– ?Estas aqui de vacaciones?
– No. Soy dueno, con mi padre, de una cadena de restaurantes, y estamos pensando en abrir uno aqui en Visby. Estoy sondeando un poco el terreno.
Tenia unos ojos verdes que la miraban en la oscuridad. Eran casi increiblemente verdes.
– Que divertido. ?Has estado antes en Gotland?
– No; es la primera vez. Mi padre si ha estado mucho por aqui. Cree que seria una buena idea abrir un local con comida sueca de calidad y con musica en vivo por las tardes. Para quienes quieren comer bien y divertirse, sin necesidad de ir a una discoteca. Y no seria solo un local de verano, sino algo que estuviera abierto todo el ano. ?Que te parece?
– Si, suena bien, creo yo. Esto no esta tan muerto en invierno como muchos piensan.
Para entonces sus amigas se habian percatado de lo que sucedia. Lanzaban miradas a la pareja que continuaba en la barra, miradas interrogantes, con una mezcla de admiracion y envidia.
Frida se estiraba la falda, daba sorbitos al vino que tenia ante ella en la barra del bar y miraba de reojo al hombre que estaba a su lado. Tenia un hoyo en la barbilla y parecia aun mas guapo de cerca.
– Y tu, ?a que te dedicas? -pregunto el.
– Soy peluquera.
Henrik se aliso el pelo con la mano de forma instintiva.
– ?Aqui, en la ciudad?
– Si, en un salon que esta en el centro comercial Ostercentrum. Se llama Harfastet. Pasate por alli si necesitas un corte.
– Gracias. Lo tendre en cuenta. ?Tu no hablas el dialecto de Gotland?
– No, me mude aqui hace un ano. ?Cuanto tiempo vas a quedarte?
Cambio bruscamente de tema para evitar tener que dar explicaciones de por que se mudo y hablar de su marido, sus hijos y todo lo demas. Frida era consciente de que atraia a los hombres. Le gustaba coquetear y queria seguir manteniendo el interes de aquel bombon. Al menos, por un ratito. Solo porque era divertido.
– No lo se. Depende de como vayan las cosas. Tal vez una semana. Y, si encontramos un local, seguramente pasare aqui la mayor parte del verano.
– Vaya, que bien. Espero que encuentres algo.
Dio otro sorbito de vino. «Que hombre mas interesante.»
El observo el local y cuando volvio la cabeza, estuvo segura. Llevaba peluca. «Me pregunto por que -penso-. Quiza ande muy escaso de pelo.» No parecia muy mayor. De su edad, mas o menos. «Hay muchos que se quedan calvos muy jovenes. Jesus!, los tios tambien son coquetos y quieren estar guapos.» Sus pensamientos quedaron interrumpidos al oir la pregunta:
– ?En que estas pensando?
– Ah, en nada.
Sintio como se ruborizaba de nuevo.
– Que bonita eres -le dijo acariciandole la rodilla.
– ?Tu crees? -pregunto tontamente, mientras le retiraba la mano.
Transcurrida algo mas de una hora, la llamaron las amigas y decidio volver a la mesa. Henrik, de todos modos, ya se marchaba. Le habia pedido su numero de telefono. Entonces, decidio romper el encanto. Le confeso que estaba casada y que lo de llamarla no era una buena idea.
A la una cerro el bar y el grupo de chicas se disolvio. Se separaron en la puerta, despues de abrazarse y prometer que pronto quedarian de nuevo. Frida era la unica que vivia en la zona de Sodervarn, un par de kilometros al sur de la muralla. Subio a su bicicleta y empezo a pedalear en direccion a casa.
Cuando cruzo la puerta de Soderport, noto el golpe de aire frio. Siempre hacia mas viento fuera de la muralla. «Menos mal que por lo menos la noche esta clara», penso. Siguio pedaleando, se trabo con el pedal y se arano la pierna, que empezo a sangrar. Le escocia.
Mierda. Se dio cuenta de que estaba mas bebida de lo que creia. Pero siguio adelante. Queria llegar a casa lo antes posible.
Giro a la izquierda junto al aparcamiento y paso ante las instalaciones deportivas de Gutavallen. Cruzo la calle y siguio por la larga, interminable cuesta, al lado de los depositos del agua. En medio de la cuesta tuvo que parar y bajar de la bicicleta. No podia mas.
