encima al poder librarse de la carga que significaba la publicidad durante las seis u ocho horas diarias que el norteamericano medio pasaba frente al televisor. Antes de que la industria de la publicidad lograra coordinar una reaccion, Publicinex se habia vuelto ya tremendamente popular. El nuevo producto obligo a anunciantes y teledifusoras a adoptar otras estrategias, a cada una de las cuales Hadden respondia con un nuevo dispositivo. A veces inventaba circuitos para superar estrategias que sus adversarios aun no habian descubierto. Sostenia que les ahorraba el trabajo de realizar inventos, muy costosos para los accionistas de sus empresas, y que por otra parte estaban condenados al fracaso. A medida que incrementaba sus ventas, iba reduciendo sus precios. Se trataba de una especie de guerra electronica, y el ganaba.

Intentaron demandarlo ante la justicia acusandolo de conspiracion por poner obstaculos al comercio. Contaban con suficiente respaldo politico para que el juez no rechazara la causa por falta de merito, pero no la suficiente influencia para ganar el litigio. Con motivo del juicio, Hadden debio estudiar los codigos pertinentes. Acto seguido, encargo a una conocida empresa de la avenida Madison de la cual era socio comanditario, que publicitara su producto en la television comercial. Al cabo de varias semanas de polemicas, no le aceptaron los anuncios. El a su vez demando a las tres redes de teledifusoras, y en ese juicio pudo demostrar la existencia de una conspiracion para obstaculizar el libre comercio. Recibio una abultada indemnizacion que fue todo un record para este tipo de demandas y contribuyo, modestamente, al ocaso de las redes originales.

Desde luego, siempre hubo gente a la que le gustaban los comerciales, y ellos no necesitaban usar Publicinex. Sin embargo, se trataba de una minoria en extincion.

Hadden amaso una gran fortuna al desenmascarar a la publicidad comercial. Tambien se granjeo muchos enemigos.

Cuando logro la comercializacion masiva de los circuitos integrados de reconocimiento de contexto, ya tenia listo Predicanex, un submodulo que podia acoplarse a Publicinex, que tenia por fin cambiar de canal si, por casualidad, uno sintonizaba un programa de adoctrinamiento religioso.

Bastaba con elegir de antemano palabras tales como «Venida» o «Extasis» para poder seleccionar otra programacion. Predicanex recibio una calurosa acogida por parte de una sufrida pero importante minoria de televidentes. Se comentaba, a veces no demasiado en serio, que el siguiente submodulo de Hadden se denominaria Pamplinex, y funcionaria solo en presencia de disertaciones publicas a cargo de presidentes y primeros ministros.

A medida que avanzaba en el desarrollo de sus circuitos integrados de reconocimiento de contexto, Hadden comenzo a percatarse de que podia destinarselos a un uso mucho mas amplio, por ejemplo en el campo de la educacion, la ciencia, la medicina, los servicios militares de inteligencia y el espionaje industrial. Fue debido a una cuestion que le iniciaron el famoso juicio etiquetado Los Estados Unidos contra Cibernetica Hadden. A raiz de que uno de los circuitos integrados de Hadden fue considerado demasiado bueno como para que los civiles adoptaran su uso, y siguiendo la recomendacion de la Agencia Nacional de Seguridad, el gobierno se hizo cargo de las instalaciones y del personal superior que se dedicaba a la produccion de los mas avanzados circuitos de reconocimiento de contexto. La posibilidad de leer la correspondencia de los rusos era demasiado importante. Solo Dios sabe, pretendieron justificarse, que pasaria si los rusos lograran leer la nuestra.

Hadden se nego a colaborar y prometio diversificar la produccion para abarcar areas que no tuvieran ninguna repercusion posible sobre la seguridad nacional. Protesto porque el gobierno nacionalizaba la industria. Ellos afirman ser capitalistas, decia, pero si se ven en aprietos, muestran su perfil socialista. Habia sabido detectar un descontento del publico, y se valia de nuevas tecnologias legales para satisfacer sus deseos. Su actitud era la del capitalismo clasico. Sin embargo, muchos capitalistas sensatos opinaban que Hadden se habia sobrepasado ya con Publicinex, y que constituia una verdadera amenaza contra el estilo norteamericano de vida. Un articulo de Pravda firmado por V.

Petrov, califico el hecho como un ejemplo concreto de las contradicciones del capitalismo.

El Wall Street Journal le salio al cruce, quizas en forma algo tangencial, acusando al Pravda — que en ruso significa «verdad» — de ser un concreto ejemplo de las contradicciones del comunismo.

