Llame a Sydney desde un telefono publico. Parecia deprimido.

– Larry, querido, esto no va a ser facil. Lo he intentado una y otra vez todo el fin de semana y estoy empezando a desesperarme.

Eso no era muy propio de Sydney, pero sabia que era un trabajo dificil.

– No es facil hacer dos millones de dolares, Sydney -le dije-. ?Tienes algo que ensenarme esta noche?

– ?Ensenarte? -pregunto, elevando el tono de su voz hasta casi convertirlo en un grito-. ?Cientos y cientos de disenos y ya estoy cansado de tanto mirarlos!

– No te preocupes. Estare ahi como a las nueve y elegiremos… ?te parece?

– ?Pareces tan confiado! Si… hare que Claude prepare una buena cena… Ven mas temprano, a las ocho.

– Lo siento, pero tengo otro compromiso. Te vere a las nueve. -Y corte.

Queria que fuera bastante tarde cuando nos pusieramos a trabajar en el collar, era esencial para mi plan.

Claude, un homosexual gordo y gentil, habia trabajado con el chef del Maxim's de Paris. Cocinaba excelentemente y mantenia el lujoso hogar de Sydney inmaculado con la ayuda de dos mujeres de color que se encargaban del trabajo pesado. Aquella noche, al filo de las nueve, abrio la puerta y me recibio con una sonrisa. Yo era uno de sus raros favoritos.

– Buenas noches, senor Larry. Permitame decirle que me alegro de que este mejor. -Su satisfaccion era autentica-. Pase, por favor, el senor Sydney lo esta esperando. -Bajo el tono de voz y agrego-: La cena esta casi lista, asi que no se retrasen con los aperitivos.

Le dije que no se preocupara y me dirigi al inmenso salon donde halle a Sydney en su mesa de trabajo con un martini doble.

– ?Larry! ?Me alegro de verte!… ?Esto es el infierno! Ven y mira.

Me acerque al bar y me servi una generosa cantidad de martini; despues, me deje caer en uno de los enormes sofas.

– Ahora no, Sydney. Primero, comamos. Tenemos toda la noche por delante.

– La cabeza me da vueltas como un trompo. -Sydney cogio su bebida y se sento junto a mi-. Empiezo a preguntarme si esto resultara. ?Anoche no pude dormir! ?No podia dejar de pensar que le he dado a esa mujer tres cuartos de millon! ?No debo de estar en mis cabales! Comienzo a preguntarme si recuperare mi dinero alguna vez…

– Calmate, lo recuperaras y mucho mas tambien. No enloquezcas, Sydney. Lo resolveremos despues de la cena. -A pesar de que no lo note muy interesado, le conte lo sucedido en la tienda durante el dia, lo que habia vendido, quien lo habia comprado y toda la gente que habia preguntado por el.

Seguimos conversando y bebiendo hasta que Claude nos aviso de que la cena estaba lista. Fue una comida extraordinaria: huevos rellenos seguidos de noisette d'agneau Edouard VII, una de las grandes especialidades de Maxim's.

Despues de cenar, volvimos al salon. Oi a Claude retirarse y el click de la puerta. Me pregunte si habria corrido el pestillo.

– Voy un momento al bano -dije a Sydney-, y luego nos pondremos a trabajar.

Mientras Sydney se dirigia a su mesa de trabajo, fui al vestibulo y comprobe que la puerta no estaba trabada. Luego fui al bano, hice correr el agua y volvi al salon.

La siguiente media hora la dedicamos a hojear los disenos de Sydney. Para mi, todo aquello era una perdida de tiempo pues sabia que no habria collar alguno, pero tenia que representar mi papel. Entre todos los disenos, seleccione tres que se acercaban bastante a la idea.

– ?De veras lo dices, Larry? ?No lo haces por amabilidad? -Sydney me miro con ansiedad.

– ?Trabajas con el collar al lado?

– Eh… no. -Me miro sorprendido-. Lo tengo en la caja fuerte.

– ?Ahi esta! -exclame-. ?Por eso tienes tanto problema! Trae el collar y colocalo sobre la mesa. Te inspirara.

Me miro y su rostro se ilumino con una sonrisa de alegria.

