reunimos con el y vimos sus informes y sus fotos. Estabamos sentados en el Hotel Lotti, en un apartado del comedor, con nuestros platos intactos, el cielo de un gris plomizo presionando la ventana que yo tenia a la espalda. Mire los informes y los documentos de Sokolov, las fotos del papel pintado arrancado de la bodega de Ipatiev, la truculenta lista de los centenares de objetos recuperados, y ya no pude seguir leyendo mas, me temblaban las manos hasta el codo, y solo pude mirar a la cara de Sokolov, sus ojos muy hundidos, su largo bigote engominado, mientras el hablaba muy serio de la familia reducida a cenizas. Habian enviado a una docena de hombres a la puerta a matar a tiros y cortar a trozos a Niki y a Alix y a sus hijos tambien puestos en fila, con la excusa de que les iban a hacer una foto. Por los propios relatos posteriores de los bolcheviques, cada uno de los asesinos queria matar al zar y luego contarlo. Cuando le leyeron sus ordenes, «en vista del hecho de que tus parientes siguen atacando la Rusia Sovietica, el Comite ejecutivo de los Urales ha decidido ejecutarte», Niki solo les pregunto: «?Como? ?Como?». Fue el primero en morir en aquel pequeno sotano, en la distante Ekaterinburgo. Alix, sentada en su silla, la segunda. Olga la tercera, pero las otras chicas echaron a correr, y llevaban tantas joyas cosidas en el corse que las balas no penetraban. Corrian en circulos en aquel espacio tan pequeno, pisoteando los cuerpos de sus padres que habian caido de sus sillas, agachandose contra las paredes. ?Donde encuentra uno hombres que disparen a unas ninas que gritan, que las machaquen con las bayonetas, que asesinen a un nino de quince anos que se arrastra hacia su padre? Los bolcheviques encontraron a tales hombres… y muchos mas como ellos. Y entonces Sokolov nos conto que eso no fue todo. Supo que los hermanos de Sergio, Jorge y Nicolas, habian sido fusilados en el patio de la prision de Shpaterraia, y que sus cadaveres fueron arrojados a una fosa comun. El hermano de Niki, Miguel, fue fusilado tambien en los bosques junto a Perm, mientras se fumaba un cigarrillo. Sokolov habia ido tambien a Alapaievsk, y entonces hizo una pausa en su relato y carraspeo. En Alapaievsk habia descubierto que a Sergio, la hermana de Alix y tres de los principes Konstantin los sacaron de su cautiverio en la escuela el 17 de julio de 1918, el dia de su santo, no mucho despues de que Sergio hubiese enviado su felicitacion de cumpleanos a Vova, los metieron en unos carros de campesinos, los llevaron al pozo de una mina abandonada, y entonces supe que aquella historia no acabaria bien. Sergio, Ella y los tres principes fueron arrojados al pozo, Sergio con una bala en la cabeza. Sokolov suponia que Sergio habia sido el unico en resistirse a sus captores (y yo pense: «Por supuesto, tenias que resistirte, mi orgulloso georgiano») y por tanto le habian disparado antes de la larga caida, mientras que los demas aterrizaron en el fondo todavia vivos y acabaron por morir lentamente, con los huesos rotos y de hambre, y despues de tirarlos a ellos, sus asesinos echaron trozos de madera encima para ocultar su crimen. Y al oir esto me lleve una servilleta a la boca. Sokolov tenia unas fotos de los cuerpos, que sacaron mediante unos cabrestantes, echaron en unas sabanas y fotografiaron, y Andres, sacando sus gafas de leer, las examino el solo, ya que yo no fui capaz de mirarlas. Mientras Andres hacia esto, Sokolov me tendio por encima de la mesa otra prueba: un sobre pequeno que contenia dos articulos, el dije con la patata de oro de Sergio y el medallon con un kopek que yo le habia regalado hacia treinta anos. Ambas piezas, dijo, la gran duquesa Xenia le habia pedido que me las entregase a mi. Al final se las di a Vova, porque, ?no planeaba acaso Sergio dejarle todo lo que poseia a mi hijo? En 1914 eso significaba un appanage anual de doscientos ochenta mil rublos, junto con los ingresos procedentes de las vastas propiedades de la familia en la Rusia del norte, centro y sur, y casas en todas las ciudades y centros turisticos a los que viajaba la corte. En 1920, aquello era todo lo que quedaba.

