Frank, volvio al aparcamiento y subio al perro al coche. Luego entro en la tienda. Olia bien, a algo recien hecho en el mostrador de productos frescos, y Sejer fue hacia alli como un perro hambriento. Tras pensarselo un poco, pidio dos hamburguesas.

Luego deambulo por la tienda con la bolsa de aluminio caliente en la mano. Cuando llego a la caja encontro lo que estaba buscando. Un soporte de postales. Habia imagenes de gatitos, cachorros y caballos, y pequenos paquetes de tarjetas de agradecimiento y de felicitacion. Una de las postales capto inmediatamente su atencion. La cogio y leyo en la parte de atras: «Carnivoros noruegos. Lince. Fotografo: Goran Jansson».

Este descubrimiento le hizo mirar de nuevo a su alrededor. Ha estado en esta tienda, penso. Vive aqui, en Bjerkas, o tal vez en Askeland. Es muy posible que compre en este establecimiento. Puso la bolsa de las hamburguesas sobre la cinta. Luego cogio tres periodicos y saludo a la cajera.

– ?Teneis mas postales de estas? -pregunto-. ?Con fotos de otros animales?

La joven echo un vistazo a la foto del lince, y nego con la cabeza, apartandose un flequillo blanco y negro, y dejando al descubierto una pequena espada que le atravesaba la ceja.

– Ni idea. No estoy muy al dia en estas postales -dijo.

– ?De modo que no podrias acordarte de una postal como esta con la foto de un gloton? -pregunto Sejer.

– ?Un gloton?

Al parecer, la joven no conocia el gloton, y se mostro insegura. Pero era muy joven, penso Sejer, mirando el uniforme verde de Spar. Llevaba un distintivo que indicaba que se llamaba Britt. Marco en la caja la compra de Sejer, los periodicos y la bolsa con las dos hamburguesas. Por el lince pago siete coronas y cincuenta ore. Ya dentro del coche le dio una de las hamburguesas a Frank. Se sento y hojeo rapidamente los periodicos.

«Encuentran a su bebe ensangrentado en el jardin.»

«Broma de mal gusto en Bjerketun.»

«Bebe dormido empapado en sangre.»

A este tipo le gusta estar ante los focos, penso Sejer. Ahora esta recibiendo sus aplausos.

Se comio la hamburguesa mientras contemplaba el agua. El lago Skarve parecia un espejo. Los patos se mecian imperturbables a lo lejos en el agua.

– Esta hamburguesa esta buenisima, Frank -le dijo al perro.

A continuacion saco el telefono del bolsillo y marco el numero de Skarre.

– Habra mas incidentes -dijo-. Estamos ante un carnivoro.

* * *

Johnny Beskow saco la Suzuki a la calle.

Metio la marcha y salio zumbando. Tenia la cabeza ligera y se sentia libre como un pajaro. Llevaba puesto el casco rojo, decorado con una pequena ala dorada a cada lado. De su cinturon colgaba una navaja suiza con la que podia pinchar y cortar, abrir una botella de Coca-Cola, o cortarle la lengua a su madre, si le pillaba en un mal momento. No iba a ninguna parte sin esa navaja. Fue un alivio abandonar la casa, dejar atras el olor que habia alli dentro, todo ese desorden y caos, y a ella, que daba vueltas por la casa hablando con lengua de trapo. A el le gustaba sentarse sobre su pequena moto, le agradaba la velocidad y notar el viento en la cara. Mientras conducia, se imaginaba las caras de la gente mientras leian sobre lo sucedido en Bjerketun. Se imaginaba todo un registro de terror, espanto e indignacion. Hombres cabreados, mujeres asustadas, viejos furiosos. La idea le hizo sonreir. Estuvo a punto de juntar las manos y aplaudir, pero comprendio que era mejor dejarlas sobre el manillar. La gente no debe pasar por la vida considerandola algo natural, penso, no deben dar por sentado que lo bueno va a durar siempre.

La muerte llega a todo el mundo.

Yo se lo ensenare, joder.

Se detuvo en la gasolinera Shell en Bjerkas a comprar periodicos. Junto a la gasolinera habia un pequeno pub local, con mesas de formica y maquinas tragaperras. Le gustaba sentarse alli con una Coca-Cola. Era agradable andar por el mundo sin que la gente supiera quien era, ser el personaje del que todo el mundo hablaba, estar entre ellos y al mismo tiempo ser anonimo. Se sento en un banco delante de la gasolinera y hojeo rapidamente los periodicos. Karsten Sundelin, de Bjerketun, habia concedido una entrevista al periodico nacional VG, donde afirmaba que la persona que estaba detras de ese abominable ataque a su familia no deberia sentirse seguro un solo instante ni de dia ni de noche.

