Theo leyo los consejos en voz alta y tono solemne. Padre e hijo se miraron y mostraron su acuerdo con un gesto de la cabeza antes de seguir andando. Al cabo de un rato pasaron por delante de la fuente de San Olav, y los dos bebieron un poco de agua fresca. Luego anduvieron cuarenta minutos hasta llegar al lago Snelle. Alli se sentaron en una piedra y contemplaron el lago. Hannes rodeo la espalda de Theo con un brazo.
– Tu y yo tenemos suerte -dijo.
Theo estaba de acuerdo. Sintio la fuerza del cuerpo de su padre y escucho el susurro del gran bosque y de toda esa vida que los rodeaba.
– He traido algo de beber -dijo Hannes-. Mira.
Rebusco en la pequena mochila.
– Puedes elegir entre Fanta y Sprite.
Theo eligio Fanta. Se llevo la botella a la boca y bebio. Las burbujas hicieron saltar las lagrimas de sus infantiles ojos azules.
Hannes volvio a meter la mano en la mochila. Esta vez saco unos prismaticos. Se los puso delante de los ojos y miro por ellos bastante rato, moviendolos de un sitio para otro lentamente; primero contemplando el lago, luego las colinas al fondo.
– ?Ves algo? -pregunto Theo.
– Ovejas -informo Hannes-. Arriba en las laderas. ?Quieres mirar?
Paso los prismaticos a Theo, que intento encontrar las ovejas, pero tardo lo suyo. La imagen se mecia tanto ante sus ojos que se mareaba. Primero solo veia matorrales y una valla de piedra que no paraba de moverse, porque era incapaz de dejar quietos los prismaticos. De repente las encontro, como si se le hubiesen caido encima.
– ?Tienes una imagen nitida? -pregunto Hannes-. ?Las ves bien?
Theo asintio.
– Estan comiendo -dijo.
– Si -dijo Hannes-. Se pasan el dia comiendo. Igual que las vacas. Vaya vida, ?eh?
Theo se cansaba de tener los brazos levantados con los prismaticos, pero no queria soltarlos. Tampoco queria volver a casa. Queria estar sentado en ese lugar al lado de su padre para siempre, sobre esa piedra calida junto al lago Snelle, con los prismaticos delante de los ojos.
– Mama ya habra fregado los platos -dijo Hannes.
– Y luego se habra tumbado en el balancin -dijo Theo.
– Roncando tanto que los pajaritos habran huido aterrados -dijo Hannes.
Los dos se rieron un buen rato de Wilma, a la que adoraban. Theo volvio a levantar los prismaticos. Las ovejas estaban posadas como bolitas blancas en la ladera verde. Tambien diviso un viejo granero abandonado, y en la parte derecha de su campo de vision se veian unas vacas.
– Hay algo raro en una de las ovejas -dijo.
Hannes esperaba una explicacion mas detallada.
– Es diferente -anadio Theo.
– ?Es negra? -pregunto Hannes.
Theo nego con la cabeza.
– No, mas bien de color naranja.
– No digas tonterias. ?Como va a ser de color naranja? Ves demasiadas peliculas.
Hannes se apodero de los prismaticos. Por los lentes vio una oveja color naranja entre todas las blancas. Se movia normalmente, al parecer ignorante de su chillona singularidad. Lo que estaba viendo era tan poco habitual que se quedo mirando boquiabierto.
– No me lo puedo creer -dijo-. ?Que demonios le han hecho a esa oveja? Parece una naranja con cuatro patas.
Hannes solto una carcajada que retumbo en el lago Snelle. Estuvieron un buen rato contemplando la oveja naranja, intercambiandose todo el rato los prismaticos, y, cada vez que le tocaba a Theo, se ponia muy nervioso con lo que veia. De repente se incorporo y se puso a correr de un lado para otro agitando los brazos. A Hannes le preocupaban los prismaticos, que eran de la gama mas cara de la marca Carl Zeiss. No le gustaria que se cayeran a la roca.
– Sientate -le ordeno a su hijo-. Tenemos que cuidar de nuestro equipamiento.
