– Pero ?quien ha pintado a esa oveja? -quiso saber Theo.

– Algun estupido -contesto Hannes-. Alguien a quien le gusta tomarle el pelo a la gente. Tal vez sea ese chiflado del que tanto hablan en el periodico.

– ?Esta aqui en el bosque ahora? -pregunto Theo mirando a su alrededor.

– Que va -contesto Hannes-. Puedes estar seguro. Noruega es un pais muy pacifico. No tenemos de que preocuparnos. No tenemos guerra ni pobreza. Y el lugar mas seguro de todos, Theo, es el bosque.

En ese momento el periodista aparecio en la curva. El padre dejo a Theo llevar la conversacion. Al final lo colocaron junto a un abeto con los prismaticos Zeiss alrededor del cuello, y fue fotografiado desde todos los angulos. Mas tarde, por la noche, estaba sentado con mama Wilma en el sofa narrando los sucesos del dia.

* * *

Sverre Skarning era un hombre de corta estatura, con botas de goma en los pies y una pipa curvada en la boca. Que la autoridad se tomara la molestia de pasar por su casa debido a una oveja color naranja le resulto sumamente divertido. Como tantos agricultores, parecia fuerte y sano, con mejillas sonrosadas y un pantalon de pano con tirantes.

Sejer explico que se encontraban en las proximidades y que por eso habian ido a verlo. Por si tuviera alguna relacion con esos extranos sucesos de los ultimos tiempos.

– Bueno, bueno. -Skarning se rio entre dientes-. Al menos no han estropeado la carne. Eso ya es bastante.

– ?Como esta la oveja? -pregunto Sejer risueno.

Skarning puso un gesto de desesperacion.

– La he metido en el establo. Le lloran algo los ojos, porque esos tipos han usado unos malditos productos quimicos, supongo que saben de que se trata. He guardado la lana. La tengo en el granero en un saco de plastico. Pueden enviarla a analizar -anadio.

Empezo a cruzar el espacio entre la vivienda y los establos. Como le sobraban algunos kilos, andaba de una manera pesada y oscilante, como un ganso.

– Pero lo de la oveja no fue lo peor -prosiguio-. Ese estupido se dejo abiertas todas las barreras tras el. Mis ovejas andaban extraviadas por todas partes. Tuve que sacar el remolque y recogerlas. Me ayudo un vecino. Es muy peligroso cuando la carretera se llena de ovejas, pues los conductores corren el riesgo de salirse. Ese bobo no usa la cabeza.

Se acerco lentamente al establo. A lo largo de las paredes habia maquinaria, y junto a la casa un Chevrolet azul. Entraron en el establo, agachandose y parpadeando con la debil luz. Ya dentro les sobrevino el olor, un olor a animal, excremento y pienso. La oveja se encontraba en un redil en la parte de mas al fondo, y estaba completamente rapada. Pero el rabo seguia siendo de color naranja, y tambien las orejas. Skarre se echo a reir.

– Ni siquiera el lobo va a querer a esta oveja -opino Skarning-. Si hubiera lobos por aqui. La pobre no esta muy hermosa. Parece un animalillo de esos de punto que hacen las senoras de la Asociacion de la Salud.

La oveja se puso nerviosa con tantas carcajadas retumbando en el establo. Skarning se metio en el redil. Tiro de las orejas del animal y luego se estudio los dedos.

– Este color solo desaparecera con el tiempo -explico-. Han utilizado una cosa muy asquerosa. Algun veneno en spray.

Miro hacia Sejer y Skarre, que estaban apoyados en la puerta del redil.

– Me lo tomare con filosofia -dijo-. Peores cosas pueden pasarnos a los seres humanos. Pero por ahi anda suelto un bromista, de eso no cabe duda.

Dio un golpecito al trasero de la oveja. Salio del redil y cerro la puerta.

El sol les cego la vista cuando salieron del establo.

– Deberiamos tomarnos un cafe -dijo Skarning-. ?Tienen tiempo? Llamare a mi mujer. No protesten. Las autoridades policiales no vienen a visitarme todos los dias.

