– ?La tension baja? -resoplo Ingrid.
– Siempre he tenido la tension baja -dijo-. Y cuando llevo mucho tiempo sentado en el coche y me levanto demasiado de repente…
– ?Mucho tiempo sentado en el coche? ?No vienes de la comisaria? Es un trayecto de tres minutos.
– Solo me he sentido un poco mareado -murmuro el-. A cualquiera puede pasarle, ?no?
– ?Has ido al medico? -pregunto ella.
– No puedo molestar al medico solo porque me maree un poco de vez en cuando.
– Si puedes -contesto Ingrid-. ?Acaso te da miedo el medico? -le pregunto desafiante.
– Es mucho lio, Ingrid -dijo Sejer-. Pruebas y todo eso. Tener que pasarse horas sentado en la sala de espera, quiero decir. No tengo tiempo para eso.
Ingrid se resigno. Se sentia un poco perdida. Su padre era sabio, calido y generoso, pero tambien era inaccesible cuando se trataba de el mismo.
– Eres timido -afirmo Ingrid-. No te gusta la idea de tener que desnudarte delante de una persona desconocida. Estar sentado en una camilla. Contestar a preguntas sobre como vives.
– Vivo bien -dijo el.
– Ya lo se. No tienes por que avergonzarte, porque en el fondo eres un tio magnifico. Pero no es normal que pierdas el equilibrio cada vez que te levantas.
– No me ocurre siempre, Ingrid, solo de vez en cuando.
Ella se inclino hacia el y le pellizco la nariz.
– Y si te invito a cenar… -le dijo-. Si te pregunto si quieres quedarte, me diras que no. Porque tienes que ir a casa a sacar a Frank.
– Lleva solo desde las siete de la manana -contesto Sejer.
Se levanto y empujo la silla hacia atras.
– Cuando eras pequena -recordo Sejer- hacias el puente para conseguir lo que deseabas.
– Y siempre me funcionaba -sonrio ella.
Se oyo la puerta. Matteus entro.
Sejer se fijo en que cojeaba.
Ingrid no menciono la hamburguesa con queso.
Johnny Beskow no tenia muchas posesiones.
Su madre nunca habia compartido nada con el, nunca le habia regalado nada. Johnny poseia una Suzuki Estilete, un casco, un par de estupendos guantes de moto adornados con calaveras rojas, dos pares de vaqueros, unas camisetas descoloridas, un sueter con capucha y un par de botines que utilizaba durante todo el ano.
Se paro en la puerta abierta de su habitacion y se dio cuenta de que faltaba algo esencial.
Bleeding Heart habia desaparecido.
Se quedo perplejo al ver la jaula abierta. Se acerco a mirarla mas de cerca, metio la mano por la puerta abierta y levanto el pequeno laberinto de plastico, pero no habia ninguna cobaya. Se puso a gatear buscando debajo de la cama. Miro detras de la cortina, debajo del pequeno escritorio, detras de los cojines y en la papelera del rincon. Bleeding Heart habia desaparecido. El descubrimiento le entumecio. Dio la vuelta y fue sigilosamente al salon. Su madre estaba sentada en un sillon, con un monton de facturas entre las manos. Alzo la vista.
– ??Que has hecho con el?! -grito Johnny-. ?Dimelo!
Su madre lo miro con indiferencia. Luego puso el dedo indice en el monton de papeles amarillos con gesto cansado.
– Pronto nos cortaran la luz -murmuro.
– ?Donde esta Bleeding Heart? -grito Johnny.
Ella alzo los ojos al cielo.
– ?Te refieres a esa ratita? -pregunto-. Andaba por aqui dentro. No puedo tener ratas sueltas corriendo por casa. Estaba comiendose los cables, lo que puede provocar un cortocircuito y que la casa entera se nos queme. Estarias encantado, estoy segura.
A Johnny empezo a temblarle todo el cuerpo. Tras anos de malos tratos y desatencion se habia hecho bastante resistente, pero esta vez se sentia desbordado.
