– Jeff -me corrigio.

– Bienvenido -le dije con burlona solemnidad, para que se percatase de que, en mi opinion, era un caradura y no tenia ningun derecho a estar alli-. ?Que estas mirando?

– Las noticias -respondio-. Las noticias de Bulgaria.

La pantalla tenia el color muy subido, y la imagen se veia borrosa, rayada y punteada por la ionosfera. El presentador llevaba una americana deportiva color amarillo taxi y un peinado que parecia un grueso gorro de marta. Segun la fecha que aparecia en una esquina de la pantalla, la emision era de hacia varios dias, pero pense que daba igual, ya que se trataba de noticias de Bulgaria y no habia sonido. Me sente y mire el programa con Jeff durante unos cinco minutos.

– Bueno -dije finalmente, y me puse en pie-. Buenas noches.

– Ciao -respondio Jeff sin molestarse en mirarme.

Baje a la habitacion de Hannah. Tenia las luces encendidas y estaba echada en la cama, rodeada de paginas desparramadas del manuscrito de Chicos prodigiosos. Se habia quedado dormida. Llevaba un camison blanco con encajes en la parte superior. Tenia los pies desnudos. Eran pies gruesos y amplios, vulgares, con largos dedos en forma de garfio. Me sente al borde de la cama y deje caer la cabeza. Entonces vi la pequena polilla que llevaba en el bolsillo. La cogi y estuve contemplandola un rato.

– ?Que tienes en la mano? -me pregunto Hannah.

Me sobresalte. Me miraba con los ojos entornados, todavia medio dormida. Abri la mano y le mostre la polilla, embalsamada en una fina capa blanquecina de cera.

– Una polilla.

– Me he quedado dormida -dijo, con la voz pastosa por el sueno-. Estaba leyendo.

– Y te gusta, ?no? -dije. No hubo respuesta-. ?Hasta donde has llegado?

Pero se le habian vuelto a cerrar los ojos. Consulte su despertador. Eran las cuatro treinta y dos de la madrugada. Recogi las hojas del manuscrito, las reuni y las deje sobre la mesilla de noche. La ropa de cama se le habia retorcido y enmaranado, asi que la desplegue con una sacudida y deje que cayera sobre ella como un paracaidas. Le tape los pies, le di un beso en la mejilla y le desee buenas noches. Despues apague la luz y subi a mi estudio. Jeff tambien se habia quedado dormido, descalzo y estirado en el sofa. Apague el televisor, me sente ante mi escritorio y me puse a trabajar.

A las nueve de la manana, cuando yo seguia tecleando y Jeff durmiendo, vino el agente de policia para llevarse a James Leer.

Un palido y sonrosado Terry Crabtree estaba sentado en el lecho, apoyado en un par de almohadas de pluma y un cojin, entre un caotico monton de ropa de cama, desnudo excepto por unos calzoncillos a rayas azules, con las piernas flexionadas. Su vello era mucho mas rubio de lo que recordaba, y la luz matinal del domingo, que entraba por la ventana que tenia detras, formaba una leve aureola dorada alrededor de sus muslos, sus pantorrillas y el dorso de sus manos. Sostenia el manuscrito de El desfile del amor con una mano, apoyado en equilibro sobre las rodillas, y con la otra acariciaba el cabello de su companero de lecho. Era lo unico visible de James Leer cuando entre en el dormitorio; el resto tan solo se podia intuir entre el monton de mantas y sabanas retorcidas de las que emergia su pelo junto a la almohada, igual que el negro mechon de Doctor Dee que habia quedado a la vista. Alrededor de la cama, por el suelo, habia camisas y pantalones tirados de cualquier manera. Habia cierto aroma otonal en el ambiente que me recordo el olor de unos guantes de trabajo de cuero, del vestuario del instituto a final de curso, del interior de una vieja tienda de campana. Me quede en la puerta, con una mano en el pomo. Crabtree me miro y sonrio. Era una sonrisa amable, sin asomo de ironia. No le habia visto sonreir asi desde hacia anos. Lamente tener que borrarsela.

– ?Esta despierto? -pregunte, aliviado por no haberlos interrumpido en plena exploracion mutua de las respectivas superficies lunares o enfrascados en alguna otra de las actividades ludicas favoritas de Crabtree, lo que hubiese obligado a James a recibir al agente Pupcik disfrazado de buho y subido al techo-. Tiene una visita.

