– Estaba aqui con un comprador de huevos cuando llegaron los del periodico local -dijo ella-. Sverre se fue en el coche con el remolque a recoger la oveja naranja. Y a todas las que habian invadido la carretera.

– ?Un cliente de huevos? -pregunto Sejer.

– Tenemos unas cuantas gallinas -explico la mujer-. Y vendemos los huevos que nos sobran. No se lo digan ustedes a nadie, porque no nos da la gana declarar esas miseras coronas, nadie de por aqui lo hace. Vino un hombre y se llevo un carton entero. Nos quedamos charlando un buen rato. Luego paso otra media hora y Sverre volvio. Cuando vi lo que traia en el remolque casi me desmayo -anadio.

Se ajusto el panuelo. Era de color burdeos con flores doradas.

– ?Quien utiliza por aqui los caminos forestales? -pregunto Sejer.

– Todos los que viven aqui en Bjerkas -contesto Skarning.

Dio unos sorbos del expreso caliente haciendo un ruido de placer que indicaba lo bueno que estaba.

– Tambien viene gente de Kirkeby a montar en bici o a pescar en el lago Snelle. En otono esto esta plagado de polacos que vienen a coger frutos del bosque. Por aqui hay mucho trafico. Los que vienen en coche aparcan junto a la barrera. Asi que ?que opinan ustedes? ?Se trata del mismo chiflado, que ahora quiere mostrarnos que tambien tiene sentido del humor?

– Es demasiado pronto para decir algo sobre eso -opino Sejer.

– ?Cual es el castigo por pintar una oveja con spray? -pregunto la Amabilidad.

Sejer no supo que contestar.

– Vayan a por palos al granero y pondremos aqui una picota para exponer al tipo ese a la verguenza publica.

* * *

A la vuelta pasaron por el lago Skarve y entraron en el supermercado Spar a comprarse algo de beber. Anduvieron un rato entre los estantes, y los dos cogieron alguna que otra cosa.

– Parecia una quinceanera -dijo Sejer.

Se estaba refiriendo a la Amabilidad.

Skarre nego con la cabeza.

– No tienes ni idea, Konrad. Como minimo tiene treinta. ?Por que no usas gafas? -anadio-. Estas bastante miope.

Estaban junto al mostrador de congelados. Skarre eligio un paquete, lo estudio y lo volvio a dejar en su lugar.

– Tambien podrias hacerte lentillas -dijo-, o someterte a una operacion de laser. Luego verias como una anguila. Cuesta treinta mil, pero te lo puedes permitir.

Cogio un enorme bloque congelado de la camara. Estaba empaquetado en plastico y era casi negro. Lo sopeso en una mano.

– Vaya, mira lo que he encontrado.

Miro el precio en la etiqueta.

– ?Sabes lo que es? -pregunto.

– No -contesto Sejer-. Como bien has dicho, soy miope.

– Uno coma dos kilos -leyo Skarre-. Precio: treinta y dos coronas. Fecha de caducidad: octubre de 2008. Es sangre. Sangre congelada. ?Que me dices?

– Treinta y dos coronas -dijo Sejer laconicamente-. Cogio el bloque congelado de la mano de Skarre y lo estudio a fondo.

– Venden sangre -dijo extranado-. ?Quien puede comprar esto?

Skarre se encogio de hombros.

– Las mujeres de las granjas, tal vez. Hacen pudin de sangre y cosas asi, ?no?

Sejer fue hacia el mostrador de productos frescos con el bloque en la mano. Alli se dirigio a un tipo robusto con delantal blanco.

– Hemos encontrado este bloque en el mostrador de congelados -explico-. Y ahora tengo una pregunta: ?vende usted mucho de esto al cabo del ano?

El hombre nego con la cabeza.

– No, no, solo una pequena cantidad -contesto-. Encargue diez litros en primavera. Por ahora habre vendido dos, creo. Pero tiene que formar parte de nuestra oferta. Pueden decir lo que quieran, pero las cosas hechas con sangre son muy sanas. Y saben bien, aunque no lo crean. Lo que pasa es que la gente tiene miedo a probarlo. No son mas que prejuicios -dijo con sensatez.

– ?Quien compra esto?

– Eso tendran que preguntarselo a las cajeras -contesto-. Yo no controlo esas cosas.

– ?Es sangre de buey?

– Exacto.

Sejer se paseo por entre las estanterias y encontro la caja. Puso el paquete de sangre congelada sobre la cinta, y reconocio a Britt, con la pequena espada perforandole la ceja.

– No lo marques -se apresuro a decir-. Solo quiero hacerte una pregunta. ?Recuerdas haber vendido un paquete como este hace poco?

La cajera leyo la etiqueta. Vio que era sangre e hizo un gesto negativo con la cabeza.

– ?Hay mas gente aqui que trabaje en la caja? -pregunto Skarre, echando un vistazo a su alrededor.

– Hoy no -contesto la chica-. Pero en total somos tres cajeras. Gunn, Ella Marit y yo. Nos vamos turnando. Hoy estoy yo sola. Ni siquiera puedo comer -dijo algo ofendida, apartandose el mechon blanco y negro de la frente.

Skarre saco una tarjeta de visita del bolsillo interior y se la dejo en la cinta.

– Habla con las otras dos -dijo-. Preguntales si recuerdan a alguien que haya comprado sangre de buey. Luego me llamas enseguida y me cuentas los detalles.

Ella asintio, muy interesada. Cogio la tarjeta y la sostuvo un instante en la mano antes de metersela en el bolsillo de su uniforme verde de Spar. Luego marco lo que Sejer habia comprado: una botella de agua con gas, una Coca-Cola y dos periodicos.

– ?Sueles fijarte en lo que compra la gente? -pregunto Skarre.

La chica ladeo la cabeza y fruncio los labios, haciendose de rogar.

– A veces. Porque conocemos a la gente. Sabemos lo que comen y esas cosas.

– Ponme algun ejemplo -le pidio Skarre-. De cosas en las que te fijas.

Tal vez le resultara demasiado embarazoso reconocer que tenia mentalidad de espia, de manera que vacilo, debatiendo consigo misma sobre su reputacion, mientras miraba de reojo a Skarre.

– Si la gente compra pate de pulmon, me fijo -admitio-. Porque no entiendo que la gente pueda comer pulmones. Tienen una pinta asquerosa, son grises. Un poco esponjosos. Entonces los miro fijamente.

– Yo tampoco lo entiendo -apunto Skarre-. ?Quien compra pate de pulmon?

– Los viejos -contesto ella-. Y luego se quien bebe, claro. Los que vienen aqui a comprar cerveza. Y tambien se los que se lo pasan muy bien con las chicas.

Senalo un estante del que colgaban condones. Perfil y El Genio Acuatico. Con estrias, colores y sabores.

– Hay una senora que compra paracetamol todos los dias. Debe de tener muchos dolores. Le tiemblan siempre las manos. Me fijo en cosas asi. Y si alguien comprara sangre, me acordaria. Ni siquiera sabia que la vendieramos. ?Madre mia, es mas de un litro!

De repente la chica entendio la relacion con el bebe de Bjerketun, y puso cara de susto. Skarre metio la compra en una bolsa y se fijo en el distintivo que la chica llevaba con su nombre.

– Entonces me llamas, Britt -le dijo con una sonrisa.

Ella saco de la bata la tarjeta que el le habia dado y la miro mas de cerca.

– Vale, Jacob -dijo, sonriente-. Te llamare.

* * *

Mas tarde, de camino a su domicilio, Sejer se detuvo junto a la casa de su hija.

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