— No comprendo. Si se toman suficientes numeros aleatorios, ?no van a encontrar cualquier esquema periodico que deseen simplemente por casualidad?

— Si, claro, pero puede calcularse la probabilidad. Si hallamos un mensaje muy complejo al comienzo del estudio, sabemos que no puede ser por azar. Por eso las computadoras analizan este problema durante las primeras horas de la manana. Alli no entra ningun dato del mundo exterior y hasta ahora no ha salido dato alguno del mundo interior. Lo unico que hace es recorrer las cifras de pi, ver pasar los digitos. No da aviso a menos que encuentre algo.

— Yo no soy experto en matematicas. ?Podria darme algun ejemplo?

— Como no. — Busco infructuosamente un papel en los bolsillos de su mono. Se le ocurrio entonces pedirle el sobre que acababa de entregarle para escribir en el, pero le parecio muy arriesgado hacerlo tan abiertamente. Joss se dio cuenta de lo que pasaba y en el acto saco una libretita de espiral —. Gracias. Pi comienza con 3,1415926… Usted vera que las cifras varian en forma muy aleatoria. El uno aparece dos veces en las cuatro primeras cifras, pero despues de cierto tiempo se puede establecer un promedio. Cada cifra — O, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9 — aparece casi exactamente el diez por ciento de las veces una vez que se han acumulado suficientes digitos. Ocasionalmente saldran varias cifras iguales y consecutivas. Por ejemplo, 4444, pero no mas de lo que cabria esperar en terminos estadisticos. Supongamos que hacemos correr alegremente todas estas cifras y de pronto nos topamos solo con cuatros, cientos de cuatros en hilera. Esa particularidad no puede acarrear, en si, informacion alguna, pero tampoco puede ser una casualidad estadistica. Se podrian calcular las cifras de pi por toda la edad del universo, y si los digitos son aleatorios, jamas encontrariamos una serie de cien cuatros consecutivos.

— Esto me recuerda la busqueda que hicieron ustedes del Mensaje con los radiotelescopios.

— Si, lo que pretendiamos hallar era una senal que se distinguiera del ruido, que no pudiese ser una casualidad de la estadistica.

— Sin embargo, no tienen por que ser cien cuatros, ?verdad? ?Podria ser algo que nos hable?

— En efecto. Supongase que, al cabo de un tiempo, obtengamos una larga secuencia solo de ceros y unos. En tal caso, y como lo hicimos con el Mensaje, podriamos transformarlo en un dibujo, si lo hay. Es decir, puede ser cualquier cosa.

— ?Dice usted que podrian decodificar una figura oculta en pi y que resultara ser una marana de letras hebreas?

— Por supuesto. Letras grandes y negras, grabadas en piedra. La miro con aire extrano.

— Perdoneme, Eleanor, pero ?no le parece que esta obrando de una forma quiza demasiado indirecta? Usted no pertenece a una orden de monjas budistas. ?Por que no da a conocer su historia?

— Palmer, si tuviera pruebas concretas, las daria a luz, pero como no las tengo, la gente como Kitz va a acusarme de mentirosa o de loca. Por eso le entregue a usted el manuscrito que guarda en su bolsillo. Quiero que lo haga registrar ante notario, que se selle y lo guarde en una caja de seguridad. Si llega a pasarme algo, puede publicarlo. Le autorizo para que haga lo que quiera con el.

— ?Y si no le pasa nada?

— ?Si no me sucede nada? Cuando encontremos lo que estamos buscando, ese manuscrito corroborara mi teoria. Si hallamos pruebas de que existe un doble agujero negro en el Centro Galactico, o una inmensa construccion artificial en Cygnus A, o un mensaje oculto en pi, esto — le dio una palmadita en el pecho — me servira de demostracion. Entonces hare oir mi voz. Entretanto… no lo pierda.

— Sigo sin entender — confeso Joss —. Sabemos que el universo se rige por un orden matematico, la ley de la gravedad y todo eso. ?Que diferencia tiene esto? ?De que nos serviria saber que existe un orden en las cifras de pi?

— ?No se da cuenta? Esto seria distinto. No se trata solo de comenzar el universo con algunas leyes matematicas precisas que determinan la fisica y la quimica. Esto es un mensaje. Quienquiera que haya creado el universo, oculto mensajes en numeros irracionales para que se descifren quince mil millones de anos despues, cuando por fin haya evolucionado la vida inteligente. La otra vez que nos reunimos critique a Rankin y usted por no comprenderlo. ?Recuerda que les pregunte que, si Dios quisiera hacernos conocer su existencia, por que entonces no nos enviaba un mensaje concreto?

