– Joder, si no hay otro remedio! -dije.
Se arredro y comprobe que lo habia ofendido. Asintio lentamente y se quedo de pie durante un minuto, jugueteando nervioso con el cuello de mi camisa de franela. Despues se volvio y se alejo arrastrando un poco los pies. Desaparecio tras una de las dos puertas que habia al fondo de la habitacion. Al cabo de un instante olmos el aleteo del ventilador del cuarto de bano.
– ?Que modesto es! -comento Crabtree con admiracion, no sabria decir si autentica o burlona.
– Aja.
– Oh, vamos, Tripp. ?Por que estas tan cabreado con el?
– No lo se -respondi-. En realidad, no creo estar cabreado con el. Es solo toda esa mierda sobre que sus padres no son sus padres, ?sabes? Quiero decir que ?a que viene todo ese rollo? -Menee la cabeza-. Supongo que lo unico que quiero es saber de una vez por todas cual es la verdadera historia de este capullo.
– La verdad -dijo Crabtree. Se acerco a una pila de libros y tomo los tres de encima. Eran volumenes de tapa dura, de un tono oscuro y sin adornos-. Eso siempre ha sido importantisimo para ti, ya lo se.
Estire el brazo derecho hacia el con el puno cerrado.
– Elige un dedo -le dije.
– Creo que deberias tomartelo con mas calma con respecto a ese chico.
– ?Si?
– Porque ayer te largaste y lo dejaste a oscuras sentado en el aula.
Baje el puno y exclame:
– ?Oh!
No se me ocurrio una respuesta mejor. Contemple con mas detenimiento la coleccion de fetiches cinematograficos de James y descubri que la decision de grabarse el nombre del director fallecido en el dorso de la mano no habla sido un mero capricho de adolescente. El chico era un fanatico de Capra. En la pared contra la que estaba colocado el escritorio se acumulaban en diversos estantes pilas de videos en cuyas caratulas se leian titulos como
Despues, abriendome camino entre los candelabros y las pilas de libros y videos, me acerque al enorme y negro barco naufragado que era su cama y comprobe que la pared posterior estaba cubierta por unas cuarenta fotografias en papel satinado de actores de cine cuyo nexo de union entre ellos o relacion con Frank Capra no fui capaz de dilucidar. Ahi estaban Charles Boyer, una exquisita mujer que me parecio que podia ser Margaret Sullavan, y, de nuevo, el rostro sonriente, mofletudo y bigotudo del personaje del reloj de James. Al igual que el de este individuo, los rostros de muchos de los actores de las fotografias me resultaban familiares, pero no podia identificarlos con precision; algunos otros, en cambio, me eran completamente desconocidos. El centro estaba reservado a varias fotografias muy famosas de Marilyn Monroe -tumbada desnuda sobre terciopelo rojo, leyendo el
– ?Herman Bing se suicido? -le pregunte a Crabtree, y senale al tipo de los bigotes tiesos-. ?Reconocerias a Herman Bing si vieras su fotografia?
– Mira esto -dijo Crabtree, haciendo caso omiso de mi pregunta. Y tomo varios libros con cada mano para mostrarmelos-. Todos estos volumenes son de bibliotecas publicas.
– ?Y?
– Y deberian haber sido devueltos -me miro y enarco las cejas en un gesto de complicidad- hace un par de anos. Este hace tres. -Tomo otro libro y le echo un vistazo al pequeno papel pegado en la solapa. Lanzo un silbido-. Este hace cinco. -Tomo otro-. Este ni siquiera tiene anotada la fecha del prestamo.
– ?Crees que los ha robado?
Crabtree se puso a revolver los libros, derrumbando torres y hundiendo bovedas.
– Todos son de bibliotecas -aseguro mientras, acuclillado y dando pasos hacia atras como un cangrejo, echaba un vistazo a los libros de la parte baja de la pared-. Todos, sin excepcion.
– Ya estoy listo -dijo James, que reaparecio con mis tejanos, que le iban enormes, y subiendose las largas mangas de mi camisa de franela.
– Me da la impresion de que le van a caer a usted unas multas de campeonato, senor Leer -dijo Crabtree senalando los libros.
– ?Oh! ?Ah! Yo…, uh, bueno, yo nunca… -balbucio James.
– Tranquilo -dijo Crabtree. Cerro bruscamente uno de los libros robados y me lo tendio-. Toma. -Se enderezo y cogio a James del brazo-. Larguemonos.
– Uh, hay un pequeno problema -dijo James, que se libero de la mano de Crabtree-. La vieja baja aqui mas o menos cada media hora para vigilarme, lo juro. -Echo un vistazo a las manecillas sobre el rostro de Herman Bing-. Probablemente vendra dentro de unos cinco minutos.
– La vieja -repitio Crabtree, y me guino un ojo-. ?Y por que te vigila? ?Que teme que hagas?
– No lo se -respondio James, sonrojandose-. Supongo que escaparme.
Mire a James y recorde su aparicion en el jardin de los Gaskell con aquel oscilante brillo plateado en su mano. Despues eche un vistazo al lomo del libro que Crabtree me habia dado y descubri con asombro que era un ejemplar reencuadernado de
– Necesitamos un senuelo -dijo Crabtree-, eso es lo que necesitamos. Hay que meter algo que haga bulto en tu cama para que parezca que estas durmiendo.
– Claro, un par de buenos jamones, por ejemplo -propuso James-. Utilizaron ese truco en
– No -dije, y abri los ojos-. Un par de jamones no. -Ambos se quedaron mirandome-. ?No tienes alguna lona o algo parecido por aqui? O una manta de reserva. Algo resistente.
James reflexiono unos instantes y con un movimiento brusco de la cabeza senalo las puertas al fondo de la habitacion.
– Alli. La puerta de la izquierda. En el armario hay varias mantas. ?Que pretendes hacer?
– Voy a vaciar mi maletero -respondi.