Hadden sospechaba que la incautacion de su empresa habia sido un mero pretexto, que lo que realmente los habia ofendido era su osadia de haber atacado a la publicidad y al evangelismo de video. Publicinex y Predicanex, no cesaban de argumentar, constituian la esencia de la economia capitalista. La idea central del capitalismo era proporcionar alternativas al consumidor.

— Bueno la ausencia de publicidad es una alternativa, les dije. Solo se destinan abultados presupuestos para publicidad cuando no hay diferencia entre los productos. Si los productos fueran realmente distintos, la gente compraria el mejor. La propaganda le ensena al hombre a no confiar en su propio criterio, a comportarse como un estupido. Un pais poderoso requiere personas inteligentes; por lo tanto, Publicinex es patriotico. Los fabricantes podrian derivar una parte de su presupuesto publicitario para mejorar sus productos, y asi saldria beneficiado el consumidor. Las revistas, los diarios y las ventas directas por correo prosperarian, aliviando de ese modo la labor de las agencias de publicidad. Por eso no entiendo cual es el problema.

El cierre de las redes televisivas comerciales fue ocasionado directamente por Publicinex, mucho mas que por los innumerables juicios por calumnias que Hadden inicio contra ellas. Durante un tiempo comenzo a deambular un pequeno ejercito de publicitarios sin empleo, directivos de television venidos a menos y religiosos empobrecidos, que juraron vengarse de Hadden. Tambien existia un numero cada vez mayor de adversarios mas formidables aun. Sin lugar a dudas, penso Ellie, Hadden era un personaje interesante.

— Por eso creo que ha llegado el momento de hacer algo. Tengo mas dinero del que jamas podria gastar, mi mujer me odia y me he granjeado enemigos por todas partes.

Quiero hacer algo digno de encomio, algo de valor, como para que, dentro de unos siglos, la gente recuerde que yo existi.

— ?Desea…?

— Construir la Maquina porque estoy plenamente capacitado para hacerlo. Cuento con lo mas avanzado en el campo de la cibernetica, mejores elementos de los que hay en MIT, en Stanford, en Santa Barbara. Y si hay algo fundamental para la concrecion de estos planes, es que no se trata de una labor de un fabricante del monton. Va a hacer falta recurrir a la ingenieria genetica, y no va a encontrar a nadie mas dedicado a ese campo. Ademas lo haria a precio de costo.

— Senor Hadden, la decision acerca de a quien se le encomendara la construccion, si es que se llega a ese punto, no depende de mi sino que se trata de una decision internacional que traera aparejadas arduas negociaciones politicas. Todavia se sigue discutiendo en Paris sobre si deberia fabricarse o no la Maquina, en caso de que lograramos decodificar el Mensaje.

— ?Acaso cree que no lo se? Tambien estoy tendiendo mis redes por los habituales canales de la influencia y corrupcion, pero pienso que no vendria mal que los angeles me dieran una recomendacion, por los motivos adecuados. Y hablando de los angeles, usted se las ingenio muy bien para hacer flaquear a Palmer Joss y Billy Jo Rankin. Nunca en la vida los habia visto tan agitados. Que Rankin haya llegado a afirmar que hubo mala fe al citar sus palabras acerca de la idea de apoyar la construccion de la Maquina… Dios mio.

Sacudio la cabeza con fingido aire de consternacion. Era muy probable que existiera una enemistad personal de varios anos entre esos proselitistas y el inventor de Predicanex, y por alguna razon Ellie sintio la necesidad de salir a defenderlos.

— Son mucho mas inteligentes de lo que usted cree. Y Palmer Joss… me dio una profunda impresion de sinceridad. No es un farsante.

— ?Esta segura de que no es mas que una cara bonita? Perdoneme, pero es fundamental que la gente sepa la opinion que a ellos les merece este tema. Yo conozco a esos payasos. Cuando se sienten arrinconados, son unos verdaderos chacales. A mucha gente la religion le resulta atractiva en el plano personal, sexual. Tendria que ver las cosas que suceden en el Templo de Ishtar.

Ellie contuvo un leve estremecimiento.

— Creo que ahora si le acepto una copa.

Desde el sitio elevado donde se encontraban, Ellie alcanzo a divisar las escalinatas del Zigurat, adornadas con flores verdaderas y artificiales, segun la estacion. Se trataba de la reconstruccion de los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas de la Antiguedad. De milagro se habia conseguido que la decoracion no se asemejara a la de un moderno hotel. Al pie del monumento, observo una procesion con antorchas que partia del Zigurat en direccion a la Puerta de Enlil. Encabezaba la marcha una especie de silla de manos transportada por cuatro hombres fornidos, con el torso descubierto. No pudo distinguir que, o quien, iba sobre la silla.

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