– ?No estaba suelta! -grito-. No puede salirse sola de la jaula, porque hay un cierre en la puerta. La has sacado de la jaula, eso es lo que has hecho. La has sacado. ?Dime ahora mismo donde esta!
La madre recogio las facturas, se levanto y las metio en un cajon. Miro a su hijo por encima del hombro.
– Pues si, Johnny, ?que quieres que hagamos con una rata muerta?
El chico supo enseguida lo que ella habia hecho. Estaba a un par de metros de su madre con los punos cerrados, y se dio cuenta de que ella habia matado a lo que el mas queria en la vida. De la manera que fuera. Y se lleno de maldad. Se volvio tan malvado que sus pensamientos se fueron a lugares terribles. Te clavare la navaja suiza en la medula, penso. Y te quedaras paralitica de ambas piernas. Tendras que arrastrarte sobre los codos mientras yo estoy sentado en una silla explicandote como vas a morir. Se pregunto por el punto exacto de la espalda donde deberia clavar el cuchillo, con el fin de dar en el nervio deseado.
– La meti en un carton vacio de leche -dijo ella de repente.
El respiro hondo. Dio unos pasos hacia ella, abriendo y cerrando los punos.
– ?Y donde esta el carton de leche? -pregunto-. ?En la basura? ?Estas diciendo que Bleeding Heart esta en la basura?
– Si -admitio su madre-. En el cubo de basura organica. No quiero tener ratas por aqui -repitio-. Huelen mal. ?Esa jaula huele a orin, Johnny!
Johnny Beskow salio lentamente de la casa y fue hasta la verja, donde estaba el contenedor de basura. Lo abrio y miro dentro. Descubrio enseguida el carton de leche. Ella lo habia doblado, y a Johnny le temblaban las manos al abrirlo. Bleeding Heart se habia enrollado como una pelota, y estaba empapada. Su madre la habia ahogado. Tal vez en el lavabo del bano.
Permanecio un largo rato con la pelota mojada en la mano. Soy capaz de soportar casi todo, penso. Ano tras ano he apretado los dientes. Pero llegara el dia en que me levante y me vengue de una manera terrible. Ella no lo sabe, pero ese dia esta peligrosamente cerca. Todo lo que necesito es una buena ocasion. No me importan las consecuencias. La vida no es gran cosa, y tampoco la muerte. La gente podra decir y pensar lo que quiera el dia que me vengue, no me importa nada lo que opinen de mi. Por eso soy superior.
Recapacito y se dirigio a la parte de atras de la casa. Alli encontro una vieja pala oxidada. Dejo la cobaya en la hierba y se puso a cavar. Trabajo con mucha concentracion y cavo un enorme agujero, metio dentro al animalito y volvio a llenarlo de tierra. Luego busco una piedra y la coloco encima. Como una pesada tapadera. Espero que lo haya hecho lo suficientemente profundo, penso, para que el tejon no pueda alcanzarte. Se enderezo y se seco el sudor de la frente. Estaba herido de muerte, pero no tenia intencion de quedarse en el suelo. Se acerco a la Suzuki, se puso el casco y salio a la carretera.
Veinte minutos mas tarde aparco delante del centro comercial de Kirkeby, en una de las plazas reservadas para minusvalidos, porque le producia siempre un gran placer infringir las reglas. Pues cuando Johnny tenia ocasion de infringir una regla, la infringia, y en ese momento lo unico que deseaba era ser insoportable, despues de todo lo que habia pasado. Subio por la escalera mecanica hasta la primera planta y se metio en la tienda de animales. Una chica lo seguia con la mirada. Estaba manipulando unos papeles detras del mostrador y mientras tanto vigilaba a Johnny mirandolo de reojo. Johnny fue primero al acuario a admirar los siluros. La chica se le acerco lentamente. Era larga y encorvada, y se mecia con pesados parpados y largas pestanas. Su boca exhibia un grueso labio inferior. Le recordaba a un camello.
– ?Buscas algun pez?
– No -dijo Johnny-. Quiero comprar una cobaya. Una de esas de tres colores, negro, marron y blanco. Un macho. No me importa lo que cueste.
– No tenemos cobayas -contesto ella.