– ?Nunca se me habia ocurrido! ?Que inteligente! ?Tienes razon!

Paso a descolgar el Picasso y abrir la caja. A pesar de que sabia que confiaba plenamente en mi, mantuvo su cuerpo entre la caja y yo para que no pudiera ver como la abria. Habia gastado mucho dinero en aquella caja y su clave era su exclusivo secreto.

Puso el collar sobre la mesa. Cambie de posicion la lampara para que la luz diera directamente sobre las piedras falsas. Parecian verdaderas.

Se sento y permanecio algunos minutos observando el collar, despues tomo el diseno mejor y lo estudio.

– Tienes razon, Larry, querido. Aqui me he equivocado de gradacion. ?Que estupido! Si, creo que puedo hacer algo mejor que esto. -Se puso a bosquejar mientras yo fumaba y lo observaba. En media hora, despues de tres intentos fallidos, produjo un diseno tan impresionante que pense que si no aplacaba un poco su entusiasmo no habria necesidad de una segunda reunion y tenia que haber una segunda reunion sin duda.

– ?Esto es! ?Lo siento! ?Miralo! -exclamo, entusiasmado.

Por supuesto que estaba en lo cierto.

– Es bueno -dije, con tono indiferente.

– ?Bueno! ?Pero no ves como puse la piedra mas grande! ?Por que no habia pensado en eso antes?

– Es excelente. -Despues, frunci el ceno.

– ?No crees que esta bien? -me pregunto, ansioso.

– Casi. Podria venderlo por un millon y medio, pero nosotros queremos dos millones.

– No pienso comprar mas piedras -declaro Sydney, con voz opulenta-, si eso es lo que estas pensando.

– No… no. Claro que no. La disposicion es perfecta. Pero no me convence el diseno. Tal vez sea demasiado clasico. No debemos apresurarnos en esto, Sydney. Dejame pensar. Vendre a verte el viernes por la noche. Para entonces, estoy seguro de que habremos hallado la solucion.

– ?El viernes por la noche? -Abrio su agenda y la consulto-. El viernes no. Tengo una cita para ir a cenar y no puedo cancelarla. El jueves esta bien.

– De acuerdo. -Me puse de pie. Estaba pensando que tendria todo el miercoles y el jueves hasta las diez de la noche para atar cualquier cabo suelto… Era mas que suficiente-. Estare aqui a las diez. Luego, el siguiente paso es Hong Kong.

– Ven mas temprano, Larry. Claude te preparara algo especial.

– Lo siento, pero no puedo venir mas temprano. Voy a cenar con los Johnson… ?Que Dios me ayude! Ella esta interesada en un broche de diamantes. Cuando sepa mas o menos lo que quiere, te pedire que hagas los disenos.

– Esa vieja asquerosa… -Sydney suspiro-. Siempre los viejos y gordos.

– Son los que tienen dinero.

Guarde el diseno en mi cartera.

– ?Como te sientes, Larry? Pareces demacrado -me comento Sydney mientras me acompanaba hasta la puerta.

– Muy bien. Estoy cansado. Cuando hayamos vendido este collar, creo que hare un crucero… Si no tienes inconveniente, claro.

– Si vendes este collar, querido, podras irte a la luna si quieres, que yo pagare los gastos.

Cuando cerro la puerta principal, me quede a escuchar si ponia o no la traba. No lo hizo.

Todo parecia estar a mi favor.

Regrese a mi apartamento a eso de las once y veinte. Me prepare un whisky con soda y me sente a esperar.

Suponiendo que Rhea y Fel participaran en el asunto, estaba seguro de que podrian entrar en el edificio y en el apartamento de Sydney sin problemas.

Recorde que Rhea tenia antecedentes. Debia usar guantes. Si dejaba una sola huella, todo mi plan se derrumbaria pues estaba convencido de que si los atrapaban me delatarian.

?Pero entraria la policia en todo aquello?

La posicion de Sydney no era muy solida. Si llamaba a la policia, Plessington se enteraria de que su esposa habia vendido el collar. Esto no le preocuparia mucho, pero si que se enterara su socio Tom Luce. Esto podria

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