Se fue de nuevo hacia la casa, con las maneras prudentes de los campesinos, un poco inclinado hacia delante y con los brazos a la espalda. Sus grandes manos parecian duros tuberculos. Habia perdido casi todo el cabello de la parte de arriba del craneo, donde habia una mancha reluciente quemada por el sol. Dejo las botas de goma en la escalera y condujo a los policias a una impresionante cocina. Por todas partes habia relucientes ollas de cobre, muebles rusticos decorados con la pintura tradicional, y alfombras antiguas tejidas a mano en alegres colores. En un rincon habia un gato dormido, gordo y rayado, como una caballa.

– Sientense -les pidio Skarning.

Entonces una chica entro en la cocina, descalza y sin hacer ruido. O acaso fuera una mujer, resultaba dificil adivinar su edad, porque un panuelo le cubria la cabeza y era menuda y con las mejillas muy lisas. Llevaba un fino vestido de verano, y tenia la mano derecha vendada. Al ver a los hombres se detuvo, saludo con la cabeza y murmuro su nombre, algo exotico que ellos no captaron.

– ?Cafe? -pregunto Skarning, esperanzado.

La menuda criatura fue hacia la encimera. Debajo de la ventana habia una gran maquina de cafe expreso de diseno moderno que en esa rustica cocina resultaba tan exotica como la chica. Tenia el pelo cubierto por el panuelo, pero sus ojos eran negros y las cejas finas y delgadas. Manejo la maquina con manos experimentadas, su mano vendada no estaba del todo inmovilizada. Skarning cogio la pipa del cenicero y volvio a encenderla. Pequenas nubes de un humo blanco y dulzon salian de su boca.

– Me he buscado una pequena campesina con panuelo -dijo, riendose entre dientes-. No esta mal, ?a que no? Maneja estupendamente esa maquina. De ese cacharro sale un cafe que no tiene igual. Nada que ver con esa porqueria que hacen en los cafes de la ciudad.

Hizo un gesto con la cabeza senalando hacia la Amabilidad, que estaba junto a la encimera.

– Pero a veces tengo que ponerla en su sitio. Cuando se vuelve demasiado exigente. Entonces le meto la mano en el hierro de hacer gofres -explico-. Y mantengo la tapadera baja mientras cuento lentamente hasta diez. Entonces ella vuelve a su sitio.

El hombre soplo varias nubes de humo blanco y las siguio hasta el techo con la mirada, donde se convertian en hilos que se retorcian en torno a una impresionante arana de hierro forjado.

Sejer se quedo mirando fijamente la mano vendada.

La Amabilidad echo agua en la maquina.

Su espalda era estrecha como la de una nina.

– Y no aprendera nunca el noruego -prosiguio Skarning-, pero eso no importa. No la quiero para que ande por la casa expresando a todas horas sus opiniones sobre esto y aquello. Bueno, puede opinar sobre algunas cosas, tan mezquino no soy. Pero no tengo por que estar escuchandola constantemente.

Volvio a chupar la pipa. Pof, pof.

– Tiene que limpiar -dijo-.Y hacerme cafes.

La Amabilidad dejo todo lo que tenia en las manos. Se volvio y los miro con sus ojos negros y almendrados. Luego atraveso la cocina, se coloco tras su marido, y se agacho a besarle la reluciente y quemada calva.

– No asustes a nuestros invitados -dijo ella-. Son de ciudad. No saben como son los campesinos. A lo mejor creen que estas hablando en serio. Mi viejo campesino.

Le dio otro beso. Luego se rio de buena gana, mientras agitaba la mano vendada.

– Fui al centro comercial a devolver un video -explico-. Pero la tienda estaba cerrada y tuve que meter la pelicula por una rendija de la puerta. Despues no podia sacar la mano. ?Toman azucar?

Sejer y Skarre asintieron a la vez.

Ella cerro el puno y dio un suave empujon a su marido.

– No bales tanto -le dijo-. Pasas demasiado tiempo con las ovejas. Pronto te saldra lana a ti tambien.

Skarning dirigio una ancha y enamorada sonrisa a su mujer.

– Vengan a sentarse -les dijo-. Traete unas cucharillas, y podremos remover todos un poco. Ay, deberiamos haber tenido una copita de aguardiente -anadio-, pero supongo que estan ustedes de servicio. Ja, ja, los de la policia siempre estan de servicio.

La Amabilidad se sento junto a la mesa. La porcelana tintineaba cuando todos se pusieron a remover el cafe.

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