sangre, baja por mis intestinos. Es que me viene el terror de exponerme, de que miles y miles sintonicen el dial y puedan escuchar mi canto sin que yo lo controle. Terror de que mi voz sea publica, pertenezca a los otros, separada de mi. Pierdo el control de lo que es mas mio: mi voz. Se va de mis manos.

Panico de autor, me dice Alejandro.

Como si una nunca se acostumbrara a ser publica.

Asi como Violeta nacio con un angel en los ojos, a mi las palabras y las notas me brotaron del diablo.

Cuando estoy en el proceso mismo de componer una cancion, entro en el trance mas genial. Me estimo a mi misma, me gusta la vida, y la conciencia de los limites me urge a dar mas y mas. La creatividad me envuelve, envainando de esperanza la existencia. Cuando despues de mucho trabajo y muchas correcciones la doy por concluida, se apodera de mi la mas devastadora inseguridad. Al escaparse de mis manos, la cancion terminada se afea, pierde su apresto. Mi autoestima se diluye por los aires, vulgarizada, y vuelvo a preguntarme, una vez mas: ?que hago aqui? ?Es esta realmente mi vocacion?

La calidad de una obra dura lo que dura su composicion.

Si al menos fuese novelista, ese periodo seria mas extenso.

A ratos, ?echo de menos haber sido una simple duena de casa!

Y cuando voy al supermercado y soy mirada y admirada por las otras mujeres -que empujan sus carros-, pienso, sofocada: senora, yo no tengo nada que ver con la fantasia que usted tiene de mi.

Ayer unos fotografos fueron a hacerme tomas especiales para la portada de una revista. No me gusta que me fotografien. Las fotografias detectan en mis ojos una tristeza que yo nunca percibi: no sabia que la acarreaba hasta que este cuento de las fotos empezo. Dice Violeta que ella siempre la vio. A la tristeza. Y en las ultimas fotos este fenomeno se ha agudizado. Bueno, los fotografos me esperaban en el living y yo no estaba lista. Esto nunca habria sucedido con Mauricio a cargo de la situacion. Me enerva la enfermedad de Mauricio, se siente mal todo el tiempo. Lo peor para mi es tener que hacerme cargo de mi imagen sin el, sin su maquillaje, sin su cuidado en la eleccion de mi ropa. Lo echo de menos y lanzo un par de imprecaciones por su ausencia. Le pido a Zulema que les sirva cafe a los fotografos mientras decido que ponerme. Cuando estoy a punto de hacer mi aparicion, entra Zulema, mira mi atuendo y dice: «No esta na' muy catolico, senora.» Vuelvo sobre mis pasos: la hombrera derecha de la blusa beige, esa de Cacharel, se ladea hacia el costado: parezco una mujer tullida. Me la saco furiosa y me pruebo la chaqueta burdeos, la de seda liviana, y ahora la hombrera de la izquierda se monta sobre el cuello. Cuando noto que ambas hombreras de la tercera chaqueta -una verde petroleo Anne Klein- estan disparejas y mis hombros quedan a distinto nivel, me viene un ataque de rabia que no puedo controlar. Desabotono la verde petroleo sin cuidado alguno y tiro de sus hombreras, arrancandolas, rasgando de paso un pedazo de la chaqueta. Empiezo a hacer lo mismo con la blusa de Cacharel, con la chaqueta burdeos, tiro lejos las hombreras con la ira de un encarcelado. Abro mi ordenado closet, ignorando por completo a los fotografos que me esperan, y empiezo como una desenfrenada a sacarle las hombreras a toda mi ropa. Hago una pila con ellas, a patadas, sobre las baldosas del suelo del bano. Llamo a Celeste y le propongo seriamente:

– ?Quememoslas!

Celeste sale corriendo del bano a decirle a Andres que me he vuelto loca.

He visto una grabacion de mi ultima aparicion en la TV. Mi figura es detestable. ?Como demostrar toda mi elegancia interna con esta grasa que la esconde? Recuerdo los tiempos de la radio, cuando yo era una aficionada, cuando se cantaba frente a un microfono y nadie veia nada; podias ser un adefesio con toda soltura. La sala de grabacion y una, nadie mas. El paso de la radio a la television fue para mi lo que habra sido para los actores salir del cine mudo: de la noche a la manana comenzar a hablar. Varios se desbarrancaron, su habilidad no radicaba en la voz. Soy una victima, como ellos.