A la izquierda del camino se encontraba el cementerio. Las lapidas estaban como en una parada tetrica en el interior del muro bajo de piedra. Aunque estaba embotada por el alcohol, sintio que el desanimo se iba aduenando de ella. ?Por que se habia empenado en ir en bici? Stefan habia intentado convencerla para que tomara un taxi de vuelta a casa, sobre todo despues del asesinato de Helena Hillerstrom, apenas dos semanas antes. Frida zanjo el tema diciendo que era demasiado caro. Tenian que ahorrar. La economia era precaria ahora que habian comprado la casa. Ademas, el asesino estaba detenido, puesto que era el novio.
Ahora se arrepentia. Pero que tonta era. El taxi hasta casa no le hubiera costado mas de cien coronas. Habria merecido la pena.
Estaba sola en medio del camino. No se veia ni un alma. Lo unico que se oia eran sus propios pasos con los zapatos de tacon. Le hacian un dano terrible.
El cementerio se extendia a lo largo de cien metros. Y tenia que pasar junto a el.
Cuando se encontraba a medio camino, oyo pasos tras ella. Fuertes y decididos. Escucho. Queria volverse, pero no se atrevia. Apreto el paso.
Los pasos se oian cada vez con mas claridad. Tuvo la certeza de que la estaban siguiendo. ?O eran figuraciones suyas? Decidio detenerse. Dejaron de oirse las pisadas. De pronto, se despejo por completo. Todavia se encontraba subiendo la cuesta y no valia la pena intentar ascender en bicicleta. A un lado de la calle estaba el cementerio y al otro, chales rodeados de jardines frondosos. Todas las ventanas estaban oscuras.
Iba tan deprisa como podia, ya no sentia el frio. Maldijo su falda corta y los zapatos que le torturaban los pies.
Penso en arrojar la bicicleta a un lado e intentar meterse en algun jardin. Pero en vez de hacer eso, echo a correr. Eso hizo tambien la persona que iba detras de ella. Aterrorizada, corrio con todas sus fuerzas. El camino se hizo mas llano y empezaba la cuesta abajo.
Estaba a punto de subirse a la bici, cuando dos manos poderosas la agarraron del cuello por detras apretando los dedos alrededor de su garganta. No podia respirar y solto la bicicleta, que rodo sola cuesta abajo.
SABADO 16 DE JUNIO
Stefan Lindh denuncio la desaparicion de su esposa el sabado por la manana. Se habia despertado a las ocho porque el hijo menor entro en su dormitorio. El lado de Frida en la cama estaba vacio. Lo primero que penso fue que estaria en el cuarto de bano. No le costo mucho descubrir que su mujer no estaba en casa. Llamo a las amigas, pero no estaba con ellas. Despues, al hospital y a la policia, sin resultado. El policia de guardia le pidio que aguardara unas horas mas.
Cuando a la hora del almuerzo aun no habia vuelto, metio a los ninos en el coche y condujo hasta Munkkallaren. Recorrio en coche el camino que creia que Frida habia seguido con la bici. A las dos ya no pudo mas y volvio a llamar a la policia, enfermo de inquietud. Knutas fue informado y, pensando en el asesinato de la mujer ocurrido apenas dos semanas antes, decidio reunir al equipo de investigacion. Mientras esperaba a que llegaran los demas, llamo al preocupado marido, quien estaba desesperado y le rogo que la policia lo ayudase. Su esposa no habia desaparecido nunca antes de aquella manera.
– Tranquilo, tranquilo -le animo Knutas-. Ahora vamos a tener una pequena reunion aqui en comisaria, luego yo o algun colega iremos directamente a su casa. ?Quedamos dentro de una hora?
Termino la conversacion. Los demas llegaron, uno tras otro, y se fueron sentando alrededor de la pequena mesa que habia delante del sofa: Karin Jacobsson, Thomas Wittberg y Lars Norrby.
– Bueno, tenemos a una mujer que ha desaparecido -empezo Knutas-. Se llama Frida Lindh, tiene treinta y cuatro anos, esta casada y es madre de tres ninos. La familia vive en Sodervarn, concretamente en la calle