— Me acuerdo muy bien. Usted piensa que Dios es un matematico.

— Algo por el estilo. Si lo que nos cuentan es verdad; si esto no es una quimera; si hay un mensaje escondido en pi y no uno de los otros infinitos numeros irracionales.

— Usted pretende hallar la revelacion divina en la aritmetica, pero yo conozco un metodo mejor.

— Palmer, esta es la unica manera, el unico modo de convencer a un esceptico.

Imaginese que encontramos algo, y no tiene por que ser algo tremendamente complicado; por ejemplo un periodo de cifras dentro de pi. No necesitamos mas que eso. Los matematicos del mundo entero podrian encontrar el mismo esquema, o mensaje, o lo que fuere. Entonces no habria divisiones sectarias. Todos comenzarian a leer las mismas Escrituras. Nadie podria afirmar que el milagro fundamental de una religion fue un sortilegio magico, o que con posterioridad los estudiosos falsearon la historia, o que solo se trata de una ilusion o de un padre sustituto para cuando alcanzamos la madurez.

Todos podrian ser creyentes.

— Usted no sabe con certeza si va a hallar algo. Puede quedarse recluida aqui y seguir trabajando eternamente con sus computadoras. O bien, tiene la posibilidad de salir al mundo y plantear su teoria. Tarde o temprano tendra que optar.

— Espero no tener que llegar a tomar esa decision, Palmer. Primero quiero la prueba fisica; despues vendra el anuncio publico. De lo contrario… ?Acaso no ve lo vulnerable que seria nuestra posicion?

Joss meneo la cabeza en forma casi imperceptible. Una breve sonrisa se insinuaba en la comisura de sus labios.

— ?Por que tiene tanto interes en que de a conocer mi historia?

Tal vez el lo tomo como una pregunta retorica porque no le respondio.

— ?No cree que se han invertido extranamente nuestros papeles? Ahora soy yo la poseedora de una profunda experiencia religiosa que no puedo demostrar, y usted el esceptico empedernido que procura — con mucho mas exito del que jamas tuve yo — ser condescendiente con los credulos.

— No, no, Eleanor. Yo no soy un esceptico, sino un creyente.

— ?Si? La historia que yo puedo contar no trata exactamente sobre el castigo y la recompensa. No menciono a Jesus en lo mas minimo. Una parte de mi mensaje es que el hombre no ocupa un lugar central en el proposito del Cosmos. La aventura que vivi nos vuelve a todos muy pequenos.

— Si, pero tambien engrandece a Dios.

Ella le lanzo una breve mirada antes de proseguir.

— Usted sabe que la Tierra gira alrededor del Sol; sin embargo, los poderes de este mundo — poderes religiosos, seculares — en una epoca sostenian que la Tierra no se movia. Ellos se dedicaban nada mas que a ser poderosos, o al menos creian serlo, y la verdad los hacia sentir muy pequenos. Como la verdad los atemorizaba y socavaba su poder, decidieron suprimirla: les resultaba peligrosa. ?Usted esta seguro de lo que implica creer en mis palabras?

— Yo he estado siempre en la busqueda, Eleanor, y despues de tantos anos, creame que se distinguir la verdad cuando la veo. Cualquier fe que admite la verdad, que se esfuerce por conocer a Dios, debe ser lo suficientemente valerosa como para dar cabida al universo, y me refiero al verdadero universo. Todos esos anos luz… todos esos mundos… Cuando pienso en la magnitud de su universo, en las oportunidades que le da al Creador, me lleno de asombro. Nunca me gusto la idea de que la Tierra fuera, para Dios, como una banqueta para apoyar los pies. Esa version es demasiado tranquilizadora, como un cuento infantil… como un sedante. Sin embargo, el universo suyo tiene espacio suficiente, y tiempo suficiente, para la clase de Dios en que yo creo.

«Estoy convencido de que usted no necesita mas pruebas, que le basta con las que ya tiene. Las teorias sobre Cygnus A y todo lo demas son para los cientificos. Usted supone que le costaria mucho persuadir al hombre comun de que no miente, pero yo opino que le seria muy facil. Usted piensa que su historia es demasiado extrana y peculiar; sin embargo, yo ya la he escuchado antes, la conozco perfectamente. Y apuesto que usted tambien.

Cerro los ojos y, al cabo de un instante, recito:

— «El sono y contemplo una escalera apoyada sobre la tierra, cuyo extremo llegaba al cielo: y contemplo a

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