No hay dieta posible sin morirse de hambre, y como no tengo voluntad, he ideado lo siguiente: comer, sentir el gusto, mascar y gozar, pero no tragar. Empece este sistema hace unos dias, cuando vi esa maldita grabacion. Funciona bien como dieta, pero tiene varias dificultades practicas. No puedes almorzar en el comedor. ?Donde boto la comida ya masticada sin que me pillen? ?Que diria Zulema? No puedes irte al bano a comer para botar en el inodoro cada mascada, seria raro y ademas antiestetico. En mi oficina, ni pensarlo. Empece a almorzar en el auto; alli nadie me controlaria. Partia con mi lonchera, igual que mis hijos, estacionandome para comer en cualquier lugar, la cosa era ser invisible. Conmigo, la bolsa plastica para botar los desechos y hacerlos desaparecer en cualquier basurero de la calle.

Este sistema me duro una semana, baje dos kilos y el alma me volvio al cuerpo. Hasta que un dia no encontre el preciado basurero municipal y deje la bolsa plastica dentro del auto. Acumule, la verdad, varias bolsas, con la idea de ir a botarlas en cualquier momento. Andres movio mi auto una tarde para sacar el suyo del garaje y volvio a la pieza con una extrana expresion.

– ?Que es esto, Josefa? -mostraba con asco las bolsas, manteniendolas ostensiblemente lejos de su cuerpo.

En un instante, como una peste subita, me cubrio la humillacion. Como si me hubiesen sorprendido en un delito. Si se lo hubiera contado antes, no me habria importado que estuviese en desacuerdo: no habria tenido mas remedio que ser complice. Pero que hubiera encontrado una bolsa plastica en la parte de atras del asiento, llena de comida masticada… ?Que verguenza!

Fui calificada de demente.

Sali, furiosa conmigo misma, a la farmacia a comprar las pastillas con que debia reponer mi stock, y ver si encontraba algun inhibidor de apetito «sano». Pase mi tarjeta de credito en la caja y me la rechazaron. «Esta vencida», me dice la mujer. ?Como? ?Nunca se me ha vencido una tarjeta de credito! Ellos mismos se preocupan de renovarla a tiempo. Parto a la oficina, muy enojada y le pido a mi secretaria que me comunique con alguien de Diners. La respuesta: me han enviado la tarjeta renovada hace quince dias, se entrevistaron conmigo y yo en persona la recibi y firme el nuevo contrato. ?Mierda! Me viene algo parecido al terror.

Me empezaron las nauseas. Eso si que es nuevo. Y las recurrentes pesadillas donde aparece la Vieja de la Suerte entregandome sus bastones. ?Senor!

?Cuanto me falta para sorprenderme hablando sola en la calle?

Mi deterioro va en aumento. Me acuerdo de las conversaciones, tengo una nitidez absoluta de sus contenidos, pero no se con quien las tuve. Me vienen a la memoria frases completas que me han dirigido -y la atmosfera en que fueron dichas-, pero no se quien lo hizo. Si recuerdo lo que me dijo Andres la ultima vez que hicimos el amor. Yo estaba reticente.

– Me tinca que no tienes ganas por pura flojera -reclamo.

– Si, tienes razon. A priori, no me dan ganas.

– En el sexo post cuarenta, Jose, se trata de despertar al animal que llevamos dentro. Vamos… una vez en accion, todo va bien. ?Despertemoslo!

Lo recuerdo bien porque no me lo ha vuelto a pedir. Era la hora de la siesta y los ninos no estaban.

Porque mis noches no estan pensadas para seducir. Andres se duerme al instante. Yo hago veinte tramites mas: la seda dental, la crema demaquilladora, la crema hidratante y la humectante, en el rostro y en el cuerpo. Cuelgo cada cosa en su lugar, abro y cierro el closet muchas veces. Traigo el vaso de agua para la noche, busco los anteojos y el libro de turno, limpio el cenicero, recorro pieza por pieza, miro a los ninos, reviso las luces y apago las que quedaron prendidas. Recuerdo a Violeta: ella se acuesta a dormir como los hombres. Se saca la ropa y punto.

Pero vuelvo a esa hora de la siesta. Creo que no es grave que a veces no despierte al animal. Mi consigna es: no a la muerte del romance. No es el sexo lo esencial, es el romance. A veces se me termina el encantamiento, se eclipsa y la respiracion de Andres se me hace pesada, aunque es la misma que ayer pasaba por alto; me molesta el tono un poco gangoso que adoptan sus cuerdas vocales al hablar desde la almohada, en esa posicion horizontal que tanto le gusta y que yo no uso si no es para dormir. Entonces cambio el switch. Es mi Andres, que me gusta tanto. No, no es de la idea de Andres que estoy enamorada. Estoy enamorada de Andres. (?O sera todo un mero espejismo?) El romance es mi empeno, la pelea dificil contra la rutina; es darle significacion a esa rutina, es el coqueteo, es el hablarse de una manera especial y divertirse con el otro. Andres solia decir que yo era del tipo de mujer que exige ilusiones, como otras exigen joyas. Sin embargo, siempre me lo ha agradecido: mi capacidad

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