cuando el jefe de policia me llamo para informarme de que se estaba cerrando el puente de Peterhof a Strelna y el emperador venia de camino para verme. Y yo pense: Niki viene ya a pedirme la llave de mi palacio, y a pagarme otros cien mil rublos. Ya tiene redactados los documentos oficiales para que se los firme. Pero no llevaba ningun documento cuando vino. Antes de poder saludarle siquiera, antes de llegar siquiera a los escalones de la veranda donde yo habia salido al oir su caballo, me dijo:
– Mala, el nino esta enfermo. -Y cuando lo mire, sin comprenderlo, me dijo-: Alexei tiene hemorragias.
Y se sento de golpe en los escalones de la veranda y yo me sente a su lado y puse su cabeza en mi regazo, y la radiante luz del sol bajo del cielo y lentamente mi antigua desesperacion fue dando paso a la compasion. Acaricie el pelo del zar de la misma forma que habia acariciado hacia poco el cabello de mi nino para que durmiera la siesta despues de comer.
Esa enfermedad hemorragica habia hecho su aparicion antes en la familia de Alix. La reina Victoria, sus hijas y nietas llevaban la enfermedad en su cuerpo, porque las mujeres eran portadoras y los hombres quienes la sufrian, y como esas mujeres se casaron con primos suyos que eran principes y reyes, la enfermedad se infiltro en las casas reales de Inglaterra, Espana, Alemania y ahora, al parecer, tambien Rusia. Cuando Alix solo tenia un ano de edad, su hermano Fritzie murio de una caida sufrida por la manana que lo mato al acabar el dia. Cuando tenia doce anos, su tio Leopoldo se cayo y murio de hemorragia cerebral. Solo seis meses antes de que naciese el hijo de Alix, su hermana Irene habia perdido un hijo. El sobrino de Alix, Henry, que tenia cuatro anos, tardo varias semanas en morir despues de un golpe en la cabeza, semanas de chillidos incesantes y de la desesperacion mas absoluta de los padres. Alix asistio al funeral ya embarazada. Mal presagio. De modo que Alix sabia que si un nino sufria de hemofilia, cualquier caida, cualquier golpe o contusion, cualquier tropiezo podia significar semanas de dolorosas hemorragias, coagulos de sangre corrosiva bajo la piel que podian inmovilizar una articulacion, danar los organos, incluso matar. Niki me dijo que tenia que haberse casado con la princesa francesa Helene, o con la prusiana Margaret, como deseaban sus padres. ?No me menciono a mi, por supuesto! Ahora creia que aquel era el motivo por el que Alix lloraba desconsolada el dia de su compromiso. El destino se guardaba aquella negra carta en la manga, apartada de la vista, pero Alix de alguna forma la habia visto. El mismo nacio bajo el signo de Job. El era aquella carta. Estaba destinado a unas pruebas terribles. No recibiria su recompensa en esta tierra, ni tampoco Alix. Cuando empezaron las contracciones, dijo Niki, ella estaba sentada en un sofa en el salon del Palacio Inferior de Peterhof, y los paneles de espejo que estaban colgados tras ella saltaron hechos anicos espontaneamente y la cubrieron de fragmentos de cristal, igual que habia ocurrido con el azogue del espejo en escena en la representacion de mi ultimo ballet. No habia que ser ruso para darse cuenta del presagio que representaba aquello. Y mientras el hablaba, yo le acariciaba el pelo y murmuraba sonidos ininteligibles, «ea, ea», y me alegraba mucho de que el no pudiese ver mi cara, que ahora estoy segura de que resplandecia con un deleite creciente. Su hijo estaba enfermo, no viviria mucho. No era mi vida la que queria llevarse Dios, sino la de Alexei. A pesar de todos los esfuerzos de Alix por burlarme, el destino habia intervenido. El cielo no queria que el hijo de Alix fuese el siguiente zar. El cielo no queria que Alix fuese emperatriz. Niki la habia dejado en Peterhof y habia venido a verme a mi. La llave de mi nueva casa seguiria en mi bolsillo.
– Ven -le dije a Niki finalmente, y cogi su mano y le conduje hacia el cuarto infantil donde Vova, que tenia dos anos, dormia con las mejillas como dos manzanas y la frente como un cielo.
– ?Respira bien? -pregunto Niki-. Hace demasiado calor aqui, Mala.
Yo me eche a reir.
– Respira bien -le dije, y cogi a nuestro hijo de su camita y se lo puse a Niki en los brazos. Niki lo acuno alli de pie, en aquella habitacion tan caliente.
– No podremos vernos durante un tiempo, Mala -dijo Niki por encima de la cabecita de mi hijo-. No puedo debilitar la legitimidad de Alexei. Quiza viva algun tiempo. No hay forma de saberlo con certeza.
Mientras tanto, yo tendria mi palacio. El ministro de la corte continuaria transfiriendome un estipendio mensual para mis gastos. El y Alix no tendrian mas hijos.