– ?Que quiere usted decir con eso? -preguntaba el periodista de VG.

– No es muy apropiado para ser impreso en un periodico.

Johnny doblo los periodicos y los metio en el compartimiento de debajo del asiento de la moto. Arranco y prosiguio su camino. No apropiado para ser impreso. ?Ja ja! penso ?que miedo me das! Tras unos kilometros llego a la laguna Sparbo. Giro a la derecha y condujo el ultimo tramo sobre un estrecho camino forestal, se bajo de la moto y la apoyo contra el tronco de un abeto. Luego bajo hasta el agua. La laguna Sparbo era una presa. Un muro de contencion atravesaba el embalse. En medio del mismo se veia una compuerta por la que el agua fluia hacia dentro a traves de una tuberia negra. Se oia la fuerza del agua como un potente y permanente zumbido. Se decia por ahi que en una ocasion un chico se habia balanceado sobre ese muro de contencion. Al parecer fue en el mes de mayo, cuando los bachilleres celebraban la graduacion. Se cayo por el borde y la tuberia lo llevo hacia la corriente. Encontraron luego su cuerpo a varios kilometros de distancia, abajo, en el valle. Johnny permanecio un rato junto a la orilla contemplando el paisaje, el agua resplandeciente, el bosque callado. Dio unos cautelosos pasos sobre el muro. Media cuarenta centimetros de ancho, y se podia balancear otro trecho sin problemas, pero si se iba demasiado lejos, por ejemplo hasta la compuerta en medio del embalse, era mas complicado. La compuerta de la presa estaba dentro de una jaula con rejas, y la jaula estaba siempre cerrada. Solo tenian llave los que se ocupaban del mantenimiento de la presa. Ahora bien, no era imposible trepar por encima de la jaula y llegar al otro lado. Es decir, si uno soportaba el ruido del agua sin perder la compostura. Johnny bajo la vista y miro fijamente el agua negra. Se sentia animado pensando en todo lo que habia desencadenado. Era increible que un enclenque como el tuviera tanto poder, pues era muy delgado, solo tenia diecisiete anos y carecia por completo de musculos. ?Pero poseia cierto talento! Y que bueno era eso de crear indignacion en la gente.

Se sento en el muro y contemplo la presa. Oia el agua que bramaba a traves de la compuerta y desaparecia por la tuberia. Estuvo alli un cuarto de hora, luego se deslizo hacia atras y consiguio llegar a la tierra seca. Sabia que la laguna Sparbo era fuente de agua potable para miles de personas, y que el agua que corria con tanta fuerza por la tuberia negra acababa en los grifos de la gente, razon por la cual meo en el embalse antes de marcharse.

* * *

El abuelo materno de Johnny Beskow vivia en Bjornstad.

Se llamaba Henry Beskow, y vivia en una calle sin salida llamada Roland. Junto a la casa de su abuelo, que era la de mas adentro y la mas vieja, habia un pequeno penasco, y sobre ese penasco habia sentada una nina que lo observaba llegar en la moto. El la habia visto muchas veces alli sentada, comportandose de un modo muy desagradable con todo el que pasaba. Al parecer pensaba que era su calle, su territorio. Era menuda y palida y tenia pecas, el le echaba unos diez anos. Lo mas impresionante de la nina era su trenza de color rojo encendido que le llegaba hasta el culo. Le sonreia despectivamente desde el penasco, con los dientes incisivos como terrones de azucar.

– ?Cabeza de grosella! -grito la nina, refiriendose al casco rojo.

Johnny freno y se detuvo. Levanto la vista y la miro con los ojos entornados, concentrando la mirada en un solo rayo amenazador. Pero ella parecia no tener miedo a nada. Es porque no sabes lo que te puede pasar, penso Johnny. Volvere a por ti, pequena pecosa de mierda. La ignoro y prosiguio hasta la casa de su abuelo, aparco la moto y colgo el casco del manillar. Se limpio los zapatos en el felpudo y entro en la pequena casa. El viejo, al que le fallaban las piernas, estaba sentado en un sillon de orejas junto a la ventana. Sus pies reposaban sobre un escabel y estaba envuelto en una manta de pelo. El reumatismo habia convertido sus dedos en doloridas garras.

Johnny Beskow cogio un puf, que acerco al sillon de su abuelo.

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