– ?Y quien lo conoce?
«Tu no, desde luego», pense. Le aprete la mano y le dije:
– Volvere enseguida.
– ?No puedo acompanarte?
– Es mejor que no.
– Practico el boxeo chino.
– Hannah…
– Bueno, vale -dijo. En Provo, su pueblo natal, Hannah tenia nueve hermanos mayores que ella, y estaba acostumbrada a que los chicos la dejaran de lado-. ?Al menos puedo seguir leyendo
Todavia no me habia hecho a la idea de que alguien habia estado leyendo mi libro. Resultaba doloroso, pero estimulante.
– ?Por que no? -acepte-. De acuerdo.
Hannah deslizo un dedo entre mi barriga y la hebilla de mi cinturon, y me atrajo hacia si hasta que casi perdi el equilibrio.
– ?Me lo puedo llevar a mi habitacion para leerlo en la intimidad?
– No se -dije, y retrocedi un paso. Se me ocurrio que siempre reculaba ante Hannah Green-. ?Que te ha parecido lo que has leido hasta ahora?
– Me encanta.
– ?En serio? -La alabanza de Hannah, aunque escueta, me provoco un impetu inesperado y senti que se me hacia un nudo en la garganta. Me di cuenta de hasta que punto la redaccion de
Hannah acerco su cara a la mia, hasta casi tocarnos. Tenia los labios cortados y se los habia untado con un protector que olia a vainilla.
– Y, ademas, creo que me estoy enamorando de ti -dijo.
«?Oh, que demonios!», pense. «Quiza seria mejor que me quedase.» -?Esta por aqui Tripp? -pregunto Crabtree desde el pasillo. Su voz sonaba tan lastimera, que senti un subito acceso de culpabilidad al oirle-. ?Donde esta? ?Tripp?
Me sobresalte y me aparte de Hannah.
– No dejes que vea el manuscrito, ?de acuerdo? -le pedi-. Escondelo hasta que nos marchemos. -Le di un beso en la mejilla y sali al pasillo-. Hasta luego.
– Ten cuidado -dijo, y se aparto un mechon de pelo que se le habia pegado a la crema protectora en la comisura de los labios.
– Lo hare -le asegure.
Ya que se estaba enamorando de mi, podia empezar a hacerle promesas que no pensaba cumplir.
Encontre a Crabtree en el recibidor. Estaba solo, contemplando a los que en la sala trataban de bailar al ritmo de
Cuando Crabtree me vio, su rostro recupero su habitual gesto sosegado, me saludo con un gesto de la cabeza y se volvio de nuevo hacia la sala.
– Helo aqui -dijo, como si mi abrupta aparicion le hubiese dejado totalmente indiferente, como si unos segundos antes no hubiese estado recorriendo la casa como un alma en pena, gritando mi nombre-. ?Donde estabas?
– Fui a Kinship.
– Eso he oido.
– ?Que tal estas?
– Agonizante -dijo, y puso los ojos en blanco-. Lo del festival literario es, sin ninguna duda, el asunto mas soporifero en el que me has metido en tu vida, Tripp.
– Lo siento -me disculpe.
– Mira a esta gente -dijo, meneando la cabeza.
– Son escritores. Por regla general, los poetas suelen ser bailarines medianamente buenos. Pero este ano vamos cortos de poetas.
– Estos son narradores.
– La mayoria de ellos. -Me encogi de hombros varias veces-. Nos encanta hacer este gesto de Snoopy con los hombros.
– Y, ademas, todos son heteros en esta movida. ?No hay ninguna locaza en Pittsburgh?
– Claro que si -le dije-. Voy a llamarlas.
– Y, encima, esta manana te largas con mi botiquin.
– ?Las pastillas? ?Estaban en el coche?
– Aja. Al menos, eso espero. Creo que estan en tu maletero. Se te debieron caer anoche mientras revolvias en mis maletas.
– Lo siento -me disculpe-. En serio. Escucha, colega, salgamos.
Se cruzo de brazos y puso cara de ofendido.
– No quiero marcharme.
– No vamos a marcharnos.
Me miro fijamente, aparto la vista y dijo:
– Ya vas colocado.
– Lo se.
– Tienes una pinta horrible, Tripp.
– Lo se, lo se, Crabtree. Vamos, te necesito, tio. Necesito que me acompanes.
– ?Que te acompane adonde?
– Colega -le dije, y, sin proponermelo, imite los gestos de Hannah conmigo. Deslice un dedo por detras de la hebilla de su cinturon, le di un tiron brusco para atraerlo hacia mi y hacia la puerta. Crabtree se clavo sobre sus talones y no dio ni un paso-. ?No vas a acompanarme si te lo pido? ?Tengo que decirte adonde vamos?
– No, no tienes por que hacerlo. -Saco mi mano de su cinturon, me volvio la palma hacia arriba, la miro y me la devolvio, como si rechazase un regalo. Estaba tan aburrido, que hasta habia olvidado que pretendia parecer malhumorado-. Esta manana no me has dicho adonde ibas.
– Lo se, lo se, de acuerdo, soy un gilipollas. -No le culpaba por estar enojado conmigo. Le habia invitado al festival literario con la promesa de que seria una oportunidad para vernos despues de meses, o quiza anos, sin encontrarnos, y yo desaparecia y lo abandonaba a su suerte, condenandolo a asistir a seminarios soporiferos y conferencias de una banalidad sobrehumana. Y por la noche tenia que organizar su propia fiesta con una pandilla de mamones que, encima, eran todos heteros-. Lo siento, de verdad.
– Bueno, ?que tal te ha ido por alli?
– Estupendo. Horrible.
– ?Emily sigue decidida a dejarte?
– Creo que si. -Menee la cabeza-. Para serte sincero, ha sido un completo desastre. James…
– ?Mi James? -Crabtree se desperto de golpe y se toco el pecho con la punta de los dedos para recalcar el posesivo-. ?Ha ido contigo? ?Esta aqui?