Aquella noche yo sone que volvia a Petersburgo, a la Escuela Imperial de Ballet, y que andaba por el largo pasillo hacia el pequeno teatro de los estudiantes donde baile en tiempos, el dia de mi graduacion, y alguien que estaba detras de mi y a quien yo no podia ver gritaba: «?La familia imperial, se acerca la familia imperial!». Y yo preguntaba: «Pero ?como pueden venir? Estan todos muertos». Y la voz respondia: «Son sus almas las que vienen». Y a mi alrededor unas voces empezaban a cantar:

Cristo ha resucitado de entre los muertos,

venciendo a la muerte con su muerte

y otorgando la vida a los que yacen en los sepulcros

Y yo corria por el pasillo para abrir la puerta del teatro, pero no habia habitacion alguna tras la puerta, no estaba la sala con su pequeno escenario y sus sillas de madera alineadas en filas. La puerta se abria, por el contrario, a la nada, a un abismo negro donde caian grandes cortinas de lluvia y un gran viento gemia y enviaba la lluvia en todas direcciones, y yo permanecia alli de pie en el umbral, con la falda hinchada por el viento, llamando en la oscuridad: «Cristo ha resucitado de entre los muertos». Y aunque me quedaba alli largo rato, hasta quedar bastante empapada, nadie me contestaba.

La princesa Romanovski-Krassinski

Una vez hecho publico el informe Sokolov, Kyril se declaro emperador en el exilio y alejo por tanto para siempre a la emperatriz viuda y a los Nikolaievich. ?Que le importaba a el? Ella estaba en Dinamarca, el en el corazon del Paris ruso, donde lo que uno valia entre los emigres seguia midiendose por el antiguo rango, y donde ser recibido por un gran duque todavia era considerado un triunfo social. En Pascua, Navidad y Ano Nuevo, los emigres se amontonaban en las grandes casas ducales para firmar en los libros de visitas, beber un poquito de vodka, estar en presencia de los hombres que habian gobernado Rusia en tiempos. ?Y yo? Yo lo hice un poco mejor. Me case con Andres en cuanto Miechen quedo encerrada en su cripta, en el mausoleo que se habia hecho construir en Contrexville. ?Les sorprende acaso? Entonces es que no han prestado atencion. No tuve que esperar mucho. Ella murio al cabo de seis meses de su llegada a Francia, habiendo decidido ahorrarse la mengua de estatura ofrecida como un pastel rancio a cualquier refugiado. Antes de que Andres y yo pronunciasemos nuestros votos en la iglesia de St. George, en Cannes, Andres, siempre obediente, escribio para advertir a la emperatriz viuda de lo que pensaba hacer, y pidio permiso a su hermano Kyril, como cabeza de familia, y esa deferencia con el antiguo protocolo tuvo sus recompensas. La gran duquesa Olga nos envio los mejores deseos de su madre y Kyril emitio un ucase mediante el cual yo, Mathilde-Marie Felixnova Kschessinska, me convertia en Su Alteza Serenisima la Princesa Romanovski-Krassinski. Mi hijo tambien adquirio la nobleza despues de mi matrimonio, cuando presione n Andres para que lo adoptase, y se convirtio en nieto de Miechen, en lugar de hijo suyo, aunque en realidad a ella ya le daba igual. Despues de nuestra boda, Andres me llevo a presentarme formalmente al emperador Kyril y a su esposa, la reina Alejandrina de Dinamarca, a la reina Maria de Rumania, a la reina Olga de Grecia. Y a su debido tiempo fui recibida por el rey Gustavo V de Suecia, el rey Alejandro de Yugoslavia, el sha de Persia, el viejo rey Fernando de Bulgaria y el nuevo rey Boris, su hijo, y no solo por todos los grandes duques rusos, sino tambien por la gran duquesa Xenia, el principe Demetrio Pavlovich y su hermana la princesa Maria Pavlovna, por las princesas Radziwell y Golitzin, el principe Volkonski, mi antiguo enemigo, como recordaran, como director de los Teatros Imperiales, los duques de Coburgo, Mecklenburg-Schwerin y Leuchtenberg. Si, toda esa gente nos recibia ahora a mi hijo y a mi. Mi nombre esta en todos los arboles genealogicos, ?saben?, los que trazan las lineas de la realeza europea y rusa. Yo me encuentro en la misma pagina, bajo la reina Victoria de Inglaterra, el rey Christian IX de Dinamarca y el zar Alejandro II de Rusia, aunque para ser sincera, no estoy situada donde esperaba, al lado de Niki y debajo de Alix de Hesse-Darmstadt, que como primera esposa suya quedaria por encima, o incluso junto a Sergio, a un lado, en la rama de los Mijailovich de la familia. No, yo soy una Vladimirovich, y quiza, despues de todo, aqui es donde pertenezco, a los astutos y los ingeniosos, a los conspiradores, los intrigantes, los maquiavelicos. Pero mi hijo, el principe Romanov, no esta en ningun arbol genealogico, porque la linea que conduce al trono pasa por Kyril, como ven, de modo que todo se traza en relacion a Kyril. Veran en el arbol el nombre de «su» hijo Vladimir, y no el mio. No importa.

Vivimos a lo grande en la Riviera durante nueve anos con el producto de la venta de los magnificos rubies que Miechen habia legado a Andres. A su hija le dejo los diamantes, a Boris las esmeraldas, y a Kyril las perlas… Pero el enorme precio que produjeron los rubies, veinte millones de francos, no es tanto dinero para un Romanov,

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