Boris Vian

Las Hormigas

Titulo original: LES FOURMIS

Traduccion: Jose Benito Alique

© 1968 by LE TERRAIN VAGUE

Traduccion: © Editorial Bruguera, S. A. – 1983

Las hormigas *

I

Llegamos esta manana y no hemos sido bien recibidos, pues en la playa no habia nadie a no ser montones de individuos muertos y montones de pedazos de individuos, tanques y camiones destrozados. Llegaban balas un poco de todas partes, y a mi no me gusta tal desorden asi porque si. Saltamos al agua, pero era mas profunda de lo que parecia, y resbale sobre una lata de conservas. Al muchacho que estaba justo detras de mi le ha arrancado las tres cuartas partes de la cara el proyectil que llegaba en ese momento, y yo me he guardado la lata de conservas como recuerdo. He recogido los pedazos de su cara en mi casco y se los he entregado, y el ha partido a hacerse curar. Pero ha debido equivocarse de direccion, porque se ha adentrado en el agua hasta que le ha faltado pie, y no creo que pudiera ver lo suficiente por el fondo como para no perderse.

He corrido a continuacion en la buena direccion, y he llegado justo a tiempo para recibir una pierna en pleno rostro. He tratado de insultar al individuo, pero la mina no habia dejado de el mas que pedazos de dificil identificacion, razon por la que he ignorado su gesto y he seguido camino.

Diez metros mas adelante me he reunido con otros tres muchachos que estaban apostados detras de un bloque de hormigon, y que disparaban contra un angulo de pared situado mas arriba. Estaban sudorosos y empapados de agua y yo debia estar como ellos, por lo que me he arrodillado y he disparado a mi vez. El teniente ha aparecido entonces. Se sostenia la cabeza con las dos manos y le manaba algo rojo de la boca. No tenia aspecto satisfecho, y rapidamente fue a tenderse en la arena con la boca abierta y los brazos hacia adelante. Ha debido manchar bastante la arena. Y era uno de los pocos lugares que quedaban limpios.

Desde donde estabamos, nuestra varada barcaza tenia al principio una apariencia completamente idiota, y despues ni siquiera la apariencia de una barcaza cuando dos obuses le han caido encima. La cosa no me ha hecho gracia, porque todavia quedaban dos amigos en su interior, con las balas recibidas al incorporarse para saltar. He tocado en el hombro a los tres que disparaban conmigo, y les he dicho:

– Venid, vamos.

Por supuesto, les he dejado pasar delante, y he resultado previsor porque el primero y el segundo han sido abatidos por los dos tipos que tiraban a cubierto sobre nosotros. Delante de mi solo quedaba ya uno, pobre tipo, y tampoco ha tenido suerte, pues tan pronto como se habia deshecho del peor de los otros, su companero ha tenido el tiempo justo de matarle antes de que, a mi vez, yo me ocupase de el.

Esos dos cerdos que estaban detras de la esquina tenian una ametralladora y montones de cartuchos. La he orientado en la otra direccion y he apretado, pero me he detenido en seguida porque la cosa me rompia los oidos y, tambien, porque acababa de encasquillarse. Deben estar ajustadas para no disparar hacia donde no les corresponde.

Alli me sentia mas o menos tranquilo. Desde lo alto de la playa se podia disfrutar de la vista. Sobre el mar, la cosa humeaba por todas partes, y el agua centelleaba muy fuerte. Se veian tambien los relampagos de las salvas de los grandes acorazados, y sus obuses pasaban por encima de la cabeza con un curioso ruido sordo, como un cilindro de sonido grave horadado en el aire.

El capitan ha llegado. Quedabamos exactamente once. Ha dicho que no era mucho, pero que nos las arreglariamos en cualquier caso. Mas tarde hemos recibido refuerzos. Pero, de momento, nos ha ordenado excavar agujeros. Para dormir, yo pensaba, pero no. Hubo que meterse dentro y seguir disparando.

Felizmente, la cosa se aclaraba. Estaban desembarcando ahora a grandes hornadas de las barcazas, pero los peces se les colaban entre las piernas para vengarse del zafarrancho, y la mayor parte se caian al agua y volvian a levantarse tosiendo como locos. Algunos no se levantaban y se iban flotando con las olas, por lo que el capitan nos ha ordenado al instante neutralizar el nido de ametralladoras, que acababa de volver a empezar a disparar, avanzando detras del tanque.

Nos hemos colocado detras del tanque. Yo el ultimo, porque no me fio mucho de los frenos de esos aparatos. Pero, en cualquier caso, resulta mas comodo caminar detras de un tanque, porque se evita la molestia de enredarse en las alambradas y porque las estacas caen por si solas. Pero no me gustaba su manera de chafar los cadaveres con una especie de ruido del que hace dano acordarse, pero que de momento resulta bastante caracteristico. Al cabo de tres minutos, ha saltado sobre una mina y ha comenzado a arder. Dos de los individuos no han podido salir de su interior. El tercero ha podido, pero uno de sus pies se quedo dentro del tanque, aunque no se si se ha dado cuenta de ello antes de morir. En cualquier caso, dos de sus obuses habian caido ya sobre el nido de ametralladoras, destrozando los huevos y tambien a los infelices. Los que estaban desembarcando han notado cierta mejoria, pero entonces una bateria anticarros ha comenzado a escupir a su vez, y al menos otros veinte han vuelto a caer al agua. Por mi parte, me he tendido boca abajo. Desde mi posicion, y con solo ladearme un poco, les veia disparar. La coraza del tanque que estaba ardiendo me protegia a medias, y he apuntado cuidadosamente. El tirador ha caido retorciendose con fuerza. He debido darle un poco demasiado bajo, pero no podia detenerme a rematarle. Era preciso, antes, abatir a los otros tres. Me ha costado trabajo, pero por fortuna el ruido del tanque que seguia ardiendo me ha impedido oirles berrear, pues tambien he matado mal al tercero. Por lo demas, la cosa seguia saltando y humeando por todas partes. Me he frotado los ojos un buen rato para ver mejor, pues el sudor me impedia ver, y el capitan ha regresado. Ahora solo se servia de su brazo izquierdo.

– ?Podria vendarme el brazo derecho muy apretado contra el cuerpo?

Le he dicho que si, y he empezado a envolverle con los apositos. De repente se ha elevado del suelo con los dos pies a la vez y me ha caido encima, porque habia caido una granada detras de el. Se ha quedado tieso instantaneamente, lo que parece que ocurre cuando uno se muere muy fatigado, y, en cualquier caso, de esa manera me ha resultado mas comodo quitarmelo de encima. Despues he debido dormirme, y cuando me he despertado el ruido llegaba de mas lejos y uno de esos tipos con cruces rojas por todo el casco estaba sirviendome cafe.

II

Despues, nos hemos puesto en marcha hacia el interior y hemos intentado poner en practica los consejos de los instructores y las cosas aprendidas en las maniobras. El jeep de Mike ha regresado hace un rato. Era Fred quien conducia, y Mike venia partido en dos. Conduciendo, Mike, se habian topado con un alambre. Ahora estan equipando los demas cacharros con una lamina de acero en la delantera porque hace demasiado calor como para circular con los parabrisas levantados. La cosa chisporrotea aun por todas partes y hacemos patrulla tras patrulla. Creo que hemos avanzado quiza demasiado rapido, y tenemos dificultades para conservar el contacto con la

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