Crabtree enarco una ceja y estudio mi rostro, tratando de leer en el la identidad de la visita de James. Tras unos segundos de inutiles esfuerzos, se estiro sobre la cama y abrio el capullo en el que estaba envuelto James, dejando a la vista su cabeza, su vellosa nuca y parte de su palida y suave espalda. James Leer yacia enroscado como un nino, con la cara vuelta hacia la ventana y completamente inmovil. Crabtree fruncio los labios, me miro y meneo la cabeza. James estaba profundamente dormido. La sonrisa de Crabtree era indulgente y casi dulce. Pense que parecia enamorado. Era una idea demasiado turbadora para darle vueltas mucho rato, asi que la borre de mi mente. Siempre habia confiado, no sin cierta reconfortante satisfaccion, en la inmutabilidad del sincero y despiadado desden con que Terry Crabtree trataba todo amor romantico.

– Supongo que el pobre esta agotado -comento Crabtree, y volvio a tapar a James.

– Pues lo siento -dije-, pero tendra que levantarse.

– ?Por que? -pregunto Crabtree-. ?Quien lo espera? ?El viejo Fred? -Sonrio e hizo un amplio gesto con el brazo que comprendia todos los olores y el desorden de la habitacion-. Dile que pase.

– Un agente de policia -le aclare.

Crabtree abrio la boca y la cerro. Ante tan inesperada situacion, no supo que decir. Dejo el manuscrito de El desfile del amor en la mesilla de noche que tenia al lado, acerco sus labios a la oreja de James y le susurro algo al oido, tan bajo que no lo entendi. Tras unos instantes, James dejo escapar un leve gimoteo y levanto la cabeza; su cabello engominado salia disparado en todas direcciones. Giro el cuello hasta dar conmigo, bizqueando, todavia no despierto del todo.

– Hola, Grady -dijo.

– Buenos dias, James.

– ?Un policia?

– Pues si.

Tardo unos instantes en reaccionar, despues se volvio y se puso boca arriba. Se reincorporo y se apoyo sobre un codo, guinando un ojo y despues el otro y haciendo movimientos circulares con la mandibula, como si estuviese probando el funcionamiento de los mecanismos de un cuerpo recien estrenado. Las mantas resbalaron de sus hombros, dejando a la vista su desnudez hasta la cintura. La piel de su vientre habia quedado sembrada de arrugas durante el sueno. Y en sus hombros se veian las huellas de los labios y dientes de Crabtree.

– ?Que quiere?

– Bueno, creo que quiere hacerte unas preguntas sobre lo que paso el viernes por la noche en casa de la rectora.

James no dijo nada. Se quedo recostado, sin moverse, con la sien izquierda tiernamente apoyada contra el biceps del brazo derecho de Crabtree.

– ?Sabes que roncas? -le dijo a Crabtree.

– Eso me han dicho -respondio este, y le dio un carinoso golpecito con el hombro-. Vamos, Jimmy -anadio-. Dile a ese poli lo que te he dicho que digas.

James asintio lentamente y contemplo con nostalgia el profundo socavon, que ya empezaba a enfriarse, en el centro de su almohada. Despues abrio completamente los ojos y me miro.

– De acuerdo -dijo. Hizo un decidido gesto de asentimiento con la cabeza, saco las piernas del colchon, se puso en pie y fue con el culo al aire hasta el pie de la cama, donde dio con sus calzoncillos. Se vistio con decision y rapidez. Mientras se ponia la camisa, descubrio el archipielago de marcas de incisivos en su hombro. Paso la mano por encima con delicadeza y miro a Crabtree con una sonrisa turbia y medio agradecida. Me parecio que no estaba particularmente angustiado o aturdido al despertarse tras compartir el lecho por primera vez con un amante de su mismo sexo. Mientras se abotonaba mi vieja camisa de franela no le quito ojo a Crabtree, al que no contemplaba con sensibleria sino con determinacion y cierto asombro, como si estuviese estudiando su cuerpo, memorizando la geometria de sus rodillas y codos.

– Bueno, ?y que le has dicho que diga? -le pregunte a Crabtree.

– Oh, que siente muchisimo haberse cargado al perro de la rectora y que esta dispuesto a hacer lo que sea para reparar el dano causado.

James asintio y se inclino para recoger sus calcetines.

– Me temo que no sera tan sencillo -dije.

James se reincorporo.

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