Theo se sento obedientemente y devolvio los prismaticos a su padre.
– Alguien se ha despachado a gusto ?Que puede ser si no?
Miro otra vez a la oveja, no podia dejar de mirarla. Levanto los prismaticos y los volvio a bajar, mientras sacudia su pesada cabeza holandesa.
– ?No es ese el color que usa la Direccion General de Carreteras? -pregunto-. Cuando senalan y realizan mediciones en la calzada. Un color de esos que brillan en la oscuridad.
– Las otras ovejas no hacen nada -comento Theo-. Siguen comiendo como si nada.
– Eso es porque las ovejas son unos animales bastante tontos -explico Hannes-. Tienen el cerebro del tamano de una gominola.
Se levanto para ver mejor, y lo mismo hizo Theo. Los dos siguieron con la mirada a la extrana oveja. Luego Hannes saco el telefono movil. Queria llamar al periodico local para informar sobre ese inusual descubrimiento. Mientras su padre llamaba, Theo se llevo la botella de refresco a la boca y bebio. Se sentia muy excitado.
– Me llamo Bosch -dijo su padre-. Hannes Bosch. Mi hijo y yo estamos junto al lago Snelle y nos hemos topado con algo increiblemente extrano. Envien ustedes un periodista. Con camara.
Escucho un buen rato, luego hizo varios gestos con la cabeza, mientras le guinaba un ojo a Theo.
– Realmente muy divertido -dijo-. No lo creeran hasta que no lo vean.
Theo volvio a dar un trago del dulce refresco. Cogio su baston, se sento y lo agito mientras su padre hablaba con el periodista.
– A lo mejor deberian ponerse en contacto con el dueno de las ovejas y decirle que vaya a por una maquina de esquilar -dijo Hannes-. Habra que rasurarla hasta la medula. Pero antes tomen la foto, por Dios. Je, je. No, no se quien es el dueno de este rebano, pero las ovejas estan, como le he dicho, en las laderas de encima del lago Snelle. Unas cincuenta o asi. Puede que sean de Sverre Skarning. Podrian empezar por el. Por mis prismaticos puedo ver que una de las ovejas lleva un distintivo amarillo y otro azul, si eso ayuda en algo. O si el pregunta, amarillo y azul.
Theo volvio a meter la botella vacia de refresco en la mochila.
– Podemos quedar con ustedes abajo en Skillet -dijo Hannes-, donde el cartel. Estaremos alli en cuarenta minutos. ?Puedo prometerle a mi hijo que su foto va a salir en el periodico? Estupendo, se va a poner muy contento. Le facilito un titular provisional -anadio riendose-. «?Susto ovejuno en el lago Snelle!»
Se metio el movil en el bolsillo.
Empezaron el camino de vuelta. Theo saltaba, bailaba y agitaba su baston de caminante.
– Mama no se lo va a creer -dijo.
– Lo mismo podriamos decirle que hemos visto un tigre bengali -opino Hannes.
Clavo el baston con tanta fuerza en la tierra que se levanto la arena.
Theo miro entre los troncos, dentro del tupido follaje. Le parecia oir crujidos y susurros por todas partes.
– ?Hay osos en este bosque, papa?
Hannes le sacudio el pelo.
– No hay osos tan al sur -contesto riendose-. Solo ovejas de color naranja.
Llegaron a Skillet, donde se pusieron a esperar. Theo se sento en la hierba, Hannes daba vueltas por el camino forestal, como un guarda.
– Vas a salir en el periodico, Theo. Sera algo grande. Mama se desmayara.
Theo asintio. Pidio a su padre que le sacara a Optimus Prime de la mochila para poder jugar con el mientras esperaban al hombre del periodico, y Hannes le alcanzo el robot. Luego extendio los brazos como alas y se puso a correr dando vueltas por el camino forestal con una enorme energia.
– ?Que estas haciendo? -grito Theo tras el.
– ?Soy el holandes errante! -grito Hannes-. ?Un proscrito sin parientes!
Luego se preparo para el aterrizaje, colocandose delante de su hijo.