causar un dano irreparable entre ellos, pues tanto Sydney como yo sabiamos que su conducta carecia de toda etica. Luce era duro y no perdonaria a Sydney facilmente y sabia que Sydney querria evitar eso a toda costa. Tom era mas importante para el que mis conocimientos.
?Pero estaria dispuesto Sydney a perder tres cuartos de millon sin hacer nada al respecto? A pesar de que sabia que era inmensamente rico, perder una suma asi era desgarrador. Despues de meditarlo, llegue a la conclusion de que no haria nada para no enfrentar la ira de Tom Luce y el dano que la senora P. podria ocasionar entre sus ricos clientes si decia que Sydney no era fiable. Si a el no se le ocurria, yo se lo senalaria.
Si no llamaba a la policia, yo estaria a salvo. Venderia el collar piedra por piedra, guardaria el dinero en Suiza, seguiria trabajando para Sydney tres o cuatro meses mas y luego alegaria mala salud y me despediria. Despues, me iria a Europa y me instalaria en algun lugar, tal vez en los Alpes suizos, con un millon de dolares.
Recorde a Rhea y a Fel. ?Como reaccionarian al enterarse de que habian robado cristal y no diamantes? Aquellos dos podian ser tan perversos y peligrosos como Spooky. Al estar comprometidos en el robo, no se preocuparian por delatarme sino que vendrian a buscarme.
Pense en eso. Despues recorde que Fel iba a golpearme con la pistola para evitar cualquier sospecha sobre mi. Sacaria ventaja de ello. Podria alegar que mis nervios habian quedado destrozados e intentar huir de inmediato. De esa forma, Rhea y Fel tardarian al menos diez dias en descubrir que habian robado una imitacion. Para entonces, yo estaria ya en Europa, bien lejos de sus vengativas manos. Entonces, le escribiria a Sydney despidiendome definitivamente.
Permaneci sentado meditando, con el vaso en la mano, cuando a las doce y tres minutos sono el telefono.
Mi pulso no era muy firme cuando levante el auricular.
– Habla Carr.
– Bungalow 35 -dijo Fel.
Contuve el aliento.
– ?Ella entra?
Fel rio.
– ?Que te parece?
– Manana, a las diez de la noche -dije, y corte.
El dia siguiente se hizo interminable. Por suerte, no tuvimos mucho trabajo en la tienda y pude dedicarme a pensar.
Terry habia estado observandome. Por fin, sintio curiosidad y se acerco a mi escritorio.
– ?Tienes algo en mente, Larry? -me pregunto, estudiandome con sus ojos malignos-. Estas muy pensativo.
– Me duele la cabeza -conteste, para dejar bien en claro que mi salud no se hallaba muy bien.
– Lo siento. -Lo sentia tanto como un hombre que se encuentra un billete de cien dolares en la calle-. Regresaste demasiado pronto. No entiendo por que Sydney te necesitaba tanto. A veces es tan desconsiderado… Yo era capaz de llevar tu trabajo y el mio. ?Por que no te vas a casa y tomas algo para la jaqueca? La senorita Barlow y yo nos arreglaremos.
Estaba a punto de mandarlo a la mierda cuando me di cuenta de que fingir que me encontraba mal podia favorecer mis planes.
– Creo que lo hare. -Me puse de pie-. Si crees que puedes arreglarte.
Por la expresion de sorpresa de sus ojos, comprendi que no esperaba aquella reaccion. Sin Sydney y ahora tambien sin mi iba a tener mucho trabajo.
Pero era un desafio que aceptaba con gusto. Mientras me dirigia al aparcamiento, me pregunte como le iria a Sydney con el diseno. Pense que tenia que avisarle de que me marchaba a casa. Le llame desde un telefono publico.
– Sydney, tengo una jaqueca terrible. Terry dice que puede arreglarse solo, asi que me voy a casa.
– ?Pobrecito! Ve tranquilo. Ire a la tienda enseguida… No puedo dejar a Terry a cargo de todo. Tengo cuatro disenos magnificos. ?Te encantaran! ?No quieres venir a verlos esta noche?
– Prefiero que no. Quiero descansar, si no te molesta.