– Ya tenemos suficientes hijas -dijo Niki, con pesar-, y el riesgo de tener otro hijo es demasiado grande.
Si, el riesgo era demasiado grande. La Casa de Espana tenia dos hijos hemofilicos. Los principitos llevaban trajes acolchados para jugar en el jardin de palacio, donde los arboles tambien estaban acolchados, pero aun asi los ninos sufrian. Los dos hijos de la hermana de Alix, Irene, eran hemofilicos; antes de que el nino muriera, mantuvo a su hijo menor, Henry recluido en palacio en Prusia para ocultar las pruebas de su padecimiento, para que el pais no supiera que tanto el heredero como su hermano eran hemorragicos y la Casa de Prusia estaba corroida por la enfermedad. De modo que Alix decidio que ella haria lo mismo con Alexei. Al ano siguiente, la familia se traslado a Tsarskoye Selo. Se escondieron en el palacio Alexander, y ocultaron a Alexei y su enfermedad tan celosamente que casi nadie se entero. Hasta 1912 el tutor de los ninos, Pierre Gilliard, no comprendio cual era la enfermedad que padecia el pequeno, por que estaba tan palido y tenia tan mala cara, y por que pasaba semanas en la cama de vez en cuando. El medico de Alexei, Eugene Botkin, nunca dijo una sola palabra de la enfermedad del zarevich, ni siquiera a su propia familia. Incluso la familia de Niki, durante mas de una decada, no supo que era lo que le pasaba al chico. Se entregaban fotos de Alexei a la prensa, pero raramente aparecia en ceremonias publicas, y se daban diversas excusas para su ausencia. Y asi empezaron de nuevo los rumores: el nino era retrasado, era epileptico o habia sido victima de una bomba revolucionaria.
En cuanto a mi propio hijo, Niki promulgo un ucase secreto otorgandole el estatus de noble hereditario. Y eso seria unicamente Vova hasta que ocurriese lo inevitable, lo impronunciable, aquello que yo esperaba, malvada, de manera impaciente, lamentando incluso la espera. Recuerdo que pensaba: «?Ah, si hubiera costado tanto crear las representaciones teatrales del Mariinski, el zar se habria tenido que sentar en su palco durante decadas sin poder ver nada!»
La llama a la yesca
Para ver alguna vez a Niki, algo que tanto anoraba, me veia obligada a asistir a acontecimientos publicos, de modo que en enero de 1905 me acerque al muelle Dvortskaya para contemplar la ceremonia de la Epifania. Esa bendicion de las aguas inicia el ciclo del Carnaval, una explosion de alegria que tenia su culminacion en la Semana de la Mantequilla, justo antes de Cuaresma. Pronto se colocarian unos puestos en aquel mismo lugar, y en las calles, y en el Campo de Marte, y los siguientes meses serian muy bulliciosos. Los campesinos se mantenian entre cosecha y cosecha con sus ventas en esos puestecitos de madera, montados rapidamente y llenos de banderitas y colgaduras, y malabaristas y gitanos bailaban entre los puestos a cambio de los kopeks que les quisieramos echar. Yo pensaba sacar a Vova para que viera las representaciones con marionetas donde a los arlequines les daban en la cabeza unos malvados villanos con sables y porras, a oir a los gitanos cantar sus canciones folcloricas, atiborrarnos de blinis rellenos de caviar y resbalosos por la mantequilla, dar de comer a Vova galletas de jengibre, avellanas, nueces ucranianas o nueces griegas tostadas alli, al aire libre, en braseros de carbon, igual que hacen los vendedores en Paris, usando sus palas de laton para echar los frutos secos en unos cucuruchos de papel. ?Han visto el ballet
La bendicion misma era un ritual anual en el cual el zar y su familia salian andando por el helado Neva encima de una larga alfombra roja que corria desde el Palacio de Invierno, bajando por los escalones del muelle, y seguia por el hielo hasta una capilla improvisada, llena de crucifijos brillantes, columnas de yeso, un altar de madera y calices de plata, y los estandartes e iconos de san Juan Bautista. Guardias del regimiento se alineaban a los lados de la alfombra y formaban circulo en torno a la capilla. Se habia cortado un agujero en forma de crucifijo en el hielo en aquel lugar, y el agua fria corria lentamente por debajo, mientras el blanco polvo de nieve soplaba por encima de todos nosotros. Aquel dia fingiamos que el Neva era el Jordan, y por una vez, los invitados reales esperan dentro del palacio, mientras el pueblo ruso era testigo de una ceremonia. Era nuestro dia, uno de los pocos en que podiamos estar con nuestro emperador. Algunas mujeres llevaban jarras para llenarlas con el agua del Neva en cuanto hubiese sido bendecida: un nino o un marido estaban enfermos o lisiados en casa. Algunas