– La clave, si -replico Maurizio-. Solo la sabe la familia. Y los que se colaron en la casa.
– Ademas de los que se llevaron a Roberto -agrego Brunetti en tono coloquial.
Maurizio no tuvo tiempo de disimular su asombro.
– ?Que? -inquirio.
– Creo que ya me ha oido,
– No se que quiere decir -dijo Lorenzoni.
– La piedra -explico Brunetti.
– No se de que habla.
– La piedra que bloqueaba la verja. Pesaba mas de diez kilos.
– Sigo sin entenderle.
En lugar de explicarselo, Brunetti pregunto con naturalidad:
– ?Tiene permiso para portar revolver,
– Claro que no -dijo el joven sin tratar de disimular su creciente indignacion-. Pero tengo licencia de caza.
Brunetti comprendio que eso explicaba la rociada de piedras que habia saltado a los pies de Vianello.
– ?Asi que utilizo una escopeta de caza? Para disparar a personas.
– Han sido disparos de advertencia -puntualizo Maurizio-. Nadie esta herido. Ademas, todo el mundo tiene derecho a defender su propiedad.
– ?Es propiedad suya la villa? -pregunto Brunetti con atona cortesia.
Observo como Lorenzoni se tragaba una respuesta aspera. Cuando al fin hablo fue solo para decir:
– Es propiedad de mi tio. Usted lo sabe.
A su espalda, en la verja, se oyo el ronquido de un motor al arrancar y el sonido de un vehiculo que se alejaba: el
La pausa dio tiempo a Lorenzoni para recuperar el aplomo.
– ?Como han entrado? -pregunto a Brunetti.
– Con la clave. Estaba en el informe del secuestro de su primo.
– No tienen derecho a entrar aqui sin una orden judicial.
– Ese tramite suele aplicarse unicamente cuando la policia persigue a un sospechoso con metodos ilegales,
– No creo que eso sea asunto suyo -replico Lorenzoni.
– No me gusta que me disparen,
– Yo no le he disparado, ya le he dicho que eran disparos de advertencia.
Durante la conversacion, Brunetti habia estado pensando cual seria la inevitable reaccion de Patta si se enteraba de que su comisario habia sido sorprendido entrando ilegalmente en la propiedad de un empresario rico e influyente.
– Quiza la razon no este de parte de ninguno de los dos,
Era evidente que Lorenzoni no sabia si tomar estas palabras como una disculpa. Brunetti miro a Vianello.
– ?Que dice usted, sargento? ?Se le ha pasado el susto?
Pero entonces, adelantandose a la respuesta del sargento, Lorenzoni dio un paso adelante y puso la mano en el antebrazo de Brunetti. Su sonrisa le hacia parecer mucho mas joven.
– Lo siento, comisario. Estaba solo en la casa y cuando se ha abierto la verja me he asustado.
– ?No ha pensado que podia ser alguien de la familia?
– Mi tio, no, porque me habia llamado desde Venecia hacia veinte minutos. Y es el unico que conoce la clave. -Dejo caer la mano, retrocedio un paso y dijo-: Y tenia muy presente lo que le ocurrio a Roberto. Pense que habian vuelto y que esta vez venian a por mi.
El miedo tiene su logica, esto lo sabia Brunetti, por lo que era posible que el joven dijera la verdad.
– Sentimos haberle asustado,
– ?Por que? -pregunto Lorenzoni.
– Para ver si algo se les habia pasado por alto.
– ?Por ejemplo?
– Por ejemplo, el hecho de que ha habido tres robos en la casa. -Como Lorenzoni no hacia ningun comentario, Brunetti pregunto-: ?Cuando ocurrieron, antes o despues del secuestro?
– Uno fue antes. Los otros dos, despues. Del ultimo hace solo dos meses.
– ?Que robaron?
– La primera vez, solo cubiertos de plata del comedor. Uno de los jardineros vio una luz y entro a ver que pasaba. Saltaron la tapia.
– ?Y las otras dos veces? -pregunto Brunetti.
– La segunda fue durante el secuestro. Es decir, despues de que desapareciera Roberto, pero antes de que dejaran de llegar las peticiones de rescate. Nosotros estabamos todos en Venecia. Los ladrones debieron de entrar saltando la tapia y esta vez se llevaron varios cuadros. Hay una caja fuerte en el suelo de uno de los dormitorios, pero no la encontraron. Por eso dudo de que fueran profesionales. Probablemente, drogadictos.
– ?Y la tercera vez?
– Ocurrio hace dos meses. Estabamos aqui todos, mis tios y yo. Me desperte en plena noche, no se por que, quiza habia oido algo. Sali a la escalera y oi moverse a alguien en la planta baja. Baje al estudio de mi tio y saque la escopeta.
– ?La misma que ha usado hoy? -pregunto Brunetti.
– Si. No estaba cargada, pero entonces yo no lo sabia. -Lorenzoni sonrio un poco cohibido al confesarlo y prosiguio-: Fui a lo alto de la escalera, encendi las luces de la planta baja y les grite. Luego baje la escalera apuntando con la escopeta.
– Fue usted muy valiente -dijo Brunetti con sinceridad.
– Crei que la escopeta estaba cargada.
– ?Que paso?
– Nada. Cuando llegue a la mitad de la escalera, oi un portazo y luego ruidos en el jardin.
– ?Que clase de ruidos?
Lorenzoni fue a contestar, se contuvo un momento y dijo:
– No se. Estaba tan asustado que no tenia ni idea de lo que oi. -Como ni Brunetti ni Vianello denotaran sorpresa, agrego-: Tuve que sentarme en la escalera, de lo asustado que estaba.
La sonrisa de Brunetti era comprensiva.
– Menos mal que no sabia que la escopeta no estaba cargada.
Lorenzoni parecia no saber como interpretar estas palabras hasta que Brunetti le puso una mano en el hombro y dijo:
– No son muchos los que hubieran tenido el valor de bajar por esa escalera, puede creerme.
– Mis tios han sido muy buenos conmigo -dijo Lorenzoni a modo de explicacion.
– ?Llego a saberse quien habia sido? -pregunto Brunetti.
Lorenzoni movio la cabeza negativamente.
– No. Vinieron los
Brunetti, que pensaba que si lo habia querido decir, desestimo la observacion con un ademan y pregunto:
– ?Que le ha hecho pensar que nosotros podiamos ser los secuestradores que volvian?
Mientras hablaban, Lorenzoni los llevaba lentamente hacia la casa. Cuando doblaron el ultimo recodo de la