– Si, hazlo.
No regrese a mi apartamento inmediatamente. Fui al banco y saque tres mil dolares en cheques de viaje. Despues, visite a mi agente de viajes y le pregunte por los vuelos a San Francisco. Habia uno que salia el viernes por la manana hacia las cinco. Le pregunte si era necesario hacer una reserva pero me dijo que a aquella hora no habia problemas.
Regrese a mi apartamento y me sente a planear el robo. Al mediodia, mande a buscar sandwiches y, para las tres, estaba satisfecho de haber resuelto todos los detalles.
Sydney me llamo a las cuatro para preguntarme como me encontraba. Le dije que se me habia pasado el dolor de cabeza pero que todavia me sentia un poco tembloroso.
Quiso saber si estaria bien el jueves por la noche y le asegure que al dia siguiente estaria en mi escritorio a la hora de siempre.
A las ocho, fui al restaurante de la esquina a comer algo y volvi a casa a ver la television hasta las diez menos cuarto. Saque el bolso con la peluca, las gafas de espejo y la chaqueta roja (sin el revolver de juguete), baje al garaje y me dirigi al motel Pyramid. Habia elegido aquel motel para los Morgan porque tenia cabanas independientes y era frecuentado por la gente joven que recorria Miami. Si Rhea y Fel se habian comprado la ropa adecuada, pasarian inadvertidos entre ellos.
Aparque el coche fuera del motel y entre andando. No me resulto dificil encontrar el bungalow 35. Cada cabana tenia un numero bien iluminado.
El aire de la noche estaba lleno de los sonidos procedentes de radios y televisores. Nadie me vio llamar a la puerta de la cabana 35, que se abrio inmediatamente, ya que Fel me aguardaba con impaciencia. Entre en el cuarto y Fel cerro la puerta.
Por un momento, no reconoci a Rhea cuando la vi de pie junto a la mesa, mirandome con sus ojos verdes y frios. Llevaba un traje pantalon rojo sangre con el cuello y los punos blancos. Tenia el cabello limpio y recogido en lo alto de la cabeza. Al verla, volvia a sentir la corriente de deseo en mi interior y supe que ella lo habia percibido por su burlona sonrisa. Mire a Fel. Hasta el tenia un aspecto presentable. Se habia cortado el pelo y vestia una chaqueta beige deportiva y un par de pantalones verde oscuro. Un sueter de cuello polo completaba el atuendo.
– Los dos estais bien -dije, apoyando el bolso sobre la mesa-. ?Teneis algo mas de ropa?
– Si. Pensamos que esta ropa seria muy facil de describir a la policia -dijo Fel, sonriendo-. Despues del trabajo nos haremos hippies.
«Bueno, por lo menos usan la cabeza», pense.
Fui a sentarme.
– Como estais aqui los dos, presumo que la operacion sigue adelante… ?no es asi?
– Estamos aqui para escucharte -repuso Rhea, con frialdad-. Describenos toda la operacion, luego decidiremos.
Esperaba que dijera eso y me encogi de hombros.
– El trabajo se hara manana por la noche.
– ?Manana por la noche? -repitio Fel, levantando la voz-. Es un poco apresurado, ?no te parece?
– ?Que importancia tiene si es manana o la semana que viene? Lo tengo todo organizado. Cuanto antes se haga, antes conseguiremos el dinero.
Fel miro a Rhea.
– Dejale hablar -dijo ella, sentandose lejos de mi y encendiendo un cigarrillo.
– Manana por la noche, exactamente a las diez y media, llegareis a Wellington Court, Roosevelt Boulevard. - Saque una hoja de papel doblada de mi cartera y la puse sobre la mesa-. Lo he escrito todo aqui, con las indicaciones para llegar. Manana por la manana, id a reconocer el lugar: pasad por alli para estar seguros de encontrarlo por la noche. A esa hora de la noche habra varios sitios para aparcar alli. Dejad el coche y andad con indiferencia hasta la puerta de entrada. La encontrareis abierta. Subid rapidamente por la escalera. No utiliceis el ascensor. El sereno estara en la porteria viendo la television y el ascensor puede originar interferencias en la