un dia llorando porque en el nuevo colegio su companera Carmen Brieba la habia acusado de ser polaca, diciendole que todos los polacos eran comunistas y que los iban a excomulgar de la Iglesia por eso, a ella y a su papa. Cayetana se largo a reir.
– ?Y como lo sabe la Carmen Brieba?
– Se lo dijeron en su casa. El problema, mama, es que ella siempre sabe todo.
– ?Por que?
– Porque es prima de la reina Isabel.
Cayetana no pudo menos que soltar la carcajada.
– ?Prima de la reina Isabel?
– Te juro, mama, siempre lo cuenta en el curso.
– ?Y ustedes le creen?
– Si, Josefa y yo le creemos.
La abrazo y su risa lleno el corazon de la nina, que ya no volvio a preocuparse sobre los polacos, ni de si serian todos comunistas o no.
Nosotras, las otras, quisieramos ser respetuosas con los recuerdos de Violeta, que a partir de cierto punto comienzan a ser fragmentos. No es nuestra memoria la fragmentada, es la de ella.
Algo empezo a enrarecer el aire de la casa de Nunoa. Violeta lo percibe pero no sabe que es. Ya esta proxima a ser una adolescente y sabemos que sus ojos han registrado la imagen de Cayetana llorando en su pieza porque el abuelo Antonio ha sido duro con Tadeo. Le han pedido que les preste el dinero necesario para ampliar la libreria, y el lo ha negado. Violeta sabe que el abuelo no niega nada sin tener una buena razon. Algo se encoge dentro de ella.
Su siguiente recuerdo es el tercer embarazo de Carmencita. Cayetana decide hacerse cargo de esta nueva criatura.
– Sere la madrina -anuncio, y Carmencita solto una lagrima ante la oferta.
Fue durante el embarazo de Carmencita, casi hacia el final, que celebraron esa comida con visitantes latinoamericanos en la casa de Nunoa. Se produjo una mezcla rara: dirigentes socialistas, intelectuales, funcionarios internacionales y hasta algunos guerrilleros, segun decian. El abuelo Antonio los conocia a todos, el tenia sus redes y sus contactos. Algunas noches sentaba a Violeta en sus rodillas y le hablaba del mas famoso de estos personajes, uno al que llamaban «el Che». Y hablandole del Che exaltaba el valor de la solidaridad y la generosidad. Este medico, que habia rechazado una vida comoda y estable para jugarse por los pobres, y no solo por los de su pais sino por los de todo el continente, era para Violeta como una estrella… Aprovechaba entonces el abuelo Antonio para hablar de como toda Latinoamerica debia ser una, compartiendo un mismo destino, y que los hombres buenos debian jugarse por el. Citaba a Jose Marti: «Es un crimen el no ser un hombre util.» Violeta escuchaba muy seria, absorbia las palabras del abuelo. Se realizo entonces esa memorable comida, y Violeta recuerda su propia figura hecha un ovillo al lado de la chimenea, tratando de pasar inadvertida, cuando advirtio que los ojos de su madre se dirigian con frecuencia a los ojos verdes, entre feroces y acogedores, de un guatemalteco. Violeta percibio algo que no supo configurar en su conciencia, pero no pudo abstraerse de las ondas casi magneticas que expelia aquel hombre. Era joven y muy apuesto. Su mirada quedo fija en el, temerosa de si habria de recordar ese rostro, temerosa de las vibraciones del cuerpo de su madre.
Unos dias despues vino el ataque: el corazon del abuelo Antonio fallo sin previo aviso. Una manana, sencillamente, no volvio a abrir los ojos. El duelo las embargo de la cabeza a los pies. La vida sin Antonio no era la vida. Cayo sobre la casa una lluvia de opacidad, algo que Violeta juro combatir esas noches sin consuelo en que lloraba al abuelo en su dormitorio. El brillo no puede venir de afuera, no puede dartelo otro, debe ser propio, concluyo.
Carlota decidio entregarse. O empezo a hacerlo, de a poco. Violeta se enojo mucho. «?Por que no peleas, abuela, tu, la mas fuerte de todas?» «Por que no me interesa, mijita; ya cumpli, ya estoy vieja, quiero ir a reunirme con el.»
En el intertanto nacio la guagua de Carmencita. Como Cayetana seria la madrina, la casa tuvo que despertar. Marcelina cocino varios dias; Carlota encontro fuerzas para participar, y Cayetana para entusiasmarse. El bautizo se hizo con todas las de la ley, y Violeta podria reconocer, todavia hoy, el vestido rosado que le compraron para la ocasion.
La noche del bautizo fue la noche mas oscura, luego de la ida del abuelo. Violeta recuerda a Carlota y a Cayetana encerradas en la pieza: Cayetana gritaba y Carlota la consolaba dentro de su debilidad.
– Gracias a Dios que Antonio se fue -suspiraba Carlota-. Nunca le gusto del todo, algo sospechaba de el.
Violeta escuchaba con el oido pegado a la puerta.
– Por eso no les presto el dinero para la ampliacion de la libreria.
Violeta fue donde Marcelina a preguntarle que pasaba. No obtuvo respuesta.
Al dia siguiente Tadeo dejo la casa. Se despidio de su hija y le prometio verla muy seguido.
– Cuando seas grande comprenderas y lograras perdonarme.
Inmediatamente, Cayetana partio de viaje, no sin dar la explicacion correspondiente a su hija sobre lo sucedido. Fue honesta, como lo era en todo; no intento dibujar sombras en realidades que ya eran evidentes.
– El dia del parto yo esperaba en la sala de afuera. Al demorarse el nacimiento, me acerque al pabellon para ver si habia algun problema. Y ante mi asombro, siento los gritos de Carmencita que llamaba a Tadeo. ?Sabes lo que me paso, Violeta? Recorde una novela rusa de espionaje en que la heroina, que se hacia pasar por alemana y a la que todos creian alemana, en el momento del parto grita en ruso. Quede nerviosa. Mas bien, sospechosa. Pero teniamos el bautizo por delante y mi palabra de apadrinar a este nino. Asi es que el dia del bautizo, observando la relacion de Tadeo y Carmencita ya sin inocencia, y descubriendo pequenos elementos que antes habia pasado por alto, lo entendi todo. Hable con el esa tarde en cuanto se fueron los invitados. Le saque con mentira verdad, un juego horrible que una se permite solo en circunstancias que sean horribles tambien. Y le conte que Carmencita, en la sala de parto, con miedo en ese momento de morirse (a las mujeres les pasan cosas extranas en el momento de dar a luz), me habia confesado toda la verdad para proteger a sus hijos. Por lo tanto, yo ya sabia que el era el padre. La palidez de Tadeo hizo inutil la confesion. Si, manzanita, esa es la verdad. Tu padre esta con Carmencita desde que tu naciste. El engano ha sido feroz. Pero a pesar de eso es tu padre, te ama, y te correspondera a ti perdonarlo algun dia. No a mi.
Violeta escucho esta historia como si le hubiese sucedido a otra. Con los sentimientos paralizados, ya no ponia atencion cuando su madre concluyo.
– La perfecta pieza de ajedrez: el hombre protegido por mujeres, al amparo del amparo para destruirlas.
Violeta penso que se iba a volver loca. Que si el abuelo Antonio no hubiese muerto, nada de esto habria sido